diciembre 22, 2015

Machi Millaray Huichalaf: Criminalizada por defender territorio sagrado mapuche



En 2013 conocimos como Fondo Alquimia el trabajo de reivindicación del territorio sagrado del Ngen Mapu Kintuante, por parte de varias comunidades cercanas al río Pilmaiken (Osorno). Específicamente, hemos apoyado las acciones lideradas por dos mujeres jóvenes en esta defensa, una de ellas Juana Cuante, lonko de una de las comunidades, y Millaray Huichalaf, machi de la comunidad del Roble Carimallín. 

Esta última, ha sido víctima permanente de criminalización por parte del Estado chileno, resultando sindicada de participar en un incendio. 

Por esa acusación, fue condenada por encubrimiento a dos meses de prisión, sin embargo. ella fue la única detenida en prisión preventiva por cuatro meses. Desde ese momento, ha sido permanentemente hostigada por el importante rol que desarrolla en su comunidad en la defensa de dicho territorio.

“Antes era un espacio cercado, ahora está libre para que toda la comunidad pueda hacer uso de él”, comenta la machi Millaray Huichalaf en torno a Ngen Mapu Kintuante, un complejo ceremonial donde se ubican el Nguillatuwe (espacio donde se realiza actividad religiosa), Paliwe (lugar donde se juega palin), es la morada donde habita el Ngen Kintuante y Kilenwntru (espíritus protectores) y un cementerio mapuche donde descansan los restos de las familias ancestrales del territorio.


En 2007 su comunidad inició un proceso ascendente de movilización en torno a la defensa de su territorio, especialmente amenazado por la inminente construcción de una central hidroeléctrica de capitales noruegos (Starkraf) que inundará el Ngen Mapu Kintuante.

Con el tiempo, la defensa se ha tenido que poner más dura debido a las constantes agresiones al complejo ceremonial, como la ocurrida en 2009, cuando el pastor evangélico Juan Heriberto Ortiz, en ese entonces dueño legal de las 15 hectáreas donde se encuentra el Ngen Mapu Kintuante (posteriomente vendió el predio a la empresa que construirá el complejo hidroeléctrico), autorizó una tala de árboles centenarios. “Aunque Ortiz fue multado, el daño ya estaba hecho. Actualmente eso está en el suelo, ahora está renaciendo parte del menoko y el lahuén porque hemos tratado de proteger ese espacio. La tala de esos árboles provocó la reacción inmediata de un grupo de mujeres y niños con el afán de ocupar territorialmente esa zona. En 2011 hicimos ingreso al espacio no en forma de toma, sino que nuestra intención era resguardar el espacio y dar uso ceremonial al espacio y expulsar a quienes trataban de talar los árboles, iniciando también una serie de acciones legales”, recuerda Millaray.

La machi resalta que gracias a la intensa defensa del complejo, comenzó a reconocerse el valor de dicha zona. “Hasta 2011 no había ningún estudio huinca para categorizar la importancia cultural y espiritual como un centro ceremonial y lo reconociera como parte de la cosmovisión mapuche williche. En todo este tiempo hemos impulsado el desarrollo de informes históricos, como el de Agustín Correa, y antropológicos, como el de Roberto Morales, y otros, que avalan su significancia cultural, lo que es un gran logro, considerando especialmente que fuimos trabajando bajo la ley occidental, la ley huinca, donde no hay mucha jurisprudencia al respecto. Hay un fallo a favor de la libertad de culto y de Kintuante que ganamos en Valdivia entre 2010-2011, el cual valida el uso ceremonial del espacio”, sostiene Millaray Huichalaf.

Dignidad rebelde

El trabajo activista ha repercutido en la vida de la machi Millaray, de 24 años. En enero de 2013, la policía ingresó a su casa a las 5 de la mañana con fusiles y ametralladoras para allanar el lugar con gran violencia, sin importar que su hija de tres años presenciara los hechos.
Posteriormente la llevaron al cuartel de la PDI, le intentaron quitar sus prendas ceremoniales y sacar saliva a la fuerza, frente a lo que se negó. Horas más tarde figuraba como encubridora de un incendio en Pisu Pisue sin tener pruebas para vincularla.


Pese a la experiencia de vivir encarcelada, a Millaray le incomoda hablar de estos hechos porque lo siente como una victimización, algo de la cual quiere alejarse. “Una es parte de un todo. Todos los mapuche cumplimos un rol, es el conjunto el que hace una fuerza. Además de ser machi, me tocó asumir una vocería política cuando el conflicto fue más duro y quedé marcada. Lo malo es la prisión y ser la única condenada, pero lo asumo con dignidad rebelde, como un ejemplo para los hijos, para los que vienen más adelante, porque los megaproyectos van a seguir invadiendo el territorio. Esto es un proceso de retroalimentación y vivencias para que las futuras generaciones resguarden su espacio. Es una lucha de pueblo”, asevera Millaray.

A pesar de las dificultades de todo este proceso, para la machi existen grandes logros. “Antiguamente estaban todos con la mente muy colonizada. Ahora son mapuche y usan su vestimenta. La reconstrucción que se proponía se está alcanzando gracias Kintuante. Logramos que aún no se construya la central y hemos conseguido que se valide la lucha sin meter a los partidos, los ambientalistas y las ONGs. Hemos dejado en evidencia que este es un megaproyecto que es inviable”, consigna.

En permanente resistencia


En octubre pasado, Millaray fue invitada para presentar su caso de criminalización, al período de sesiones de la CIDH en la ciudad de Washington DC, sin embargo no pudo asistir, al no conseguir su pasaporte en Chile por una orden de restricción vigente. Por esta razón, su situación fue dada a conocer por María Paz Becerra, Coordinadora de Gestión de Fondo Alquimia.

La iniciativa se enmarcó en una alianza entre diversas organizaciones de mujeres de la Región, liderada por el Fondo de Acción Urgente para América Latina, que al igual que Fondo Alquimia moviliza recursos para organizaciones y activistas que necesitan generar acciones urgentes muchas veces para salvaguardar sus vidas o comunidades.

Para Millaray, instancias como éstas abren nuevas puertas para la defensa de los territorios. “Hay diversas luchas al interior de América. La solidaridad con nuestras hermanas va a estar siempre y es de esperar que logremos armar un frente social para defender la tierra del occidente y del sistema neoliberal que le ha puesto precio a todo, especialmente porque hoy existe una política racista y neoliberal donde, en diferentes tipos de procesos, la criminalización hacia la mujer es latente”.

Actualmente la líder espiritual sigue encabezando acciones que impidan la construcción de la hidrolectrica. Es así como el pasado 4 de diciembre, tras participar en una reunión con representantes de 37 comunidades y de la empresa Starkraf, declaró el cese del diálogo, exigiendo el retiro inmediato del proyecto y advirtiendo que llegarán hasta las últimas consecuencias si es necesario (ver video al final del artículo).

Lo anterior, a pesar de las posibles represalias, pues en opinión de Millaray, en Chile existen leyes que se usan de manera encubierta para procesar a dirigentes mapuche. “Como la ley de la ANI (Asociación Nacional de Inteligencia) por la cual fui condenada y por la que Interpol no me dejar salir. Bajo esa ley somos personas sujetas a escuchas telefónicas y seguimientos personales, en definitiva la policía puede hacer lo que quiera, independiente de los tribunales”.

Millaray sabe que la inteligencia policial está detrás de ella y que puede ser acusada de cualquier cosa nuevamente o su familia. “Nuestra historia de lucha es larga, mi papá fue un activista en contra de la dictadura y mi hermana fue procesada por la ley de control de armas cuando era dirigente en la Universidad de Los Lagos, lo cual todo fue un montaje”, asegura la machi.

No existe forma de defenderse, indica Millaray. “Aquí es cuando una piensa cómo se puede ser mapuche correcto en este mundo… es un poco imposible. Lamentablemente tendremos que pasar por la cárcel al ser luchadores sociales que no se venden”.


Fuente: Fondo Alquimia