mayo 16, 2016

Las mujeres de la ciudad siria de Daraya advierten del peligro inminente de muertes masivas por inanición



En una carta abierta, 47 mujeres de la asediada ciudad explican que siguen sin recibir ayuda alguna de la ONU y temen que sus niños y familiares puedan morir pronto de hambre.


Con una población de 8.000 habitantes, situada a tan solo pocos kilómetros de los almacenes donde se guarda la ayuda humanitaria, Daraya sigue sin recibir ayuda alimentaria alguna de la ONU. (LCC Daraya/Facebook)

Las mujeres de Daraya, una ciudad siria que lleva más de tres años bajo asedio de las fuerzas del gobierno sirio, advierten en una carta abierta que están “a punto de presenciar” cómo sus hijos y familiares se mueren de hambre si la ayuda no les llega de inmediato.

“Les escribimos haciéndoles un llamamiento urgente para salvar nuestra ciudad”, decía la carta abierta, firmada por 47 mujeres, incluidas algunas que llevan al menos dos días sin comer. “Apelamos a todas las personas que puedan ver esto, de cerca y de lejos: Necesitamos ayuda urgente”.

Con una población de 8.000 habitantes y a pocos kilómetros de los almacenes de la ayuda, Daraya no ha recibido nunca ayuda alimentaria, “ni una migaja”, según dijo esta semana la embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power.

Según informó la ONU en su último informe, hay al menos 486.700 sirios que están en estos momentos bajo asedio. Siege Watch, una red independiente de monitoreo, dijo que la cifra real es de más de un millón, mientras la ONG Médicos Sin Fronteras la sitúa en casi dos millones.

Aunque hay grupos de la oposición, incluido el Estado Islámico, que mantienen bloqueadas determinadas zonas, son las fuerzas leales al gobierno sirio las responsables de la mayoría de los asedios.

Desde noviembre de 2012, los residentes en Daraya –famosos desde el comienzo del levantamiento por su resistencia pacífica frente al gobierno sirio- han sobrevivido gracias a los alimentos introducidos de contrabando desde la cercana barriada de Moadamiyet al-Sham, también asediada desde 2012, y a todo lo que pueden cultivar.

Cuando el gobierno cortó el suministro de agua a la ciudad hace dos años, los habitantes de la localidad extrajeron la que pudieron de pozos poco profundos, según explicó Lubna Al-Kanawati, gerente de programas para Siria de la ONG Women Now For Development, que dirige seis centros dentro de Siria, uno de ellos en Daraya.

Sopa de hierba

El pasado mes de enero quedó cortada la carretera entre Daraya y Moadamiyet al-Sham y los frecuentes bombardeos del gobierno ha hecho que el agua potable y de regadío de la ciudad estén contaminadas con sustancias químicas tóxicas.

A diferencia de otras zonas asediadas en Siria que han recibido ayuda durante el cese de hostilidades en la guerra que desde hace cinco años devasta el país, Daraya es una de las seis zonas en las que el gobierno sirio ha continuado bloqueando el acceso a la ayuda de la ONU, afectando a más de 250.000 civiles, según el último informe de la ONU de este mes.

Lo único que sostiene a la ciudad es su tierra agrícola, dijo el miércoles desde Daraya a Middle East Eye por Skype Sawsan Al-Abar, una de las firmantes de la carta. “Esto significa que no podemos satisfacer las necesidades más básicas de la vida”.

A diferencia de algunas de las firmantes de la carta, Abaar dijo que ella había comido el miércoles una sopa hecha de hierba, la comida habitual en la ciudad, donde la carta de las mujeres expone que ya no queda leche maternizada ni tampoco les queda leche a las madres como consecuencia de la desnutrición. Manifiestan también que apenas les queda sal.

“No disponemos ni de algo tan sencillo pero necesario como el detergente”, decía la carta. “No hay productos de limpieza para poder llevar a cabo la higiene y evitar las enfermedades”. Abaar, que dirige el centro de Women Now for Development en Daraya, dijo que hay una serie de dolencias crónicas, incluyendo problemas de estreñimiento, sarna y cálculos renales extendidas entre la población, que sólo dispone de un hospital de campaña que cuenta conn electricidad.

Los niños padecen repetidos episodios de dermatitis de pañal y las mujeres están abortando accidentalmente con mucha frecuencia, entre ellas Abaar.

“Debido a la desnutrición y a la carencia de atención sanitaria, perdí a mi hija en el sexto mes de embarazo”, dijo. “Sufrí mucho y tuvieron que hacerme una cesárea para sacarme el bebé”.

¿Perdiendo impulso?

La carta abierta llega tres meses después de que la ciudad siria de Madaya fuera noticia a nivel mundial, cuando al menos 28 de sus habitantes murieron de hambre mientras las fuerzas del gobierno sirio y los combatientes de Hizbolá asediaban la ciudad desde hacia seis meses.

Con Madaya en el centro de los focos y la atención de los medios de comunicación puesta en los cientos de miles de sirios bajo asedio, se tenía la sensación de que había suficiente interés internacional para poder encontrar una solución al problema.

El 12 de febrero en Múnich, cuando las potencias mundiales acordaron un “cese de hostilidades” en Siria, el secretario de estado estadounidense John Kerry dijo que las partes habían aceptado “acelerar y ampliar la entrega de ayuda humanitaria y que iba a comenzarse de inmediato”.

Pero tras un aumento de los convoyes de ayuda a las zonas asediadas sirias en febrero, el Consejo de Seguridad de la ONU ha tenido conocimiento, durante una reunión a puerta cerrada celebrada el pasado martes, que la ayuda de la ONU había ido llegando durante el mes de marzo a muy pocos de los sirios en riesgo de morir de hambre: el 21% del total.

“No voy a esconder que tenemos miedo ahora de perder algo del impulso conseguido tras el encuentro de Múnich”, dijo a los periodistas la pasada semana Jan Egeland, asesor especial del Enviado Especial de la ONU a Siria.

En Madaya, sus habitantes han continuado sufriendo desnutrición grave a pesar de las entregas de ayuda. El lunes, Mohamad Shaban, de 18 años, fue el último en morir de hambre.

La pasada semana, tres niños de la ciudad se desangraron hasta morir tras jugar con una bomba que hizo explosión, dijo Egeland.

“Estaban gravemente heridos pero no murieron por eso”, dijo. “Murieron porque no se permitió organizar la evacuación médica”.

Una nueva Madaya

A menos de una hora de coche, dijo Kanawati, la voluntaria de la ONG que ha pasado bastante tiempo en Daraya, hay “otra Madaya” y sus habitantes se sienten cada vez más desalentados y frustrados al ver que el mundo se ha olvidado de los sirios bajo asedio.

“Sienten que les han olvidado y no aciertan a explicarse las razones de ello”, dijo respecto a los vecinos de Daraya. “No hay reacción alguna, ninguna repercusión por parte del mundo entero, sólo silencio y no sabemos por qué”.

Aunque parece ser que las conversaciones por la paz entre la oposición siria y el gobierno se retomarán a finales de semana, Kanawati –que vivió bajo asedio durante más de dos años pero ahora trabaja fuera de Siria- mencionó que las percepciones que les están llegando de Ginebra, donde se celebran las negociaciones, es que la solución para lugares como Daraya no va a llegar con la rapidez necesaria.

“Eso hace que nos esforcemos al máximo porque la gente está sufriendo demasiado”, dijo. “Queremos luchar cuanto podamos para evitar tener que volver a ver videos de cómo la gente muere de hambre”.

Abaar dijo que ella y otras mujeres –muchas de las cuales, dijo, han perdido a quien mantenía a la familia- están protestando por que “ya no tienen paciencia para quedarse calladas”.

“Estamos viendo que nuestros niños empiezan a parecerse a esqueletos, que nuestros bebés de un año parece que tuvieran tres meses”, dijo. “Contamos con la conciencia del mundo, contamos con que querrán ayudarnos”.


Middle East Eye
[Mary Atkinson, de MEE, ha colaborado también en la elaboración de este informe.]
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Rebelión

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The Blood of Fish, Published in