octubre 17, 2016

Saliendo de la boma: las mujeres masái de Tanzanía se hacen cargo de sus propias vidas y de su sustento

La población masái del norte de Tanzanía tiene los índices más altos de matrimonio infantil, mutilación genital femenina, analfabetismo y pobreza entre las mujeres del país.

Gracias a la alfabetización, competencias para el emprendimiento y capacitaciones sobre los derechos a la tierra, las mujeres han podido adquirir tierras por primera vez y han creado un comercio transfronterizo.

Mama Neema a la entrada de su boma tradicional (finca), donde construyó tres casas para su familia en la aldea de Kimokouwa en Arusha, Tanzanía. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath.

Las aldeas de la ladera del monte Longido, a una hora al norte de Arusha (Tanzanía), han sido el hogar de la población masái durante generaciones. La población masái es un grupo étnico seminómada que vive al norte de Tanzanía y tiene los índices más altos de matrimonio infantil, mutilación genital femenina, analfabetismo y pobreza entre las mujeres del país. La mayoría de mujeres están autoempleadas en el sector informal, y sus fuentes de ingresos dependen de la temporada.

“Muchas mujeres masái nunca habían salido de sus aldeas antes de nuestras capacitaciones”, afirma Ndinini Kimesera Sikar, la cofundadora y directora de la Organización para el Desarrollo de la Mujer Masái (MWEDO, por sus siglas en inglés), que imparte cursos sobre el emprendimiento, la formalización de negocios y los derechos a la tierra, con el apoyo de ONU Mujeres. “Ahora tienen pasaportes y todos los papeles legales necesarios para viajar y comerciar al otro lado de la frontera”, añade. “Es un gran logro para estas mujeres, a las que nunca se les ha permitido ni siquiera ir a la escuela”.

En la pequeña aldea de Mamura, más de 50 mujeres y niñas masái se han juntado bajo una acacia con ocasión de su reunión mensual en grupo para hablar de los ahorros. Mama Nalepo Olesein, de 48 años de edad, es una de las presidentas del grupo de ahorradoras de la aldea.

En 2007, Mama Nalepo se matriculó en un programa de alfabetización para personas adultas, donde empezó aprendiendo habilidades básicas como leer, escribir, sumar y restar. Más recientemente, participó en capacitaciones respaldadas por ONU Mujeres sobre prácticas contables, control de registros y desarrollo empresarial. Gracias a ellas pudo hacerse cargo de la tienda de su marido y renovar el modelo de negocio. Con el comercio transfronterizo, consiguió un beneficio de más de 500 USD al mes que le permitieron ampliar su negocio, enviar a sus últimos cuatro hijos a la escuela y comprar 12 parcelas de terreno.

Mama Nalepo en su tienda del mercado local de la aldea de Mamura en Arusha, Tanzanía. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath.

“Las capacitaciones dieron confianza a nuestras mujeres para que salieran de su boma(finca) y ganaran dinero igual que lo hacen los hombres”, afirma Mama Nalepo. “El futuro de mis hijas e hijos, nietas y nietos está seguro, porque he recibido los conocimientos que necesitaba para obtener beneficios de mi negocio”. Ahora, Mama Nalepo anima a otras mujeres de aldeas cercanas a que participen en las capacitaciones.

En las profundidades de la sabana, en la aldea de Kimokouwa, otro grupo de mujeres se reunió para compartir sus historias de empoderamiento. Mama Neema Olenriya, de 42 años de edad, presidenta del consejo de la aldea, habla sobre su lucha de 20 años para adquirir tierras.

“Durante generaciones, sólo los hombres podían poseer y heredar tierras, por eso se cuestionan si las mujeres están en condiciones de ser propietarias de tierras”, afirma Mama Neema. “Pero yo también soy una masái. Yo también puedo luchar por mis derechos”, añade.

Mama Neema recibió capacitaciones sobre los derechos a la propiedad y la tierra que le dieron confianza para exigir a las autoridades de la aldea una parcela de tierra que fuese suya por ley.

“Esta es ahora mi tierra; puedo enseñaros todos los papeles”, afirma Mama Neema mientras señala su parcela, donde ha construido tres casas para su familia de siete miembros. Utiliza los conocimientos conseguidos en las capacitaciones y la experiencia personal para ayudar a otras mujeres a que adquieran tierras, y también está trabajando con un grupo más reducido de mujeres para abrir una tienda donde vender verdura, leche y joyería étnica en el mercado local.

En la coordinación de estas capacitaciones participan hombres jóvenes, como Samwel Simanga, de 27 años de edad, que tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela primaria y ahora trabajan como facilitadores y traductores. Por miedo a que las mujeres lo hagan mejor que los hombres, muchos de los amigos de Simanga le han disuadido de que ayude a las mujeres a conseguir su independencia económica. Pero él no está de acuerdo. “Las mujeres que conocen sus derechos y están educadas no necesitan que los hombres las ayuden económicamente”, afirma Simanga, que es el único encargado de ganar el sustento para su extensa familia de 13 miembros. “Cuando el poder en el hogar se reparte equitativamente entre mujeres y hombres, todo el mundo gana”.

Aunque algunos hombres de su aldea siguen ridiculizando los esfuerzos de Simanga por ayudar a las mujeres, otros le han confiado que aprecian los ingresos adicionales que obtienen las mujeres con sus pequeños negocios.

Entre 2011 y 2016, la asociación entre ONU Mujeres y MWEDO ha empoderado a centenares de mujeres masái para que puedan adquirir tierras, encontrar empleos adicionales y diversificar sus actividades económicas a fin de complementar los ingresos de sus familias. Las capacitaciones más recientes se impartieron como parte del programa de 2016 de ONU Mujeres sobre “Acceso de las mujeres a los ingresos, la tierra y los derechos”, respaldado por el Gobierno de Suecia a través del Fondo Único para Tanzanía.

Fuente: Onumujeres

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