diciembre 10, 2014

Para pensar la justicia: propuestas ético-políticas de Nancy Fraser

Nancy Fraser, profesora de Ciencias Políticas y Sociales en la New School University de Nueva York.

Como ha señalado Ramón del Castillo[1], Nancy Fraser está embarcada en el proyecto de una teoría feminista del estado del Bienestar. La disensión entre los paradigmas de la igualdad y de la diferencia en el feminismo contemporáneo es releída por Fraser en su último libro, Escalas de justicia[2] (de 2008) como el resultado de un triple tránsito: el feminismo contemporáneo habría pasado por una primera fase, en la que se mantuvo en estrecha relación con los movimientos sociales emergentes en los años 60 del siglo XX. En una segunda fase, coincidiendo con la caída del comunismo, por un lado, y con la aparición del neoliberalismo, por otro, Fraser sostiene que el feminismo “quedó atrapado en la órbita de la política de la identidad”[3]. Y en el momento actual estaríamos en una tercera fase, donde el pensamiento y la praxis feministas se ejercen cada vez más como “una política transnacional, en espacios transnacionales emergentes”[4].

Fraser defiende en síntesis que sólo una concepción de la justicia que mire tanto al reconocimiento como a la redistribución puede ser considerada completa. Si falta alguno de estos extremos estaríamos, para esta pensadora, en una justicia “truncada”.

La redistribución tiene que garantizar la superación de la exclusión en razón de la clase social[5]. En cuanto al más reciente paradigma del reconocimiento, Fraser afirma que este se orienta a “un mundo que acepte la diferencia”: el caso paradigmático de las demandas de reconocimiento serían las de los gays y las lesbianas, ya que, escribe Fraser, “la sexualidad es un modo de diferenciación social, cuyas raíces no se encuentran en la economía política”[6].

Las reflexiones de Fraser sobre distribución y reconocimiento se actualizan con sus más recientes elaboraciones, que le han llevado a añadir a este enfoque dual de la justicia un tercer paradigma, la representación: habla de la dimensión nueva sobre la justicia en la era de la globalización, que implica la representación fallida y, con ello, una injusticia que consiste para Fraser en lo que llama el “des-enmarque”: las causas estructurales de muchas exclusiones e injusticias en nuestro mundo en globalización ya no son localizables dentro de la jurisdicción de tal Estado territorial, no pertenecen, dice Fraser, al “espacio de los lugares, sino al de los flujos”[7].

¿Qué ocurre si llevamos esta triple dimensión de la justicia al caso de la injusticia por razón de género? El paradigma de la redistribución vendría a dar cuenta de las reclamaciones de igualdad frente a la división sexual del trabajo. Esto hace necesaria por tanto una transformación de orden económico-social. Por otro lado, se hace preciso el reconocimiento frente a la devaluación cultural de todo lo que se ha conceptualizado como femenino, por tanto aquí la reclamación pasa por una transformación de los patrones culturales. Y en lo que hace a la representación, habría que entender que fenómenos como la exclusión, la violencia y la pobreza femeninas en un mundo globalizado no pueden ni siquiera plantearse en términos de un problema localizado y territorial de los Estados-nación, sino que han de enmarcarse en un marco transnacional y globalizado que desborda esos límites territoriales.

Para concluir, podemos señalar que en el debate entre igualdad y diferencia, Fraser mantiene una posición integradora que entiende que ambas reclamaciones han de complementarse. Ahora bien, si como lo ha expresado Celia Amorós, “todo derecho a la diferencia presupone, obviamente, la igualdad”[8], cabría objetar a Fraser en este punto que ambos paradigmas no pueden medirse en un parangón indistinto: al menos, cabe objetar a esta lectura pretendidamente descriptiva que la diferencia sólo puede establecerse por referencia a una condición previa de igualdad. Con lo que ambos paradigmas ya no estarían, al menos en lo que hace a su consideración teórica, en pie de igualdad.

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Por Luisa Posada Kubissa es Profesora Titular de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Pertenece al Consejo del Instituto de Investigaciones Feministas de la UCM. Entre sus publicaciones destacan los libros Sexo, vindicación y pensamiento (2012); Razón y Conocimiento en Kant (2008);Celia Amorós (2000); Sexo y Esencia. De esencialismos encubiertos y esencialismos heredados(1998); Feminismo y Multiculturalismo (co-edición 2007); y Pensar con Celia Amorós (2010).
Fuente: La Marea

[1]Castillo, Ramón del: op. cit., p. 63
[2]Fraser, Nancy: Scales of Justice, Columbia University Press, 2008/ Escalas de justicia, Barcelona, Herder Editorial, 2008
[3]Fraser, Nancy: op. cit., p.188
[4]Ibid.
[5]Fraser, N.: Iustitia Interrupta…, pp. 27-28
[6]Fraser, N.: Iustitia Interrupta…, p. 29
[7]Fraser, N.: Escalas de justicia, pp. 53-54
[8]Amorós, C. : La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias…para la lucha de las mujeres, Madrid, Cátedra (Feminismos), 2005, p. 90

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