noviembre 13, 2018

La lucha por la igualdad de las trabajadoras del hogar y los cuidados en España.

La Ley de Extranjería garantiza al sistema capitalista una mano de obra barata y sin derechos, que invisibiliza los trabajos que sostienen la vida.

Limpiadora de hogar. MARÍA ROMERO GARCÍA

El empleo del hogar y los cuidados en España, que desde siempre fue precario, ha recaído en los últimos años sobre los hombros de mujeres que hemos nacido fuera de estas fronteras, siendo mayoritariamente latinoamericanas.

Un buen porcentaje de empleador@s nos prefieren, porque consideran que las latinoamericanas somos cariñosas, sumisas, educadas y obedientes. En términos generales nos toman como ignorantes. Pero entendemos que lo que hay detrás es fobia hacia otras personas con idioma, color y religión distinto. 

Nosotras desde nuestros países de origen hemos sido víctimas de la misoginia, del machismo, del patriarcado y del neoliberalismo feroz, que ha impuesto un modelo social y económico que deja a las mujeres empobrecidas en completa vulnerabilidad. Este modelo se sostiene debido, entre otras cosas, a la expoliación de los países del Sur desde donde, “casualmente”, salimos a trabajar al Norte como mano de obra barata, y las mujeres concretamente en el servicio doméstico.

Cuando llegamos a esta España, bastante más desarrollada que nuestras tierras, pero no menos emproblemada socialmente, nos encontramos con un modelo social y excluyente similar al de nuestros países de origen, donde se agregan dos problemas bastante más complejos: la xenofobia y el racismo, sobre todo el institucional.

La infame Ley de Extranjería que entró en vigor en enero de 2010 solo nos permite conseguir un permiso de trabajo (NIE) si demostramos haber permanecido de forma continua más de tres años, tener un contrato de trabajo de un empleador que demuestre tener ingresos de entre 18.000 y 35.000 euros anuales, (dependiendo del número de personas empadronadas en el domicilio) y que no tengan deudas con Hacienda.

Dicha Ley te obliga a estar un año atada a un empleo idéntico para renovarte la primera tarjeta, y así sucesivamente por dos años más, de lo contrario te quedas sin papeles. Desde que pisamos tierra en España hasta que podamos optar a un permiso de trabajo que no nos obligue a estar dadas de alta habrán transcurrido tranquilamente unos 7 años. 

La Ley de Extranjería garantiza al sistema capitalista una mano de obra barata y sin derechos, que invisibiliza los trabajos que sostienen la vida.

Casi la mitad de las trabajadoras del hogar y los cuidados no aparecemos en las listas del Ministerio de Trabajo porque no estamos dadas de alta en la Seguridad Social, y por ende, no cotizamos ni declaramos a Hacienda. En la mayoría de casos se da por culpa del empleador que no quiere hacer un contrato, porque implica pagar más, y en otros porque la empleada no ha podido obtener el NIE. Los salarios que normalmente devengamos están por debajo del SMI, y con horarios que la misma ley permite que lleguen a 60 horas semanales.

Muchas trabajan de internas y sin horarios de descansos suficientes. Y cuando somos despedidas, aun teniendo permiso de residencia, no tenemos derecho al paro, ni a ninguna prestación por desempleo.

Los cuidados son la columna vertebral de esta sociedad. Los seres humanos, desde que nacemos hasta que morimos, necesitamos ser cuidados. Las mujeres españolas, para salir a trabajar la fábrica o la oficina, necesitan dejar al cuidado de otras mujeres a su familia: no obstante, el trabajo de cuidar, para ser el eje central de la vida, está totalmente precarizado, invisibilizado y menospreciado. Conocemos muchos casos de trabajadoras del hogar que han sufrido racismo y abusos sexuales.

Cuando nos atrevemos a denunciar un abuso, cosa que es muy difícil de demostrar, somos despedidas inmediatamente, y como no tenemos un Convenio Colectivo sindical, pues tampoco tenemos a un sindicato que nos defienda. 

Ante tal situación los colectivos de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados estamos luchando en varias partes del Estado Español en principio: 

-Para que se creen políticas públicas que pongan en el centro de sus actuaciones el cuidado de la vida y que empujen también a las empresas a asumir su responsabilidad en este terreno. 

-Para que se apruebe cuanto antes el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo y el Estatuto de los Trabajadores, que ya ha sido aprobado por otros países europeos como Alemania, Bélgica o Portugal, que nos igualaría al resto de trabajadores con plenos derechos.

-También para que se emprendan cambios legislativos en materia de inmigración para que se proteja la vida de las personas.

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Por Carolina García, pertenece Colectivo Trabajador*s del hogar y los cuidados de Zaragoza.
Fuente: Público.es

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