abril 29, 2015

Transgresoras. Alda Facio: el saber de los Derechos Humanos de las mujeres

CIMACFoto: Anaiz Zamora Márquez/César Martínez López


Jurista, feminista, amante de las bellas artes, maestra de generaciones de abogadas, feministas y defensoras de Derechos Humanos, teórica de Derechos Humanos desde el feminismo, su nombre es Alda Facio.

Nombrarla es sinónimo de firmeza teórica. Alda, como es conocida y reconocida en el mundo, es una feminista generosa, mujer de ojos grandes, con quien aprender es un deleite, aseguran quienes han tenido la suerte de estar en algunos de los seminarios, diplomados o talleres.

Recorrer su historia es transitar por dos siglos. El siglo XX del reconocimiento de los Derechos Humanos de las mujeres, de las grandes movilizaciones feministas del enfrentamiento cuerpo a cuerpo con la autoridad patriarcal, hasta llegar al siglo XXI, el de la consolidación de esos derechos ganados y de la ampliación de libertades.

Alda ha sido periodista, jueza civil y laboral, fundadora y directora de la Compañía Nacional de Danza de Costa Rica. Fundó el Caucus de Mujeres por una Justicia de Género en la Corte Penal Internacional, convirtiéndose en su primera directora. Desde 2005 forma parte del Comité Asesor para el Estudio a Profundidad de la Violencia contra las Mujeres de la ONU.

Ella es una Transgresora que practica el “sospechosismo” todos los días, para evitar que el patriarcado le ponga el pie a los Derechos Humanos de las mujeres.

–Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Quién es Alda Facio?
–Alda Facio (AF): ¡Ah! ¡Qué ingrata que me pongas esa pregunta! Soy feminista de hace muchísimos años. Descubrí el feminismo cuando tenía 17 o 18 años, en los sesentas, y desde entonces he sido una ferviente creyente de esta teoría práctica que me explicó la vida, que me la cambió completamente y que me la sigue explicando y dando fuerzas para seguir luchando.

“Porque es difícil la lucha contra el patriarcado; siempre que uno gana una batalla se le viene encima otro montón. Logras una ley de violencia contra las mujeres –que cuando era joven no había–, entonces crees ya con esto solucionas el problema y entonces te das cuenta que no, que están todas las otras barreras y los otros obstáculos, y es como de nunca acabar.

“Pero el feminismo y las feministas te dan fuerzas, el saberte parte de un movimiento mundial es algo que da mucha energía para poder seguir adelante”.

“EL FEMINISMO NACIÓ EN LAS CALLES”

–LLH: ¿Cómo definirías el feminismo?
–AF: El feminismo es una teoría y una práctica muy sencilla en el sentido de que cree que los seres humanos, todos, somos iguales en derechos y en dignidad con respecto a los hombres. Explica qué es el patriarcado; (el feminismo) es una teoría crítica de lo que es y al mismo tiempo una teoría que plantea una utopía y una posibilidad.

“Es una práctica que tendrás que ir viviendo todos los días, porque sino la teoría se vuelve una cosa que no te explica. Ese feminismo que hay ahora post estructural no te explica la realidad de las mujeres porque no viene de la realidad de las mujeres. Es una teoría académica solamente y el feminismo no es académico.

“El feminismo se fue creando en las calles, en los grupos de concientización, en lo que estábamos viviendo y sólo se hablaba de lo que uno había vivido, pero en colectivo entre todas”.

–LLH: Se habla mucho de patriarcado, pero ¿qué es?
–AF: Es complejo. El patriarcado tiene más de cinco mil o seis mil años de estar en este planeta, es un sistema que se ha mantenido a través de los tiempos.

“Hago la comparación con el catolicismo, que se va cambiando de acuerdo a las realidades; el catolicismo de hoy en día no es lo mismo que era hace 200 años. El cristianismo y el patriarcado igual se van transformando. Hubo un patriarcado feudal, un patriarcado en el imperio romano y ahora estamos viviendo un patriarcado capitalista globalizado”.

–LLH: ¿Cuáles serían los elementos para identificar el patriarcado? ¿Es lo mismo que el machismo?
–AF: No. El machismo es una actitud que se da dentro del patriarcado, si no existiera el patriarcado no podría haber machismo.

“Pero el machismo es la actitud de hombres y mujeres, es creer que las mujeres son inferiores con respecto a los hombres y que el hombre es central a la experiencia humana, que el hombre es lo más importante para la experiencia humana.

“Lo que le pasa al hombre, lo que piensa el hombre, lo que dice el hombre varón, hombre de sexo masculino, eso es central y eso es una actitud, una creencia”.

–LLH: ¿Y el patriarcado entonces?
–AF: Y el patriarcado es un sistema de gobierno, de familia, me gusta más verlo como un sistema, es un paradigma. Una forma de ver y entender el mundo que también está en las estructuras de afuera y las estructuras mentales, son las dos cosas.

“Hay un sistema patriarcal y un paradigma patriarcal y en todo patriarcado hay estructuras que mantienen la centralidad del hombre y las estructuras son muchísimas. El lenguaje es una forma muy fácil de ver el patriarcado en acción, porque el lenguaje castellano es la centralidad de lo masculino.

“Porque haya hombres y mujeres se invisibiliza a las mujeres hablando en masculino y es correcto hablar así. Es más incorrecto, dicen los filólogos clasistas, hablar en lenguaje inclusivo.

“(El lenguaje masculino) es una estructura que mantiene la centralidad y el poder de los hombres, y al mismo tiempo le da poder a ciertas mujeres. Porque si fueran sólo hombres los que tienen el poder sería muy fácil de ver el patriarcado.

PATRIARCADO NATURALIZADO

“Otra característica del patriarcado, importantísima, es que no es fácil de reconocerlo. Está tan naturalizado y él mismo se naturaliza. El hecho de que siempre tiene que haber mujeres en todos los espacios de poder (es una forma de naturalizar el patriarcado), porque entonces no puedes decir que las mujeres no tienen poder en todos los espacios.

“Hay poderes que tiene la mujer que son grandes como el poder de las madres, el poder de las maestras en las escuelas y a su vez son las que más tienen que sostener el patriarcado. La cultura patriarcal recae sobre las mismas dominadas, explotadas y subordinadas, es la perversidad del patriarcado. Un sistema que explota y domina, subordina a las mujeres y deja en ellas el encargo de mantener ese sistema”.

–LLH: Tú dices que el feminismo es algo que se vive. ¿Cómo es que Alda Facio llega al feminismo? ¿Qué te lleva ahí?
–AF: En esa época no se aprendía en la escuela. Yo estaba en Estados Unidos en la universidad y estaba muy activa en las manifestaciones y en la lucha contra la guerra en Vietnam.

“En esas luchas éramos muchas mujeres y muchos hombres también, pero los hombres siempre estaban de líderes en los movimientos; nosotras éramos las que estábamos en las esquinas repartiendo volantes, haciendo llamado a los hombres de que no fueran a la guerra. En aquella época se obligaba a los hombres de 18 años a prestarse ante el ejército y los mandaban a la guerra.

“Hay algo interesante porque en esa lucha te das cuenta que uno está luchando por cambiar el mundo, pero es cambiarlo para que las mujeres sigamos en lo mismo. Porque ellos nunca hablan de que las mujeres deberían de tener más igualdad.

“Hablando con compañeras del movimiento anti-Vietnam empezamos a decir: ‘esto no está bien’. Por ejemplo, yo le decía a mi novio –que era uno de los líderes del movimiento de la universidad–: ‘pero si esa idea fue mía’. Él me respondía: ‘no seas tan burguesa, las ideas son de todos, por qué tienen que tener propiedad’. Pero cuando las ideas eran de él, bien que decía que eran de él.

“En esa época no había redes sociales, había mimeógrafos, entonces me cayó en las manos unas hojitas mimeografiadas de lo que después se convertirían en el libro ‘Sexo politics’; eran 20 páginas sobre las ideas de Kate Millet sobre por qué existe el patriarcado y cómo se manifiesta en la literatura y eso me transformó el mundo.

“Creamos los grupos de autoconciencia para hablar de todo lo que nos pasaba, porque pensábamos que sólo a vos te había pasado una cosa y después veías que no, que eso era lo general. Así fuimos descubriendo a otras feministas”. 

–LLH: ¿Y que te pasó en el movimiento? ¿Cambiaste?
–AF: ¡Ah claro! Empiezo a ver más al movimiento feminista; seguíamos apoyando el movimiento contra la guerra en Vietnam, pero empezamos a luchar por nuestros derechos y empezamos las marchas por la legalización del aborto.

“Cuando salíamos en las marchas nos gritaban ‘asesinas’, ‘lesbianas’, de todo; porque luchar por los derechos de las mujeres era porque eran lesbianas, y yo que en aquella época ni siquiera sabía que existían las lesbianas”.

“LOS SERES HUMANOS SOMOS IGUALES”

–LLH: ¿Esa Alda de 16 años en qué se fue convirtiendo?
–AF: Cada vez más feminista. Estaba estudiando química, después me fui para Costa Rica y me casé; entonces dejé de estudiar y me fui a vivir a Europa.

“Primero me fui a Italia y después a Ginebra (Suiza) a trabajar en la embajada de Costa Rica. Ahí descubrí los Derechos Humanos, esto fue en el año 71. Entonces se hablaba muy poco de los Derechos Humanos; ni siquiera se hablaba en las facultades de Derecho, ni había el edificio del Alto Comisionado de Derechos Humanos; era una oficinita con un escritorio.

“Fui a una conferencia que hubo de Derechos Humanos en el año 70 y me enamoré del concepto y dije cómo las feministas no han agarrado esta idea de que los seres humanos todos somos iguales, es lo que es el feminismo, pero esto habla desde el punto de vista de los Derechos Humanos que tiene todo el peso de la legalidad.

“Cuando llegue otra vez a Costa Rica, en el año 76, me metí a estudiar Derecho; según yo iba ser la maravilla, me iban a enseñar cómo luchar por la justicia y la igualdad y qué decepción. El Derecho no tenía nada que ver con la justicia, es aprender leyes.

“Eso no era lo que quería estudiar, quería dejarlo, pero mi mamá me convenció de seguir. Nunca me arrepiento de haber terminado, porque el derecho me ha dado instrumentos para luchar por las mujeres y por la justicia”.

–LLH: ¿Cómo vas tejiendo Derechos Humanos y feminismo?
–AF: Bueno, yo hice mucho la teoría crítica del Derecho y ahí conocí a muchas feministas que no se metían en el Derecho porque lo encontraban tan patriarcal.

“En el año 90 nos enteramos de que iba haber una conferencia mundial de Derechos Humanos y ahí es donde empezamos con la estrategia de que los derechos de las mujeres son Derechos Humanos.

“Muchas gentes, tanto feministas como quienes trabajaban en Derechos Humanos, se enojaban conmigo. Las feministas porque decían que los Derechos Humanos eran una cosa patriarcal, y los de Derechos Humanos decían que no los diluyéramos en cuestiones de mujeres.

“Logramos que la Conferencia Mundial dijera que los derechos de las mujeres son Derechos Humanos, que para la gran mayoría era absurdo y nos dijeron: ‘bueno, lo vamos a decir para que se callen’.

“A la gente se le olvida que la violencia contra las mujeres no era considerada una violación a los Derechos Humanos, era una cuestión privada y lo privado no entra en la esfera de los Derechos Humanos, sólo para las cuestiones que pasaban en lo público”.

–LLH: ¿Qué dirías en tu epitafio?
–AF: Aquí yace una incansable feminista, en el correcto sentido de la palabra: feminista es una persona que ama a la humanidad y al planeta, y que lucha con amor para las dos cosas, es un amor con sabiduría.

Twitter: @lagunes28


Por: Lucía Lagunes Huerta
Periodista y feminista, Directora General de CIMAC.
Fuente: Cimac

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in