septiembre 19, 2017

El tiempo de las mujeres “es político”

Para las latinoamericanas, “existe una retroalimentación entre la pobreza monetaria de sus hogares e individual y la pobreza de tiempo”, advierte la especialista, que apunta a la necesidad de información y políticas públicas para la paridad.



Para las mujeres, el tiempo no productivo, genera pobreza. Para ellas “existe una retroalimentación entre la pobreza monetaria de sus hogares e individual y la pobreza de tiempo”, dice Nieves Rico, experta de la Cepal, porque ese tiempo está dedicado a tareas por las que no cobran dinero. Y ese trabajo no remunerado de las mujeres equivale aproximadamente a un quinto del producto bruto de los ocho países que lo han medido en América latina y el Caribe.

María Nieves Rico, directora de la División de Asuntos de Género, Comisión Económica para América latina y el Caribe Cepal, habló de esto en el Seminario Internacional “Entre la medición y la acción: debates en torno al bienestar” organizado por Unicef y la Secretaría de Estado de Gestión Pública y Planeamiento del Gobierno de la provincia de Tucumán.

Rico es Antropóloga Social de la Universidad Nacional de Rosario, magíster en Sociología del Desarrollo, en Desarrollo y Administración Local y doctora en Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y presentó el trabajo “Uso del tiempo y trabajo no remunerado: dimensiones invisibles del bienestar”. Luego del seminario, la experta en políticas públicas con enfoque de género y derechos humanos, respondió a algunas preguntas para este diario.

–¿Es nuevo el pensar en el bienestar de las mujeres como un derecho? ¿Cómo se ha avanzado en la conceptualización y en la mirada sobre el problema?

–Los estudios realizados desde hace por lo menos dos décadas por la academia feminista así como por organismos internacionales como la División de Asuntos de Género (DAG) de la Cepal sobre el bienestar han incorporado una perspectiva de igualdad de género, autonomía y derechos de las mujeres, avanzando en estadísticas e indicadores que muestran su situación.

A pesar de los avances y la evidencia empírica hoy disponible y los esfuerzos realizados, ha habido importantes dificultades y resistencias para que las mediciones de la pobreza, tanto monetaria como multidimensional, y el bienestar incorporen sistemáticamente un enfoque de género no solo desagregando la información por sexo, sino fundamentalmente identificando las problemáticas y discriminaciones a las que son expuestas las mujeres debido a la división sexual del trabajo, el sistema patriarcal, las barreras para acceder a recursos y a los procesos de adopción de decisiones.

–Así como lo personal es político, ¿hoy podemos decir que el tiempo es político?

–Sí. La distribución y uso del tiempo están siempre condicionados y muchas veces determinados por la actual división sexual del trabajo y la asignación de roles a mujeres y hombres, pero también por políticas públicas que pretendiendo ser neutrales y, en ocasiones universales, desconocen el trabajo doméstico y de cuidado realizado por las mujeres, su aporte a la economía y al desarrollo de los países, y la inminente necesidad de redistribuir este recurso para avanzar hacia la igualdad.

–Las encuestas del uso del tiempo son un instrumento necesario para desarrollar políticas públicas. ¿Cuál es el nudo central del problema de la división de tareas?

–La actual división sexual del trabajo y la asignación cultural casi exclusiva a las mujeres de las responsabilidades de cuidado, no sólo son injustas sino que se constituyen en una barrera para la autonomía económica de las mujeres en la medida que tienen importantes dificultades para insertarse en el mercado laboral en ocupaciones con protección social, tener ingresos propios y por lo tanto alcanzar su autonomía económica. Pero también, como lo han mostrado estudios de la Cepal, se constituye en un factor reproductor de la pobreza.

–¿Cómo se conjugan la pobreza monetaria y la falta de tiempo en la vida de las mujeres?

–Estudios realizados por la Cepal sobre las encuestas de hogares y las encuestas de uso del tiempo muestran que entre las mujeres que no tienen ingresos propios (una de cada tres a nivel regional) el tiempo destinado al trabajo no remunerado y de cuidados es superior respecto al que dedican las mujeres que sí tienen ingresos proveniente, y mucho mayor al que dedican los hombres tengan o no ingresos propios. También las mujeres pertenecientes a los primeros quintiles de la distribución dedican más tiempo al TNR que las mujeres de los otros quintiles. Notándose que en el caso de los hombres el tiempo destinado a este trabajo es casi el mismo cualquiera sea el nivel de ingreso de los hogares, mostrando un comportamiento similar independientemente si es pobre o no pobre. Entonces para las mujeres existe una retroalimentación entre la pobreza monetaria de sus hogares e individual y la pobreza de tiempo.

–Usted dice que las mujeres jóvenes que no estudian y no están ocupadas, trabajan sin cobrar. Acá algunas personas todavía hablan de los “ni-ni”…

–No nos parece acertado utilizar la denominación ni-nis porque oculta la tremenda realidad de que las mujeres jóvenes que no estudian y no están insertas en el mercado laboral están trabajando de manera no remunerada al interior de los hogares. Por eso decimos que hay jóvenes que no estudian pero trabajan sin cobrar por dicho trabajo, y esas jóvenes están también sosteniendo la economía, subvencionando a los sistemas de protección social y responsabilizándose del bienestar de sus familias, sin poder desarrollar su juventud y su potencialidad por esta responsabilidad lo que va a impactar en sus derechos y su autonomía actuales y futuros.

–El trabajo no remunerado de las mujeres equivale aproximadamente a un quinto del producto bruto de los países que lo han medido ¿cómo se hace para valorizar esto? Es decir, ¿cómo se visibiliza y se logra monetizar ese trabajo?

–La valorización del trabajo no remunerado (TNR) en el marco del Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) permite obtener una medida más precisa de lo que produce la sociedad en su conjunto, visibilizando una parte de la economía y de la producción de bienes y servicios que había permanecido oculta. Además, permite incorporar el aporte del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado al análisis macroeconómico, al diseño de políticas públicas y a la toma de decisiones. De igual modo, esta valoración sirve para comprender mejor las dinámicas económicas al interior de los hogares (entre sus miembros), así como entre hogares según su inserción en la estructura socioeconómica, y entre los hogares y el resto de la economía. Esto es fundamental para incorporar el análisis de la economía del cuidado en el funcionamiento del sistema económico. En este contexto, esta valoración es de especial importancia debido a que visibiliza la contribución a la economía que realizan las mujeres (expresada en lenguaje y moneda de intercambio tradicional) y permite abrir la discusión hacia la economía heterodoxa.


Por Sonia Santoro

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in