octubre 17, 2015

Tuits y selfies del siglo XX. Querido diario: Estoy tan harta...

Los diarios recopilados por Xiana Gómez-Díaz se muestran en Barcelona.
Un bolígrafo y papeles. Una caja con llave para evitar las miradas indiscretas sobre unos relatos en los que se nombra repetidamente a esa compañera de clase que tanto nos gusta o a ese otro que es insoportable, se cuenta lo lento que pasa el tiempo en el instituto o se declara amor eterno por un grupo de música, aunque el mes que viene ese objeto de deseo pueda ser otro.

Páginas y páginas encerradas en el cajón de los secretos esperando a que el tiempo las borre definitivamente, olvidando el autorretrato que sus dueñas estamparon en ellas durante ese periodo en el que ya no se es niña pero tampoco mayor. Sea lo que sea ser mayor.

Frases, dibujos, recortes y fotografías revelan la potencia de la creación íntimadesplegada en los diarios, esa expresión cultural juvenil de carácter reservado que ahora parece totalmente sustituida por su opuesta, la exhibición en redes sociales, y por la también antagónica construcción de personajes en público. ¿Escriben aún diarios las chicas en 2015?

De todo esto trata el trabajo de investigación que conduce Xiana Gómez-Díaz y que ha dado como frutos la exposición Cultura de dormitorio: narraciones de adolescencia femenina, visible hasta el 1 de noviembre en La Capella (Barcelona), y el documental Proyecto D, que se encuentra en fase de producción.

La idea surgió cuando su amiga Carla Calleja encontró su diario de adolescencia y lo releyó. Ella también hizo lo mismo. "El tema nos entusiasmó, en parte porque encontramos enseguida puntos en común entre nuestras ex­­perien­­cias, pero sobre todo por esa sensación de salida del armario, de hablar de algo que nos habían enseñado que debíamos guardar en secreto. Fue un subidón", rememora Gómez-Díaz.

De ese reencuentro creció un proyecto de archivo que explora las narrativas femeninas recogidas en unos 70 diarios de distintas épocas para encontrar sus conexiones, como la contradicción latente entre el deseo ocultado y la libre expresión en ese rincón inviolable de cada habitación propia.

¿Cuál es el objetivo de este trabajo?

Vehicular el relato de la experiencia adolescente femenina contada en primera persona. Es un fenómeno que se ha narrado otras veces, pero generalmente desde miradas externas. En mi opinión, se ha construido una imagen de las niñas y chicas excesivamente luminosa y quiero arrojar oscuridad sobre ella. Lo que, en realidad, es añadirle profundidad.

¿Cómo se aborda el estudio de un objeto destinado a lo íntimo, al secreto?

Este estudio es cualitativo. Lo íntimo no puede ser cuantificado, a pesar de que la acumulación proporcione peso a ciertos hallazgos. Lo más difícil es conseguir la documentación original. Nosotras por ahora hemos reunido unos 70 diarios íntimos, todos de personas vivas y previamente inéditos, una recopilación lenta y desigual. Construir un relato nuevo a partir de secretos, como en el caso del guión de la película que tenemos en producción, se ha de hacer con delicadeza. Evidenciar el secretismo no es lo mismo que desvelarlo todo. Tratamos de difundir manteniendo un cierto misterio. Al fin y al cabo, el diario no es más que la punta del iceberg.

¿En qué punto se encuentra ahora?

La primera idea era hacer una película, pero tras meses de recopilación y análisis documental vimos la conveniencia de montar una muestra, centrándonos en fenómenos gráficos y materiales de la literatura íntima y cultura de dormitorio. Ha sido muy importante la complicidad de la sala, y especialmente de Mery Cuesta, comisaria que me ha acompañado en el desarrollo de esta exposición, para poder dar salida a una parte muy gráfica de esta investigación. En la exposición se muestran dos temas fundamentales, el secretismo y las negociaciones del yo, de forma bastante analítica.

Por otro lado tenemos una película documental que contiene la parte más visceral de este relato íntimo, Proyecto D. Nos falta ya poquito para terminar la producción. Pero el proyecto sigue abierto y seguimos recogiendo documentación (cualquier persona interesada puede participar: info@walkietalkiefilms.com o facebook.com/elproyectod).

Mi intención es difundir parte del conocimiento que he acumulado al poder examinar estos textos tan puros, un conjunto de libros escritos de espaldas a toda la cultura del exhibicionismo y la audiencia. Trataré de hacer alguna publicación en 2016, entre otras ideas excitantes que todavía están en preámbulos.

¿Qué revelan los diarios de mujeres adolescentes que habéis estudiado?

Una infinidad de temas. La escritura manual, especialmente cuando se reitera en un ritual literario, psicológico, cultural, es muy reveladora. Estos libros están llenos de señales que a menudo contradicen al relato escrito. Tachones, mutilaciones de las páginas, recortes, pegatinas, dibujos… Y me gusta especialmente que estén muy mal escritos, transgrediendo, riéndose de la literatura ortodoxa. Son relatos caóticos, llenos de redundancias y con una ortografía terrorífica, pero poseen una fuerza literaria arrebatadora.

¿Hay cuestiones comunes en ellos, aunque sean de épocas distintas?

Efectivamente. En muchos diarios no se explica en detalle hechos acontecidos, sino que se habla de las emociones surgidas de esas vivencias y ahí hay importantes coincidencias. La anécdota varía, cada vida es distinta, pero el modo en que los hechos impactan a estas jóvenes narradoras es similar. Esto matiza esa percepción adolescente, repetida como un mantra en los pasajes más oscuros de los diarios, de sentirse sola, aislada y única.

¿Se puede decir que hay una serie de códigos compartidos en ellos?

Aparecen modismos para tratar según qué temas. El asunto que más páginas ocupa, explícitamente, es el amor romántico. Su relato está plagado de lugares comunes, desde el típico grafiti de amor (AxB), hasta los roles y valores otorgados a la enamorada y el ser amado. Cuando se habla de las amistades, de la vida social, el rol de la autora cambia, es menos sumiso y más activo. Y en los escritos compartidos (literatura epistolar, diarios compartidos, notitas de clase), se realiza un cambio de tono radical: pasamos de la voz melodramática borderline a la competición por ver quién es más bruta escribiendo. A nivel gráfico y sígnico, también hay tratamientos similares de los temas más delicados, los momentos más sensibles… En realidad, el propio formato del diario que se suele vender –candado, hojas olorosas, dibujos cursis por aquí y allá– tiende a condicionar la escritura, por lo que estos códigos compartidos de los que hablas son muy frecuentes.

¿Los diarios adolescentes son un refugio o un espacio de creación?

Creo que una cosa lleva a la otra. La escritura íntima no sólo cumple la función obvia del desahogo inmediato, sino que se trata de una intelectualización a través de la que se intenta comprender o controlar la propia experiencia. En este espacio, precisamente por ser un dispositivo privado, se pueden ensayar muchas prácticas relevantes, como los juegos con la propia identidad. A menudo, estas pruebas se realizan a través de métodos creativos: poesía, diseño e ilus­tración, collage, canciones o una prosa con intención.

¿En 2015 las adolescentes siguen escribiendo o dibujando en sus diarios?

Por lo que he podido comprobar en algunos talleres, sí, se sigue escribiendo. Es difícil saber si se hace mucho menos que antes, porque es un tema del que no se suele hablar, aunque es probable. En un taller pregunté a un grupo de chicas si se autorrepresentaban gráficamente y parece que no: los autorretratos dibujados en la intimidad están siendo sustituidos por los selfies publicables. Las reflexiones de estas chicas están recogidas en una obra de la exposición, un vídeo que hicimos en colaboración con el taller de MACBA/CCCB Habi­ta­ció 1418.

¿Hasta qué punto diríais que han sido sustituidos por las redes sociales, que operan en los términos opuestos (visibilidad, imagen pública, etc.)?

Durante un taller con varios cursos de Educación Secun­daria Obligatoria y Bachi­lle­rato para Adultos a Distancia pregunté a los y las estudiantes si tenían diario. Uno echado para adelante levantó la voz y dijo “bueno, tenemos Fac­ebook: es lo mismo”. Como dices, una entrada en el diario íntimo y un post escrito exclusivamente para que sea leído por otros son completamente opuestos, pero pueden cohabitar. Creo que lo importante es que se entienda la diferencia, que cada una entienda lo que está haciendo, con quién está hablando y para qué, haya o no haya clic.

Por José Durán Rodríguez
Fuente: Periodico Diagonal

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