octubre 13, 2018

Mujer inconveniente. Entrevista a Liliana Felipe en su paso por Uruguay.


Liliana Felipe nació en Las Varillas, Córdoba, en 1954. A los nueve años comenzó a estudiar piano y en 1972 inició la carrera de Composición y Perfeccionamiento Instrumental en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. Participó en la fundación del movimiento independiente Canto Popular de Córdoba como integrante del grupo Nacimiento, con el que inició una gira por Latinoamérica en 1976. Debido al golpe militar de marzo de ese año, la gira se prolongó y el grupo llegó a México en diciembre de 1977. Allí formó parte de grupos de artistas independientes y conoció a Jesusa Rodríguez, su pareja desde 1980. Juntas abrieron El Hábito, un cabaret-teatro-bar referente del acontecer artístico mexicano que supo tener como invitada a Chavela Vargas, que por ese entonces ya tenía más de 80 años y estaba retirada de los escenarios. El apoyo de la pareja fue un puntapié para que la cantante mexicana retomara su carrera, en lo que fue su segunda etapa artística, desde esa época hasta su muerte en 2012. Durante 15 años Liliana y Jesusa montaron sus espectáculos teatrales en El Hábito hasta que se despidieron de él en 2005, con la presentación de dos discos de Liliana que salieron en esa época: Tangachos y Tanchidos. “Jesusa y yo tenemos una relación amorosa desde hace 38 años y nos hemos construido juntas; es un poco difícil pensarnos separadas, yo la necesito a ella en decisiones de mi vida, de lo que hago, necesito su mirada, su cercanía, su amor, porque es un motor para mí”, cuenta Liliana.

De esa militancia artística conjunta de tantos años, en la que explotaron el humor y la ironía para hacer llegar su mensaje político, nacieron temas emblemáticos para el feminismo, como “Las histéricas”, en el que se trata con agudeza el discurso falocéntrico de Freud en torno a la envidia del pene y la inmadurez asociada al orgasmo clitoriano. Pero Liliana Felipe también dio vida a otras canciones icónicas antisistema: “Tienes que decidir” o “Como Madame Bovary”, que en Uruguay fueron versionadas por Mónica Navarro. Otras, como “Mujer inconveniente”, “Mala”, “No va a alcanzar la leña”, “Nos tienen miedo” o “Doña Chavela” forman parte de su discografía, que se compone de unos 21 álbumes que editó entre 1980 y 2014. Su último trabajo, La mujer que mató a los peces, es una adaptación libre en formato extended play del cuento de Clarice Lispector. A través de este material hace llegar su mensaje antiespecista.

Fue hace por lo menos siete años que algunos episodios resultaron reveladores para que Liliana Felipe y su esposa, la actriz y directora de teatro mexicana Jesusa Rodríguez, comenzaran a militar en el antiespecismo. Uno de ellos fue encontrarse frente a un camión lleno de cerdos: “Ahí fue cuando dije ‘no quiero colaborar con esto nunca más’. Pero no sabíamos lo que significaba para el cuerpo, por eso es muy importante que pase un tiempo y que empieces a ver los cambios; una siente cuando el cerebro se empieza a desengrasar”, cuenta la argentina desde un hotel en Buenos Aires, donde hizo escala previo a su llegada a Uruguay.

Pero también le resultó significativa una conversación con la actriz argentina Érica Rivas, que la llevó a dedicarle el tema “No me daba cuenta”: “Érica fue la primera persona que me habló con claridad. Lo que me hubiera gustado es que eso hubiera existido desde siempre, que mis padres y mis maestras me hubieran dicho algo en este sentido”, explica.

La cordobesa radicada en México milita por los derechos humanos desde sus 24 años, cuando la dictadura argentina hizo desaparecer en 1978 a su hermana Ester Felipe y a su cuñado, Luis Mónaco. “Pero un día esa puertita se abrió un milímetro más, y ahí pude percibir que podía vivir otra vida en la no violencia. Una vida más equitativa, más justa, menos discriminadora”, cuenta.

En este momento Liliana se encuentra revisando las letras de sus trabajos anteriores: “Lo verías en mi cuaderno, tiene muchas tachaduras rojas de mi época especista. Siento que todavía me falta hacer varias canciones que hablen de la dificultad que tenemos los seres humanos de cambiar esto, que es por nuestro bien”, cuenta.

La artista se apoya en los textos del filósofo francés Romain Rolland y cita con frecuencia uno de sus pasajes: “Para aquellos cuya mente es libre, el sufrimiento de los animales se representa incluso más intolerable que el sufrimiento de los humanos. Porque con este último, al menos, se admite que el sufrimiento es maldad y que el humano que lo provoca es un criminal. Pero miles de animales son inútilmente sacrificados cada día sin una sombra de remordimiento”.

El término especismo fue acuñado por Richard Ryder en 1970 y entró en el diccionario de la Real Academia Española el 20 de diciembre de 2017. “Lo primero que debería sorprenderte es que no sabés lo que es, que nunca lo viste escrito; ahí te das cuenta de la magnitud y la presión que ejerce la industria alimentaria”, señala.

“Siento haber vivido en una vida ficticia, con algo que todo el tiempo te tratan de suavizar. Pero la realidad es que una vive parada sobre un matadero. Cuando comés un animal que ha sido criado en la tortura ante la brutal indiferencia de todos, la desesperación no pasa desapercibida para tu cuerpo, se instala ahí y se transmite a lo que hacemos. Yo quiero aprovechar los años que me queden para ser útil a esta causa, poder aportar a los animales que están pidiendo lo que cualquier ser pediría, que es ayuda”, sostiene.

El antiespecismo es una bandera a levantar para esta artista. Pero también intercambiamos con ella sobre feminismo, progresismo y el avance conservador en la región.

En un texto que elaboraste junto a Jesusa para una revista de estudios críticos decís que el capitalismo, el patriarcado y el neoliberalismo son un delito cuyas principales víctimas suelen ser los animales, las niñas, los niños y las mujeres. ¿Cómo se articula tu militancia antiespecista con la feminista?

A esa retahíla de patriarcado, capitalismo y neoliberalismo hay que agregarle carnista. Me sorprendió mucho un día encontrarme con una conferencia de Angela Davis donde dice que “la batalla que tiene que dar el feminismo es el cambio de alimentación”. Las primeras sufragistas en Inglaterra luchaban en un movimiento antivivisección. Lo que me llamó la atención es que estas mujeres, que comienzan su lucha para que no se haga sufrir a los animales, de repente sienten que tiene que haber un avance sobre los derechos políticos y logran con eso el voto femenino. Yo siento que todas las feministas que pensamos que aquello fue un gran logro para las mujeres nos hemos olvidado de su comienzo: el voto femenino se consiguió por mujeres veganas que comenzaron a luchar por la defensa de los animales. Con el feminismo siempre me apoyé en mis amigas teóricas. Cuando empecé a ver el tema del antiespecismo le dije a una de ellas ‘¿por qué las feministas no miran por los derechos de los animales?’. En marzo de este año estuve en Guadalajara, donde están los grupos de feministas antiespecistas jóvenes, y oí la consigna, que se resume en “Ni oprimidas ni opresoras”. Para mí fue muy claro, y ahí entendí perfectamente que el feminismo sin el antiespecismo es un lucha que no tiene ningún sentido.

¿Qué reflexión te genera la movilización masiva en Argentina en torno a la despenalización del aborto?

Siento que ha sido un mensaje muy fuerte hacia el mundo y trato de ver la parte positiva, de que a esto ya no lo detiene nadie. Porque no es solamente algo que ocurrió acá, empieza a ser replicado en todo el mundo. Pudimos visibilizar el grado de machismo, de insensibilidad de los senadores, y la realidad de las mujeres que actúan como esclavas frente a ellos. Es ver que ese tipo de políticas y políticos ya no nos sirven. El aborto será ley en breve. Lo que vimos es que también, de paso, tenemos que deshacernos de este tipo de lacras.

A nivel global llegó un mensaje muy claro de demostraciones de apoyo a las argentinas.

Eso ha sido muy impresionante. En México, que es un país difícil, hay muchísima gente apoyando. Ahora estamos muy emocionados de que después de 30 años de luchar, finalmente va a llegar un gobierno decente a México. Esto es algo que creíamos que nunca íbamos a vivir, pero finalmente está ahí y ya estamos trabajando por un mejor país, que se va a ver reflejado en todo este tipo de decisiones: el aborto, los animales, los indígenas, todo lo que nunca se ha respetado.

¿El triunfo de Andrés Manuel López Obrador es realmente una esperanza de cambio para México?

Por supuesto, va a ser un cambio no sólo para México sino para todos. Es muy fuerte lo que viene, es muy bueno. Estamos muy felices, muy esperanzadas. Es muy importante el triunfo de él y de todas las personas, porque Andrés lo primero que ha hecho es rodearse de las mejores mujeres que hay en México.

Jesusa integra la coalición Morena, a través de la que resultó electa senadora. ¿Cómo viven esta victoria? ¿Es nueva esta veta político-partidaria para ella?

Es nueva totalmente, Jesusa nunca ha sido política. Pero lo charlamos antes de que tomara la decisión y sentimos que cuando te toca hay que asumirlo. Hay que hacerlo lo mejor posible y estamos muy felices pensando en cosas que ella va a poder proponer, removiendo un poco la plasta, la piedra esa enorme que pesa sobre nosotras, sobre los animales, sobre muchas cosas. Estamos muy felices.

Te has declarado “clerofóbica” desde hace muchos años. En Argentina la separación de la iglesia del Estado volvió al foco del debate por estos días. ¿Cómo ves el escenario al respecto?

Habría que eliminar a todas las iglesias y volverlas centros culturales. Son el peor enemigo del avance de la civilización. Siento que es infame lo que hacen, un mismo espectáculo repetido al infinito. Es algo que no entiendo.

Volvés a Uruguay después de 11 años. ¿Con qué nos vamos a encontrar en este espectáculo?

Se van a encontrar con una Liliana 11 años más grande [risas]. Acá tengo un repertorio, lo voy a ir viendo.

Seguro dejarás el mensaje de lo que venimos conversando respecto del antiespecismo.

Absolutamente. Siento que lo único que me interesa en este momento de mi vida es decirle a la gente que estamos haciendo muy mal las cosas. A la gente que ha sido violentada por muchísimas razones quiero decirle que hay una manera de ser mejores, más justos, más amables, más amorosos, más sanos, más íntegros, más inteligentes, más creativos. Esa manera desgraciadamente se resume en cambiar tu dieta, porque o eres vegano y te niegas a la explotación de los animales, incluidos nosotros, o continúas con la explotación de los animales, incluidos nosotros; no hay una tercera opción. Entender eso es un paso muy importante para todos los que sienten que algo no está funcionando bien. No necesitan ningún partido político, ni senadores, ni diputados, ni un líder ni nada. Es un cambio tan brutal en tu vida, es un cambio para bien. Sobre eso quiero convencer a los que se dejen “vegangelizar” por mí.

Fuente: La Diaria

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