mayo 05, 2017

Entrevista a Marta Macho, Premio Emakunde 2017 “Las mujeres alcanzaremos un lugar más destacado en la ciencia cuando se cambie el concepto actual de competitividad por el de colaboración”



Profesora de Geometría y Topología en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), la matemática Marta Macho Stadle ha dedicado gran parte de su vida a la divulgación, intentando siempre hacer visible el papel de las mujeres en el mundo científico. Editora del blog Mujeres en Ciencia y coordinadora del ciclo ‘Ellas hacen ciencia’ que acoge cada año la biblioteca Bidebarrieta de Bilbao, es coautora de Mujeres en la Ciencia. Guía didáctica sobre el papel de la mujer en la historia de la ciencia y pertenece a la Comisión de Mujeres de la Real Sociedad de Matemáticas Española, entidad que le ha premiado este año por “su labor de divulgación, su compromiso con la igualdad y su trabajo tendiendo puentes entre los profesores de matemáticas de diferentes niveles educativos”. 2015 también le ha traído el Premio Igualdad de la Universidad de Alicante “por sus acciones a favor de la visibilización de la aportación de las mujeres científicas en el progreso social”.

Tras años de trabajo por la visibilización de las mujeres en el campo de la ciencia, ahora llegan los reconocimientos. Pero, ¿se ha sentido acompañada o al menos apoyada en todo este tiempo?

El tema de las mujeres en la ciencia es un tema complicado y más en la Universidad, donde todo el mundo piensa que las cosas ya están conseguidas. Yo llevo trabajando en ello desde hace muchos años y alrededor siempre he notado una especie de escepticismo. Somos muy poco críticos y todo el mundo piensa que en el campo de la ciencia no hay sexismo. No me he sentido muy acompañada, pero parece que las cosas están cambiando. Ahora empieza a ser políticamente correcto hablar de ello y creo que este último premio puede ser un pequeño punto de inflexión.

Los libros de texto de Ciencias e Historia, ¿incluyen ya los nombres de las científicas o seguimos en las mismas?

Los libros de texto no hablan mucho de la gente que hace ciencia, ni de hombres ni de mujeres, porque hay que dar mucho contenido y no hay tiempo ni espacio. Pero me consta que muchos profesores de Primaria y Secundaria están haciendo un gran esfuerzo para que los nombres de las mujeres científicas se hagan visibles y aprovechan para explicar las dificultades que tuvieron en su época para investigar e inventar las cosas. Los libros de texto tienen que cambiar otras cosas también, por ejemplo, el hecho de que a la hora de formular problemas y ejercicios sea siempre un niño el protagonista.

Aparte de Marie Curie, pocos nombres de científicas o descubridoras han trascendido a nivel popular. ¿De quiénes no deberíamos olvidarnos bajo ningún concepto?

Hay tantas… Sólo en matemáticas, te podría hablar de Sofía Kovalevskaya, de Ada Lovelace, de Emy Noether, de Chien-Shiung Wu, que fue ninguneada en el Nobel en favor de sus compañeros… Este año ha sido el Año de la Luz y se ha hecho una exposición preciosa sobre doce mujeres que han contribuido al campo de la luz. Hay muchísimas mujeres que merecen su lugar en la Historia, pero, en el fondo, creo que lo importante es conocer a algunas para tener modelos, pero sin caer en crear mitos. Los mitos hacen flaco favor a la sociedad. Lo que hay que conseguir es que veamos a las personas de ciencia como a seres humanos, cercanos, con sus problemas y sus luchas, eso es fundamental. Eso, junto a la colaboración en vez de la competitividad, acercaría la ciencia a las niñas y jóvenes y la haría mucho más apetecible y alcanzable.

Y hoy en día, ¿siguen quedándose las científicas en el camino a la hora del reconocimiento? ¿Qué pasa con los premios Nobel, por ejemplo?

Está claro que se reconocen a muchas menos mujeres que a hombres. Este año sólo ha habido un Premio Nobel científico a una mujer y ha sido compartido con otros dos hombres dentro de Fisiología y Medicina, que es el Nobel que más mujeres ha premiado. ¿Qué sucede? Pues lo que ocurre en otros muchos ámbitos: hay un comité que decide, formado mayoritariamente por hombres, y ellos sólo se ven a sí mismos. Es un tema complicado, y pasa lo mismo a la hora de elegir a los ponentes para un congreso. Es algo contra lo que también estamos luchando y, de hecho, hoy en día mucha gente protesta o incluso decide no ir a un congreso si no hay al menos una mujer invitada como conferenciante principal. ¿Por qué no encuentran mujeres para dar esas charlas? No es que no las haya, claro que hay, pero muchas veces se va a lo fácil, que es llamar a las personas que tienen más visibilidad, a las que más gente conoce. Que, casualmente, son hombres. Es un círculo vicioso. Pasa en todos los ámbitos, aunque desde fuera a veces se piense que la ciencia se librará de estos clichés porque es más ecuánime. No es así, porque detrás de toda decisión hay una persona. Quien decide qué proyecto se financia, qué tema hay que investigar… son personas, con sus intereses y prejuicios. La ciencia está tan llena de valores como cualquier otro ámbito.

Hablaba antes de hacer más apetecible la ciencia a niñas y jóvenes. ¿Siguen eligiendo en mayor medida las mujeres las carreras de Letras?

Depende. En Matemáticas, y esto es algo que sorprende bastante, hay muchas mujeres. También en Biología o en Química. Pero en Físicas ocurre como en las ingenierías y otras carreras de tipo técnico, que se han quedado como profesiones más masculinizadas. Las jóvenes se interesan más por ciencias como la medicina, por ejemplo. Se suele decir, y a lo mejor es verdad, que nosotras tenemos la tendencia de decantarnos por profesiones que tienen aplicaciones de tipo social.

¿Por qué tantas mujeres científicas abandonan la carrera de la investigación?

La carrera de la investigación es muy dura y ahí es donde se produce el efecto tijera. Está llena de obstáculos y si pierdes tiempo, sea por maternidad o por cuidado de personas mayores, te quedas atrás. Hay un momento en el que las mujeres no pueden con todo, y a veces renuncian a seguir investigando. Curiosamente, se dice que cuando los hombres tienen hijos su productividad aumenta. Pero el tema del terrible bajón de mujeres que se da en la investigación no sólo tiene que ver con los hijos. Son todas las trabas que se encuentran: el corporativismo de los hombres, la mentalidad de quien toma las decisiones…

En el mundo científico, hay que publicar cuanto antes, porque la información ahora se comparte muy deprisa. Eso significa que si no estás investigando constantemente, te pueden pisar. Es muy competitivo y nosotras en ese campo, funcionamos peor. Seguramente estamos peor entrenadas en la competitividad.

¿Cómo lleva usted personalmente la competitividad?

Llevo treinta años trabajando en el ámbito de la ciencia y la competitividad la llevo mal, no me gusta nada; es más, me molesta profundamente. Yo hice mi tesis en la Universidad de Lyon y Francia es un país muy duro para esto. Se forman grupos interdisciplinares en los que te entrenan sacándote a la pizarra y atacándote por todos los flancos. Es todo un poco perverso. No me gusta ese sistema. Yo creo que colaborando con tranquilidad las cosas salen mucho mejor que compitiendo a destajo. Pero, desgraciadamente, es lo que funciona hoy en día. Es una carrera de resistencia. Parece que el que resiste toda esa presión es el mejor. Y, sin embargo, yo creo que hay gente que no es tan rápida ni tan agresiva o competitiva, pero que es tan buena como la otra. Ese concepto de ciencia debería abandonarse: la ciencia no es cosa de un líder o de una persona que es mucho más lista que las demás y descubre cosas, la ciencia la hacen equipos interdisciplinares en los que todo el mundo tiene un papel importante. Cuando la ciencia se entienda así, las mujeres pasaremos a tener un lugar más destacado porque en esa forma de trabajo encajamos mejor.

Edita el blog Mujeres con Ciencia. ¿De dónde surge este proyecto?

Es un blog de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco. A cierto punto, el responsable de la Cátedra, que es Juan Ignacio Pérez, me propuso el proyecto y yo recogí el encargo encantada. Comenzamos en mayo de 2014 y está funcionando muy bien, el público que lo lee es muy diverso gracias a que los contenidos son muy variados; a veces hablamos de pioneras, otras de de mujeres que en la actualidad hacen ciencia. También metemos cosas transversales a la ciencia: artistas que hablan de ciencia en sus obras de arte, por ejemplo.

Además, coordina, junto a otra compañera, el ciclo de conferencias de Bidebarrieta ‘Ellas hacen ciencia’. Este año han incluido un tema que ha suscitado mucho interés: el de cómo los sesgos de género en medicina perjudican a la salud de la mujer.

Se habla muy poco de ese tema y por eso invitamos a Elena Aldasoro, que trabaja en el Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco. Para hacer los estudios clínicos se utilizan a muchos más hombres que a mujeres, porque ellas tienen unos cambios hormonales muy grandes. Las consecuencias que se sacan de esos estudios, como la cantidad de medicación que hay que tomar o los efectos secundarios que provocan, son válidos para los hombres, pero ahora se está viendo que igual no son tan válidos para las mujeres. Por otro lado, hay síntomas que no son iguales para los hombres y las mujeres: ocurre con los infartos de miocardio. Resulta que mueren muchas más mujeres que hombres por esta dolencia, a pesar de que cuantitativamente se dan más infartos en los hombres. 
Mientras a ellos les duele el brazo, a nosotras nos afecta a la zona estomacal y muchas veces se nos diagnostica como un trastorno de tipo sicológico, un ataque de ansiedad, qué típico, de tal manera que cuando una mujer llega a ser hospitalizada el infarto está en una fase mortal. Hay que poner una perspectiva de género en medicina porque se está viendo que las mujeres salimos perdiendo también en eso.

¿La participación de mujeres en los cargos de dirección de nuestra universidad pública es la deseada?

La Universidad del País Vasco en el tema de cuotas es muy cuidadosa. En todas las comisiones y equipos directivos tiene que haber la misma cantidad de hombres y mujeres, lo que pasa es que no todos los cargos son iguales: también habría que mirar qué responsabilidades se les dan a unos y a otras…

¿Y el tema de las cuotas suscita polémica en la Universidad?

Sí, claro. Hay mucha gente que piensa que es una tontería y otra a la que le molesta profundamente. El argumento que te dan es que no hay que mirar al sexo de la persona, sino elegir a la más valiosa. Pero, bueno, ¿es que tú te crees que toda la gente que dirige es la más valiosa? ¡Como si no hubiera hombres incompetentes en todo tipo de cargos! Y no suscitan los remilgos que suscitan las mujeres, cuya valía siempre se pone en duda… Se trata de formar equipos con las personas que tienes en ese momento e intentar que sean lo más equilibrados posible. Contrariamente a lo que se suele escuchar, las mujeres no son las culpables de que la gente más valiosa no esté en los cargos adecuados.

¿Que supone la docencia para usted?

Es mi verdadera vocación. Me encanta ilusionar a la gente con las matemáticas. Enseñar a gente joven es adaptarse a ellos y eso te hace tener la mente abierta, es muy enriquecedor, un lujazo. La docencia es extraordinaria. Si les miras, claro. Porque el aula no es sólo un lugar donde se enseña a la gente a aprender contenidos. Hay que enseñarles el oficio, formas de hacer las cosas. Si por avanzar en la materia marcada me dejo en el camino a la mitad del alumnado, la clase pierde todo el sentido. Tienen que entender y yo haré lo que sea para que entiendan, tarde lo que tarde.

¿Y la divulgación?

La sociedad tiene que conocer lo que se está haciendo en la Universidad, entre otras cosas porque nos pagan con dinero público. La ciencia ha vivido muy cómoda durante mucho tiempo en su pequeño reducto, negándose a contar nada porque total no les iban a entender. Pero hay que captar a niños y niñas para que hagan carreras científicas, hay que hacer que pierdan el miedo a las matemáticas, por ejemplo, que durante mucho tiempo han sido las grandes odiadas. Las matemáticas también pueden ser divertidas, son muy bellas y tienen aplicaciones extraordinarias. Además, te ayudan a amueblar la cabeza. Cuando llegas a comprender algo en matemáticas el placer del descubrimiento es algo inigualable.

Foto: Jon Hernáez
Fuente: AmecoPress/Emakunde.- 

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