Las feministas jóvenes deben orientar la lucha hacia los problemas generales que causan daño a las niñas, incluyendo la pobreza, la marginalización y la exclusión.
La "Nota de los Viernes" de hoy es un blog escrito por nuestro equipo del programa Activismo Joven Feminista sobre la reciente Cumbre de la Niña, realizada en Londres, y ha sido publicada originalmente en el blog de The Guardian, "Poverty Matters".
Las feministas jóvenes deben orientar la lucha hacia los problemas generales que causan daño a las niñas, incluyendo la pobreza, la marginalización y la exclusión.
Como feministas jóvenes, muchas veces escuchamos que se deben reconocer los derechos de las niñas, amplificar sus voces y cubrir sus necesidades. Se nos dice que cuando las niñas se empoderan, ellas son capaces de cambiar sus comunidades y el mundo.
Es mucho el peso que se coloca sobre los hombros de las niñas y nos hace cuestionarnos: ¿Por qué si existe tanto interés en ellas, se violan sus derechos en todos los países?
La Cumbre de la Niña (Girl Summit) que se llevó a cabo esta semana en Londres, RU, ha generado un ímpetu y oportunidades de financiamiento para poner fin al matrimonio infantil, temprano y forzado, así como a la mutilación genital femenina (MGF). Aunque apreciamos estos esfuerzos, si miramos más allá de los compromisos y resultados de la cumbre, es evidente que estas prácticas perjudiciales están ligadas a otras injusticias que las niñas tienen que soportar.
Los datos estadísticos demuestran que en la próxima década, 30 millones de niñas correrán el riesgo de sufrir una MGF; y aproximadamente 14 millones de niñas serán obligadas a casarse antes de que estén dispuestas a hacerlo. La Declaración Universal de Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas debieran prevenir estas injusticias, pero los derechos básicos de las niñas a la salud, la educación y la seguridad siguen sin cumplirse. Como feministas jóvenes, sabemos que el patriarcado perpetúa la idea de que las niñas tienen un menor valor, lo que conduce a su descuido sistemático en los ámbitos económico, político, social, jurídico y educacional.
Remover forzadamente una parte de la vagina de una niña es una forma de controlar su sexualidad, su derecho a decidir y su derecho a la libertad. La MGF tiende a suceder con la complicidad de las familias, las comunidades y la policía, quienes además de no denunciar este delito, frecuentemente, tratan de ocultarlo. El Patriarcado permite que esto suceda con impunidad.
Los compromisos acordados en la Cumbre de la Niña para erradicar la MGF y el matrimonio infantil, el acento puesto sobre el endurecimiento de las leyes (incluyendo aquellas que hacen responsables a madres y padres de proteger a las niñas frente a la MGF) y un mayor financiamiento para programas de prevención son pasos importantes para combatir estas prácticas nocivas. Pero hasta que no logremos vincular estos problemas con la falta de educación, la pobreza, la marginalización y la exclusión que sufren las niñas en las sociedades patriarcales en las que viven, los cambios serán poco significativos.
Si bien las niñas pueden y deben hablar por sí mismas, no pueden lograr estos cambios sociales solas. Como feministas jóvenes creemos que cada niña tiene el derecho de controlar su cuerpo y determinar su futuro. Las jóvenes feministas y defensoras de los derechos humanos cumplen un rol clave en cuanto a expresar las necesidades de las niñas, crear consciencia sobre sus derechos, educar a sus familias y comunidades, y promover cambios a nivel local, nacional, regional y mundial.
Las jóvenes defensoras de la salud y los derechos sexuales y reproductivos han ejercido presión al más alto nivel gubernamental y de la ONU para que se imparta educación sexual integral en las escuelas. Creemos que este es un primer paso para darles a las niñas herramientas que les permitan desafiar los roles de género tradicionales y defender sus derechos.
Aunque es importante hacer lobby ante los gobiernos y exigirles que rindan cuentas a través de los procesos de la ONU, como por ejemplo la formulación de metas que reemplacen los objetivos de desarrollo del milenio cuando expiren el próximo año, el hecho de que un gobierno firme un documento no constituye de por sí una garantía de que se respetarán los derechos de las niñas. El giro que va de contar con políticas públicas a lograr que los individuos, las familias, y las comunidades efectivamente respeten los derechos de las niñas tiene que estar liderado también por jóvenes feministas y defensoras de derechos humanos, trabajando con sus aliadas/os.
El sábado 11 de octubre se celebrará el tercer día internacional de la niña. Nosotras, y otras feministas jóvenes, usaremos ese día para reafirmar los derechos humanos de las niñas y reiterar que todas las formas de opresión que ellas sufren están interconectadas.
Por Ghadeer Malek, Rachel Arinii y Nelly Bassily
Foto PNUD
Fuente: Awid
Este artículo fue publicado originalmente en Inglés el 24 de julio en la sección Women’s Rights and Gender Equality In Focus (Enfoque sobre los derechos de las mujeres y la igualdad de género) en periódico The Guardian. La sección In Focus es una asociación entre AWID, Mama Cash y The Guardian que pone un enfoque específico en los temas más urgentes que afectan a las mujeres, las niñas y las personas transgénero de todo el mundo, y el trabajo crítico que lleva a cabo los movimientos de derechos de las mujeres.