diciembre 09, 2016

Escuadrón ciudadano defiende a mujeres en Nueva Delhi


Tomada de Amnistía Internacional

La policía de Nueva Delhi lanzó una iniciativa única para frenar la espiral de violencia contra las mujeres en esta ciudad a través de un escuadrón de vigilancia ciudadano.

La ciudad, conocida como la “capital de la violación”, tendrá en el grupo llamado “policías mitras” (amigos de la policía) apoyo en labores de prevención y detección de delitos para contribuir a mantener el orden. Lo integran granjeros, trabajadoras del hogar y exmilitares.

A su vez, los jefes de la Policía crearon su propia versión de los “Ángeles de Charlie”, un grupo de mujeres entrenadas para combatir la delincuencia; agentes con kimonos blancos que saben lanzar patadas y persiguen a los predadores sexuales en todo el país.

El grupo de 40 mujeres bien entrenadas en artes marciales vigila lugares “vulnerables” de la capital hindú, como las escuelas y las estaciones de tren subterráneo.

India, uno de los peores países en materia de seguridad de la población femenina, incorporó una serie de iniciativas innovadoras para proteger a las mujeres de los delitos sexuales. Pero irónicamente, a pesar de leyes más duras y del fortalecimiento de la Policía, la violencia va en aumento.

Según un informe del Contralor y Auditor General de la India, los delitos como violación, abuso sexual y acoso se dispararon, al crecer 60 por ciento entre el periodo 2010-2011 y entre 2014 y 2015.

Un informe de la Oficina Nacional de Registro de Delitos concluyó que hubo 337 mil 992 denuncias de violencia, violación, crueldad y secuestro contra las mujeres en 2014, 9 por ciento más que el año anterior.

Las denuncias de violación también aumentaron 9 por ciento, registrándose 33 mil 707 ese mismo año, el último del que se disponen datos.

Un estudio de la organización ActionAid concluyó que 79 por ciento de las mujeres hindúes han sufrido acoso o violencia en espacios públicos.

El aumento de ataques contra la población femenina disparó numerosos proyectos voluntarios, como la iniciativa Blank Noise, cuya campaña #WalkAlone (camina sola) urgió a las mujeres a romper el silencio y caminar solas para luchar contra el miedo al acoso callejero.

Otra campaña más pidió a las mujeres que enviaran la vestimenta que llevaban cuando sufrieron acoso para montar una exhibición pública. La asociación también dicta cursos para ayudar a las mujeres a crear espacios seguros.

En 2003, ActionAid convocó a acosadores, víctimas, espectadores y transeúntes, llamados “Héroes de Acción” -una red de voluntarios de todas las edades, géneros y orientación sexual-, a difundir el mensaje contra el acoso sexual en espacios públicos.

El parlamento aprobó leyes más duras contra la violación, la trata de personas, los ataques con ácido y el acoso, pero esto tampoco se tradujo en una disminución de los delitos. Algunas activistas lo atribuyen a que las movilizaciones generaron un contraataque de los violentos.

“Hay mucha cobertura mediática, marchas con velas y miedo en las redes sociales si las mujeres se indignan, pero en realidad no cambió nada”, observó Pratibha Malik, de la organización Aashrita.

“La presencia misma de las mujeres en espacios no tradicionales, como oficinas, bares, restaurantes, entre otros, en una sociedad patriarcal como la de India es responsable de la respuesta violenta”, opinó.

El detonante para reforzar la legislación y la acción policial fue la violencia contra una estudiante de medicina, de 23 años, en diciembre de 2012 dentro de un autobús en movimiento cuando regresaba del cine con un amigo.

Un grupo de varones, entre los que incluso había uno de 14 años, atacó a la pareja. La mujer fue varias veces violada y su amigo golpeado con una barra de hierro. Ella murió poco tiempo después y todo el episodio, que ocupó los titulares de los diarios mundiales, motivó protestas masivas reclamando medidas contra la violencia.

Poco tiempo después se creó el Comité de Justicia Verma, en cuyo informe mencionó que “la gobernanza deficiente no crea un ambiente seguro y digno para las mujeres de India, constantemente expuestas a la violencia sexual”.

Los tres agresores del sonado caso de 2012 fueron condenados a muerte. Además, se aprobó una ley ampliando la definición de delitos sexuales para incluir la penetración forzada mediante cualquier objeto, el acoso, la violencia con ácido e incluso contra desvestir a las mujeres.

Pero ellas no se sienten seguras, pues consideran que aún acecha el peligro, en especial en las grandes ciudades, donde salir de noche aún se considera una “aventura”.

“No me siento para nada segura en espacios públicos ni en el transporte público. Sé que nadie va a salir a defenderme si estoy en problemas”, confesó la cocinera Rekha Kumari, de 30 años.

“Llevo gas pimienta y un cuchillo cuando vuelvo tarde de la oficina”, coincidió Shashibala Mehra, una contadora de 52 años. “En los 40 minutos que tengo de regreso a casa, hablo por teléfono con mi esposo para que sepa si tengo algún problema”, añadió.

Laxmi Aggarwal, quien sufrió un ataque con ácido y se dedicó a trabajar para prohibir la venta de esa sustancia en este país, señaló que el gobierno no ha hecho mucho al respecto. “Jóvenes vulnerables sufren ataques en distintas zonas rurales de India”, apuntó.

La joven de 27 años labora con la organización Stop Acid Attacks para ayudar a otras víctimas como ella y defender sus derechos en la justicia.

Además de comprar armas y gas pimienta, muchas mujeres recurren a aplicaciones de seguridad, toman clases de defensa personal y se unen a grupos de autoayuda.

El colectivo femenino Brigada Roja, por ejemplo, ofrece a mujeres y niñas técnicas de autodefensa y persigue a los hombres que cometieron una agresión sexual.

“Tratamos de que el hombre errado entre en razón hablando con él y sus padres. Si no escucha, vamos a la Policía”, detalló Usha Vishwakarma. “Si sigue obstinado, pasamos a la acción”, puntualizó.

Una parte importante del apoyo de la Brigada Roja es ayudar a las víctimas a sacarse el sentimiento de culpa y de que son responsables de la violencia sufrida.

Por Neeta Lal
Traducido por Verónica Firme.
Fuente: Cimacnoticias 
Este artículo fue publicado originalmente por la agencia de noticias IPS.

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