marzo 28, 2018

Tania Varela, la defensora de mujeres maltratadas atrapada por el veneno blanco del narcotráfico

La narcoabogada detenida en Sitges que Europol declaró la criminal más buscada de Europa inició su carrera delictiva tras enamorarse del hijastro de Laureano Oubiña cuando dirigía el Servicio Municipal de Información a la Mujer de Cambados.



Ninguno de sus amigos, de sus familiares o de sus compañeros de carrera habría creído jamás que la biografía de Tania acabaría pareciéndose a la de un personaje de las novelas de Don Winslow. Pero para cuando aquella tímida letrada de aspecto recatado cumplió treinta años, su carácter apocado y formal ya había empezado a trocarse en el de una aprendiz de narco.

La culpa la tuvieron el amor y el veleno branco, el veneno blanco, como algunos llaman en Cambados a ese gusano interior que devora a quienes descubren un día que el narcotráfico puede reportarte una vida tan llena de lujo, poder y aventuras al filo de la ley, que dejarla resulta aún más difícil que desengancharte de las sustancias con las que traficas.

María Tania Varela Otero, detenida el pasado lunes en Sitges, pasó en apenas diez años de ser una joven abogada de Cambados especializada en derecho de familia a convertirse en uno de los delincuentes más buscados de Europa. Hacía años que había dejado atrás aquella existencia gris de abogada de provincias y divorcios para escribirla con la misma épica con la que Winslow glosa las andanzas de sus narcos de novela: mansiones, yates y planeadoras; alijos, persecuciones y asesinatos; triángulos amorosos, traiciones y sanguinarias vendettas.

Tania conoció a David Pérez Lago en el 2004, tres años después de empezar a trabajar como asesora legal para mujeres maltratadas y directora del Servicio de Información a la Mujer del Ayuntamiento de Cambados, el pueblo pontevedrés de la comarca de Arousa donde ambos habían nacido. La localidad ya se había hecho famosa por culpa de los antiguos contrabandistas de tabaco reconvertidos en capos del narcotráfico: Sito Miñanco, Manuel Charlín, Marcial Dorado, Laureano Oubiña...

David era hijo de Esther Lago, la inteligente y escurridiza secretaria de buena familia que se había casado en segundas nupcias con Oubiña y que dirigía con él la empresa de transporte a través de la que las mafias metieron en España y en Europa toneladas de hachís y de tabaco de contrabando en las décadas de los ochenta y los noventa.

Cuando Tania conoció a David, Esther había muerto hacía cuatro años, Oubiña, Miñanco y Charlín purgaban largas condenas, y él ya había empezado a gestionar la estructura logística y societaria que sus padres habían montado. Encabezaba la nueva generación de cachorros del narcotráfico arousano que se formó al albur del nuevo milenio y, de hecho, ya había sido detenido en 1999 por un alijo de más de doce toneladas de hachís incautadas a bordo del buque Regina Maris, en una operación dirigida por su padrastro.

Un año después de conocer a David, Tania dejó su empleo en el Ayuntamiento y empezó a ejercer como su asesora legal. Era un joven apuesto y con pinta de triunfador, a quien Laureano y Esther habían podido pagar una educación burguesa en el colegio privado más caro de Santiago. Le gustaba deslumbrar a sus novias, a las que solía animar a asociarse para montar negocios conjuntos.

Si a ellas les iban los coches, pues una empresa de importación de vehículos de lujo. Si lo que les gustaba era la noche y la movida, un bar de copas. Quién sabe qué fue lo que los deslumbró a ambos. Quizá el amor, o el veleno branco, o una combinación de las dos cosas.

El caso es que la llegada de Tania a la vida de David también significó para él un cambio de rumbo. Porque al tiempo que ella empezaba a ejercer la defensa legal de la familia, a contactar con los proveedores, a viajar a Portugal a comprar teléfonos satelitales y a rediseñar el entramado societario de blanqueo de los Oubiña, él le daba una vuelta de tuerca al negocio para organizar su primera descarga por su cuenta. De cocaína.

Coca intervenida en Cambados en una operación en 2011 - EFE

Laureano Oubiña, quien ha reconocido que se pasó del tabaco al hachís pero que siempre defendió que nunca había hecho negocios con la coca de los colombianos, le había dicho que no se metiera en eso. Pero David no le hizo caso.

En la primavera del 2006 ya sabía que la Audiencia Nacional lo había condenado a seis años de cárcel por el hachís del Regina Maris. Tania había recurrido la sentencia ante el Tribunal Supremo y eso le permitía seguir en libertad, así que tuvieron tiempo para diseñar una descarga que los haría más millonarios aún y que reforzaría su posición ante la familia Lago Oubiña y el resto de clanes.

Querían alijar casi dos toneladas de coca, que valdrían en el mercado más de 160 millones de euros. Pero en Arousa los vigilaban de cerca y decidieron desplazar la operación al norte, a una playa de Corme, en la Costa da Morte coruñesa. No conocían la zona tan bien como las Rías Baixas, es cierto, pero las crónicas de la época aseguran que lo que frustró su plan no fue eso, sino la mala suerte.

Una de las embarcaciones que debía recoger la carga en el mar tuvo problemas, David salió con su planeadora a auxiliarla y la Guardia Civil lo advirtió. Lo siguieron, localizaron los fardos con más de 1.700 kilos de droga, y a él, empapado y desorientado con 14.000 euros en el bolsillo deambulando por la pequeña localidad pesquera de Corcubión, cerca de Fisterra.

Tania empezó a organizar la defensa de los detenidos mientras se hacía cargo de sus familiares e incluso intentaba amortizar el fracaso de la operación vendiendo el gasoil sobrante para cubrir parte de las pérdidas y compensar así a los colombianos. Pero la descubrieron y también la encausaron.

Algunas fuentes afirman que fue el propio David quien la traicionó, implicándola junto con otros imputados para lograr una reducción de once años en la petición de condena que luego haría el fiscal en la vista oral. Esa versión sólo se hizo pública años después, cuando Tania ya se había fugado. Además, los dos contrataron al mismo abogado: Alfonso Díaz Moñux, un letrado madrileño experto en casos de narcotráfico que ya había representado a otros capos, algunos tan relevantes como Sito Miñanco y como Zhakariy Kalashov, el jefe de una de las más poderosas mafias rusas.


Laureano Oubiña, familiar de David López.
 detenido por narcotráfico - EFE

¿De verdad David traicionaba a Tania para luego encargar su defensa al mismo abogado? ¿De verdad un experto en defender a poderosos miembros de los cárteles internacionales del narcotráfico se atrevía a violar sus códigos recomendando a uno de sus cliente que traicionara al otro?

Cuando se supo que Tania había iniciado una relación sentimental con el abogado y que éste la había hecho hueco en su casa y en su bufete, al menos sí resultó evidente que había roto con David. Aunque la vida de ella no se convirtió de verdad en la de uno de esos atormentados personajes de las novelas de Don Winslow hasta que unos sicarios acribillaron a tiros a Díaz Moñux en el garaje de su casa, en Madrid, en diciembre del 2008.

Tania iba en el asiento del copiloto, pero a ella no la tocaron. ¿Se salvó de casualidad? ¿Fue un crimen incitado desde el entorno de David? ¿Una advertencia de los cárteles a Tania para que no los delatara? ¿Una consecuencia de las peligrosas amistades que se había granjeado Díaz Moñux a lo largo de su carrera? Algunas crónicas aseguran que el abogado había denunciado ante el Colegio de Abogados de Madrid que David planeaba acabar con él. Otras, que lo primero que gritó Tania cuando lo asesinaron fue: “¡Malditos colombianos!”.

La sentencia, que condenó a siete personas como autores, organizadores y colaboradores en la ejecución del crimen, no pudo revelar, sin embargo, quién ordenó aquella muerte. El juicio por el fallido alijo de cocaína se celebró tres años después de la muerte de Díaz Moñux, en el 2011, en la Audiencia Nacional. David reconoció su participación, pero Tania lo negó todo e incluso rechazó que ambos hubieran mantenido relación alguna.

A él le cayeron nueve años y, por su acuerdo con el fiscal, ingresó de inmediato en prisión. A ella la condenaron a siete años, pero apeló ante el Tribunal Supremo y siguió en libertad hasta el 2013. Huyó cuando supo que había perdido el recurso y que su ingreso en la cárcel era inminente. Desde entonces se encontraba en paradero desconocido. Europol la tenía en su listado de los criminales más buscados.

La única mujer entre 57 hombres perseguidos por asesinato o intento de asesinato, secuestro, violación, estafa, terrorismo, explotación infantil, tráfico de seres humanos... La habían ubicado en Sudamérica, en Portugal, en Islandia, en Suecia... Su hermana reside desde hace meses en Estocolmo, pero ella se escondía en Sitges desde hace al menos un año. Los Mossos d’Esquadra lo supieron por un chivatazo.A ella la buscaban por narcotráfico, blanqueo de dinero procedente de actividades delictivas y pertenencia a organización criminal.

Antes de ponerla a disposición judicial, el intendente de la División de Investigación Criminal de los Mossos, Antoni Rodríguez, aseguró que seguirán interrogándola, entre otras cosas para saber cómo ha obtenido durante estos años el dinero para mantenerse, a ella y a su hija, una menor. “Los clanes nunca dejan que las personas cercanas se desvinculen,” advierte Rodríguez.

Nadie sabe si Tania, que ya tiene 44 años, ha podido romper con los cárteles y con su vida anterior, si se ha desenganchado o si, como le sucedió cuando transitaba por los treinta y tantos, sigue siendo adicta al veleno branco, esa pulsión por el dinero, el poder y el riesgo que atrapa a quienes se zambullen en el narcotráfico y que a muchos les hace creerse invencibles, estén donde estén.

Es lo que pensaba Art Keller, el protagonista de El poder del perro, la gran novela de narcos de Don Winslow en la que Tania podría reflejar sus últimas horas en libertad: “El lugar más peligroso de la Tierra es donde estás a salvo”.

Por Juan Oliver 
Fuente: Público.es

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