El viernes 25 de julio se sintió nuevamente el sonido potente de nuestro paso feminista abriendo con porfía La Alameda (Avenida principal de la capital de Chile, Santiago). Esta convocatoria pretendía insistir en el tono de la realizada el 25 de julio del año 2013. Ese año marcamos un hito en este país. Nunca antes una convocatoria por el aborto había sido tan numerosa (5.000 personas) ni tan marcadora de una presencia insoslayable: el ejercicio de poder ciudadano de los movimientos sociales de la diferencia sexual. En ese entonces éramos un grupo que se aglutinó en lo que llamamos “Movimiento por el aborto libre, seguro y gratuito”. La diversidad ancha nos unió para manifestarnos en el contexto del caso de una niña de once años de edad, Belén, que había resultado embarazada luego de sufrir violaciones reiteradas de su padrastro. Pero no nos quedamos allí. Ese gesto indignante, aberrante, nos impulsó a ir más allá. A comienzos de este año formamos la Coordinadora Feministas en Lucha, una agrupación que intenta unir la diversidad de más de cuarenta organizaciones feministas chilenas. En este marco nacimos al año 2014 con la conmemoración del 8 de Marzo, Día Internacional de las Mujeres, en una multitudinaria marcha por la capital así como en regiones; la del 25 de este mes de julio resulta ser una continuidad de este brío: una manifestación vigorosa por el aborto libre, seguro y gratuito, en el centro de la capital.
El nudo central de nuestras complicidades resulta ser el feminismo. Esta adscripción, en su amplitud, sostiene nuestros bríos y furores en lucha para la transformación de todo aquello que este sistema sexo-género capitalista, depredador y patriarcal nos impone como normativa carcelaria. Nuestro impulso es político y nos situamos desde la resistencia a los mandatos que nos sujetan en nuestro potencial libertario y soberano de nuestros cuerpos y sueños de cambio desde las diferencias sociales y culturales múltiples. Más de 3.000 personas nos encontramos para marchar desde Plaza Italia hasta Plaza Los Héroes. Entre los diversos colectivos y organizaciones, se encontraba la FECH (Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile) y la ACES (Agrupación de Estudiantes Secundarios) quienes se sumaron para expresar su radical anhelo de que en este país, uno de los cinco con prohibición total del aborto, logremos sensibilizar, visibilizar y por ende cambiar el cerco opresor y criminalizador de esta práctica cultural milenaria de las mujeres.
Sostengo que el enorme contingente policial que acompañó la marcha devela el temor que produce esta iniciativa ciudadana. Se suma a este miedo el hecho fortuito, ocurrido el año pasado, ante el cerco policial que impidió nuestro paso por La Alameda. L@s manifestantes tomamos la dirección hacia la Catedral de Santiago e irrumpimos en una ceremonia de celebración eclesiástica en honor al patrono de la ciudad, San Santiago. Nada podía ser mejor para nuestro impulso batallador: el encuentro cara a cara con una de las hegemonías más poderosas de este país: la Iglesia Católica y sus mandatos religiosos respecto de la sexualidad y sus constricciones pecaminosas hacia los y las sujet@s sexuad@s. Esta huella quedaría clavada, como aguja, en la retina de las autoridades gubernamentales, eclesiásticas y policiales. Constituyó un punto de inflexión para obtener el permiso otorgado para marchar esta vez (permiso que cautela todas las manifestaciones sociales en Chile). Sin embargo, logramos fuerza en nuestra contra-argumentación frente a las autoridades amenazantes. No es fácil construir ciudadanía en este país. No es fácil estar prestas a resistir los embates de las lógicas amedrentadoras que pesan sobre los ejercicios democráticos y sus intentos. Chile NO es un país democrático. El aborto prohibido en todas sus formas es una herencia de la Dictadura Militar que sujetó durante 18 años a los ciudadanos y ciudadanas habitantes de este territorio. La Constitución que nos rige es aquella manchada con la sangre de l@s fusilad@s, torturad@s y desaparecid@s en el Chile dictatorial.
Durante el trayecto de la marcha, los medios de comunicación insistieron en interrogarnos acerca de las razones por las cuales nuestro movimiento encuentra insuficiente el proyecto de ley que pretende legislar sobre el aborto terapéutico en base a las tres causales en Chile: riesgo de la vida de la madre, violación, inviabilidad fetal extrauterina. Dicho proyecto ha sido planteado por los adherentes al gobierno de la presidenta Michele Bachelet y para nuestra agrupación constituye una plataforma reformista que se inscribe en las lógicas consensuales de la política tradicional y conservadora. Los consensos siempre instituyen una afuera, ese afuera resulta conveniente para quedar en buen pie ante la ley. Las mujeres estamos en situación de interdictas a razón de esta misma ley que prohíbe el aborto en cualquier circunstancia y para todas las mujeres. Si estamos fuera de la ley, queremos ir más allá y radicalizar esta expulsión develando el modo vergonzoso en que ella se permite dictaminar respecto de lo que se ve, lo que se escucha, de lo que cuenta o no cuenta como vida vivible. ¿Cómo es posible que ello ocurra en un estado que pertenece a la OCDE, que dice manejarse entre los estándares económicos exitosos en el concierto internacional, un país que se ha cubierto de eslóganes exitistas para figurar en el panorama mundial, un estado gobernado, por segunda vez, por una mujer? Si nuestros cuerpos e integridades como sujetos mujeres no importan, entonces ¿por qué insistir en santificar la maternidad como lugar de naturaleza intocada de las mujeres? Nosotras reiteramos: ninguna mujer es madre por naturaleza. Llegamos a serlo en condiciones subjetivas e intra-psíquicas siempre complejas y en contextos frágiles por ser mujeres del tercer mundo. Desde estas razones y otras tantas, seguiremos marchando y manifestándonos, de diverso modo, en lo público por el aborto libre, seguro y gratuito porque estamos conscientes de que el panorama político chileno de corte conservador, androcéntrico y capitalista continuará negándonos la condición plena de sujet@s libres y soberan@s.
Por Gilda Luongo, crítica e investigadora feminista, integrante la de Coordinadora Feministas en Lucha.
Fuente: Rebelión