octubre 28, 2016

"La identidad de una persona no es cuestión de raza sino de cultura"

La escritora Ángela Nzambi con su segundo libro, 'Biyaare' (Estrellas). BIEL ALIÑO

Ángela Nzambi habla de la mujer africana e inmigración en 'Biyaare', su segundo libro de relatos

"Para mí escribir es una forma de buscar respuestas y canalizar inquietudes", asegura

Licenciada en Ciencias Empresariales, dinamizadora social, africanista, feminista y escritora. Ángela Nzambi, nacida en Lía, un pequeño pueblo de Guinea Ecuatorial, es sobre todo una mujer sin fronteras comprometida con los problemas de su tiempo. Ella se considera afro-hispana y afirma categórica: «La identidad de cada persona no es una cuestión de raza sino de cultura». Ha vivido en Madrid, Santa Cruz de Tenerife Houston, Galveston y desde 1993 reside en Valencia. En 2004 empezó a trabajar en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (Cear), donde actualmente es técnica de voluntariado e incidencias y acaba de publicar su segundo libro de relatos Biyaare (Estrellas), con un prólogo de Justo Bolekia Boleká, en el que refleja sus vivencias y encuentros en la azarosa travesía de la vida.

Publicado por la editorial Sial Pigmalión, el libro reúne veinte relatos, la mayoría protagonizados por mujeres, que reflexionan sobre la realidad de la inmigración y la identidad cultural. «Una constelación de estrellas, cuyo trazo evoca un camino donde se confunden la senda de partida y la de llegada (...); trata de personas y personajes, de voces que denuncian injusticias, también del impulso humano por sobrevivir y el arte que muestra su poder de redención. Cada historia es la fotografía de un momento, de un acontecimiento o de un encuentro.»

Nzambi siempre lleva una libreta en el bolso y cuando dispone de un paréntesis plasma en ella una idea, una nota que puede ser germen de una historia. «Tengo la impresión de que empecé a escribir hace mucho tiempo en mis diarios y mis cuadernos en los que anotaba palabras, frases, citas que me gustaban de los libros que iba leyendo», cuenta. «La decisión de escribir en serio la tomé hace unos diez años. Para mí es una forma de buscar respuestas y canalizar inquietudes. Me baso en realidades que se asocian y dan lugar a otras, pero también puede haber ficción».

Así, en sus relatos aparecen personajes reales, como el historiador y político senegalés Cheikh Anta Diop, un antropólogo muy criticado por los occidentales, que en algunos de sus estudios ha tratado de mostrar la unidad cultural de todo el continente africano. También el Premio Nobel de Literatura nigeriano, Wole Sokinya, los «Griots» de Mali, el emperador Sundjata Keita, o la práctica religiosa del vudú en la diáspora africana.

En 2012 publicó su primer libro, Ngulsi, una colección de relatos que evocan el pueblo donde pasó su infancia, los juegos con sus hermanos, las historias de su abuela Chinde, cuya muerte significó su primera gran pérdida, y otros personajes entre reales y fantásticos como las keyzas, los reyes del mundo terrestre. La potente presencia de lo natural, los árboles sagrados, el río que fluye y alimenta, las leyendas y los ritos otorgan a estas historias una atmósfera fantástica al estilo de García Márquez.

«En mi primer libro, Ngulsi, las historias se desarrollan en un solo contexto, el espacio familiar y de mi cultura étnica, bisio. Género y cultura son sus principales temas», explica Nzambi. «En el segundo, Biyaare, las historias se desarrollan en varios contextos; género, inmigración e identidad cultural. En él me he visto más fluida, con más recursos narrativos».

A principios de los noventa Nzambi llegó a Valencia a estudiar Empresariales, donde se topó con un efervescente movimiento en reivindicación de la lengua. «Un compañero del colegio mayor muy valencianista me preguntó mi nombre», recuerda, «y cuando le dije Ángela me miró suspicaz. 'Seguro que tienes otro', replicó. Yo me reí y le dije que también me llamo Manguan ma Nzam. Desde entonces somos amigos y siempre se dirige a mí como Manguan».

Nzambi relata esta anécdota como demostración de cómo la cultura que cada uno recibe forja el carácter y las afinidades más que la etnia a la que pertenece. «Cuando voy a Estados Unidos, si tengo que informarme sobre algo, me acerco instintivamente a los hispanos que hablan castellano antes que a los afroamericanos».

El sueño de África

Cuando habla de sus raíces le brillan los ojos. Para ella África es el futuro y la esperanza, de acuerdo con el polémico libro de la francesa Anne-Cécile Robert, África en auxilio de Occidente.

¿Por qué África es tan desconocida pese a estar mucho más cerca que América, tal vez por la diversidad que encierra? «No creo que ese desconocimiento tenga que ver con su diversidad», responde. «Esa diversidad es, precisamente, una de sus atractivos. Creo que las razones son más de tipo político y económico, consecuencia de los intereses de grupos de poder para no tener que justificar situaciones, hechos y sucesos a la opinión pública».

Cuenta que en su país, Guinea, se han realizado grandes inversiones en carreteras, viviendas, hospitales, etcétera, pero que todavía queda mucho por hacer. «En general los países africanos han mejorado en el respeto a los derechos humanos y gobernanza, y cada vez más mujeres asumen puestos de poder, aunque la judicatura les sigue vedada». La mujer, todavía bastante invisible, es en su opinión la gran protagonista del despertar de africano.

Este sueño futurible no le impide observar mirada crítica la realidad que refleja también en algunos de sus relatos. «Cuando regresé a Bata, en 2009, después de varios años de ausencia me impresionaron los cambios, la ciudad se había transformado completamente», recuerda. «Por desgracia también me suele impresionar nuestra desidia o dejadez, iniciativas que podrían tomar las propias personas, las familias, la sociedad civil organizada, esperan a que las tome otro, que nadie sabe exactamente quién es; la excesiva materialidad; la pérdida de nuestros valores».

Nzambi lamenta que en España no se visualice todavía el mosaico de etnias y culturas como ocurre en París o Londres «desde el momento que llegas al aeropuerto y en los centros oficiales. La idea de que el multiculturalismo ha fracasado requiere matices. Se dice que como modelo de gestión de la diversidad no ha dado los resultados esperados, pero el relevo lo está tomando la interculturalidad, que pretende la interconexión entre las diferentes culturas», concluye esta mujer sin fronteras.

Por Bel Carrasco
Fuente: El Mundo.es

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