Nació en República Dominicana, pero desde hace años vive y trabaja en Colombia. Es activista del movimiento feminista, lésbico y de mujeres negras de Latinoamérica y el Caribe, cantante y compositora. Ochy Curiel se mueve del activismo autónomo a lo académico gracias a su labor como docente en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. Ha publicado La nación heterosexual, donde analiza cómo opera el paradigma de la heterosexualidad en la construcción de la Constitución colombiana de 1991 para crear conceptos que se consideran legítimos desde la heteronormatividad, como familia, pareja o la propia idea de nación. Para Curiel, la Constitución colombiana expresa el régimen heterosexual que niega los derechos mínimos y los espacios para las mujeres, pero, sobre todo, para las lesbianas por no depender de los hombres como clase y grupo social en ningún aspecto económico, social o simbólico.
DIAGONAL: Una de tus tesis es que, además de las dictaduras militares y las diferentes formas de violencia, los procesos constituyentes de la década de los 90 y las transformaciones sociales fueron fundamentales para la entrada del neoliberalismo en América Latina.
OCHY CURIEL: Para garantizar la implantación del neoliberalismo en los 90 se necesitaba estabilidad política, lo que se logró haciendo sentir a la población que participaba. Se comenzó a usar terminología de Naciones Unidas, como “gobernanza”, para establecer lógicas de mercado. La estrategia fue la siguiente: yo, paradigma de hombre blanco moderno, planteo desde la óptica multiculturalista que voy a trabajar desde la inclusión; así, para la elaboración de la Constitución, llamo a las comunidades indígenas, a las personas negras, y además hago una ley en la que os digo que estáis reconocidos... Esto es algo que ha pasado en la mayoría de los procesos constitucionales en América Latina. Ahora, ¿eso ha cambiado las condiciones materiales de la gente? ¿Ha terminado con el racismo? No, porque lo que ha hecho esa lógica de participación es garantizar el sistema neoliberal. Se ha pasado de manejar una idea de naciones homogéneas al multiculturalismo liberal.
D.: Otra de tus líneas de trabajo son las aportaciones de los feminismos negros y afrodescendientes a otros feminismos. ¿Qué destacarías?
O.C.: Uno de los aportes fundamentales de estas corrientes del feminismo decolonial es la desuniversalización del sujeto de mujer como un paradigma de la modernidad feminista occidental. Otra gran contribución es el conocimiento situado, es decir, entender la experiencia como una fuente de conocimiento para entrelazar racismo, clasismo, heterosexismo, y a partir de ahí analizar todas las opresiones: soy negra, mujer, lesbiana y no puedo decir cuándo soy mujer, cuándo soy lesbiana y cuándo soy negra porque es una experiencia conjunta. No entender eso en América Latina es hacerle el juego a la modernidad occidental, al modelo de desarrollo de Occidente.
D.: En el caso de Colombia, ¿qué lectura haces del proceso de paz y el resultado de las últimas elecciones presidenciales?
O.C.: La gente está cansada de la guerra. Lo que pasó en las elecciones fue una especie de plebiscito. La izquierda tuvo que votar por la derecha, por el actual presidente, Juan Manuel Santos, porque el otro candidato a la presidencia, Zuloaga –candidato del expresidente Álvaro Uribe–, no garantizaba la continuidad del proceso de paz con las guerrillas. Ahora el proceso pende de un hilo y lo realmente importante es la comprensión de esa paz que se quiere lograr y que haya justicia social, porque esta guerra la promueve la injusticia social. No se trata sólo de tener representación en el Parlamento, sino de que haya cambios estructurales.
D.: ¿Cómo se trabaja el proceso de paz y qué aportaciones existen desde los feminismos autónomos?
O.C.: En el encuentro lésbico feminista de octubre en Colombia nos centraremos en la militarización de la vida y su asimilación cultural. Como autónomas, articulamos política y antimilitarismo para poder actuar y queremos vincular en toda la región el militarismo con el régimen de heterosexualidad y el neoliberalismo, visibilizar cómo el sostenimiento de todos esos paradigmas implica una serie de dispositivos económicos, culturales e institucionales.
"No puedo decir cuándo soy mujer, cuándo soy lesbiana y cuándo soy negra porque es una experiencia conjunta"
D.: Uno de los grandes debates en los feminismos del Estado español es el del transfeminismo. ¿Está presente en vuestra agenda?
O.C.: Desde los feminismos ha habido históricamente tensiones en las miradas, en la forma de entender la realidad. Mucha gente piensa que el sujeto del feminismo son sólo las mujeres. Yo vengo del lesbianismo feminista como propuesta teórico-política donde se da mucho esta tensión. Si bien el sujeto del feminismo se ha complejizado, además nos tendríamos que preguntar qué es una mujer. Es una cuestión que atraviesa el feminismo. Todas estamos de acuerdo con que es una construcción social, pero la pregunta clave sería cómo se construye esto. La propuesta trans cuestiona el sistema sexo género binario y afirma que no sólo hay mujeres y hombres, sino que hay otros sujetos del feminismo. Una de estas categorías de identidad política son las personas trans. Lo trans no es homogéneo, hay transgénero, travestis... y gente que transita, y eso hay que complejizarlo. No siempre es igual y no es lo mismo una persona trans negra que blanca.
Fuente: Periodico Diagonal