“Necesitamos capacidad de construir redes de apoyo y de defensa, de conocimientos; son necesarias formas de organización en función de la defensa sino, no hay posibilidad de lucha o las posibilidades de lucha son muy reducidas”.
Silvia Federici
En el marco del Diplomado Repensándonos desde la economía feminista emancipadora organizado por el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, la Universidad de Ciencias y Artes de Chipas y el grupo de trabajo CLACSO Economía Feminista Emancipatoria en San Cristóbal de las Casas, México; la escritora y activista feminista Silvia Federicidictó el seminario: “Una mirada feminista sobre el imperio global norteamericano”. La semana entrante estará realizando charlas en Argentina, pero aprovechamos la oportunidad para conversar con ella sobre algunas preocupaciones de la realidad de Argentina y la Región.
—En función de tus análisis sobre los ajustes estructurales y el FMI como instrumento de los mismos, ¿cómo crees que va a impactar el nuevo acuerdo con Argentina en la vida de las mujeres?
—Tenemos un montón de evidencias que muestran que la Política de la Austeridad que el FMI ha impuesto por décadas a gran parte de la población del mundo, sobre todo a los países que salían del colonialismo, ha impactado en mayor medida en las mujeres, porque con la intensificación del trabajo han intentado reabsorber la crisis de la reproducción de sus familias y sus comunidades. La suba de los precios significa más trabajo para la mujer, buscar lugares donde los precios son más bajos para compensar lo que no pueden comprar.
La política de imponer la privatización, dar acceso al agronegocio y a las compañías mineras extractivistas, se transforma no solo en un deterioro del medio ambiente, sino en más trabajo y preocupación en las mujeres para garantizar un poco de seguridad a su familia. La baja en los salarios y el empleo, significó que muchísimas mujeres tengan la necesidad de migrar, con los peligros que eso implica, o la necesidad de buscar otro trabajo fuera de la casa, en empleos informales que han incrementado su riesgo porque están todo el día en la calle, expuestas a la competencia de otros vendedores, enfrentándose a la policía. Sin dudas ha incrementado la violencia contra las mujeres, y por eso, yo creo que las mujeres tienen un compromiso más fuerte en la lucha contra estas agencias internacionales representantes del capital internacional que están empobreciendo el mundo, que crean un mundo dominado para la violencia y donde no dejan posibilidades de planear un futuro, obligando a una vida consumada en el trabajo.
(Imagen: Nacho Yuchark para lavaca)
—En este contexto de ajuste neoliberal, también se está dando el avance de los fundamentalismos religiosos en América del sur; ¿qué lectura hacés de esto, sobre todo en Argentina, que tanto desde la Iglesia Católica como desde las Iglesias Evangélicas, en los últimos tiempos vienen sosteniendo campañas y movimientos como “con mis hijos no te metas” o “salvemos las dos vidas”?
—Es clara la inversión y la expansión de las sectas pentecostales en cualquier parte del mundo, en el marco de la política de la globalización. Es preocupante cómo la expansión de la relación capitalista, la utilización de las medidas de producción, el extractivismo y la política de la austeridad ha sido aplicada en diferentes partes del mundo, conjuntamente con la llegada de fundamentalistas; yo lo llamo una inversión, que nos recuerda los misioneros que acompañaron la primera conquista. Han servido para dividir, para canalizar la energía de la protesta, para poder controlarla, para dividir las comunidades, diciendo: “Si tú eres pobre, lo eres porque alguna/o está conspirando en tu comunidad, está Satanás, está el pecado”. Proponen una versión neoliberal calvinista que dice que todos somos pecadores, han introducido de nuevo la imagen de Satanás, del infierno, de que somos pecadores, creando divisiones, también con el poder del dinero porque llegaban a comunidades que se estaban desestructurando por el extractivismo, por la política de la austeridad, donde la solidaridad estaba disminuyendo y ellos traían una visión muy fea de que son los seres humanos y las relaciones sociales lo que lo generó, sembrando sospechas, criminalizando formas de conductas muy cotidianas y tradicionales, como por ejemplo las varias formas de actividades que las mujeres curanderas han hecho a lo largo del tiempo. En algunas comunidades de aquí ya se dice “somos tan pobres que tenemos una maldición”, no se dice “es por el fondo monetario”, “es por la mina”; se dice “es una maldición” y acusan a personas de ser satánicas.
Estas actividades de las sectas fundamentalistas son parte integrante de las políticas neoliberales, dividen a la gente, ocultan los problemas reales con el discurso del pecado. Esta inversión de la secta pentecostal ha sido muy planeada, programada y manipulada desde arriba, por ejemplo, es clara la complicidad y la intervención de grupos políticos de la derecha de los Estados Unidos, los primeros fundamentalistas, las primeras sectas que llegaban a África y a Latinoamérica, llegaban directamente de Washington como parte de un proyecto político, como siempre he dicho en mi trabajo, no es suficiente desplazar a la gente; junto con el desplazamiento es necesario sembrar una ideología que paralice, que divida, que bloquee la protesta. El uso de la religión ha sido muy eficaz; es el mismo discurso ya sea la Iglesia Católica o la iglesia que sea, han comprendido que la religión es fundamental para disciplinar a las mujeres, su cuerpo, su sexualidad, por la disciplina general de la sociedad, por el trabajo, quién puede reproducirse y quién no, cómo y en cuál manera, su sexualidad es la forma de ser autónoma o no serlo, servir a los hombres o no hacerlo. La religión crea toda una disciplina para la mujer que es también una disciplina laboral, que sirve para la organización capitalista que incrementa la ganancia, la capacidad de imponer un régimen de trabajo siempre más intenso.
La denuncia de esta forma de control sobre las mujeres, de esta ideología, de la práctica que están armando, debe ser parte importante de la agenda feminista; estudiar cómo se están organizando, dónde y de qué forma. Yo he empezado a estudiar estas prácticas de las sectas pentecostales a partir de mi experiencia en África, particularmente en Nigeria, pero también he visto que en otras partes de África, siempre con la llegada de estas sectas fundamentalistas, empezaba una nueva persecución de mujeres acusadas de ser brujas. Se habla hoy de miles y miles de mujeres quemadas por ser “brujas”. Yo he escrito un artículo en 2008 Globalización, Caza de brujas y solidaridad feminista en el África de hoy, que da una visión general de esta nueva caza de brujas en África y en India, pero hoy me sigue preocupando que esta caza de brujas se está expandiendo, ya hay casos en América Latina, de mujeres acusadas porque son curanderas, como me han comentado unas compañeras.
Estos fundamentalismos religiosos no son la causa principal, son un instrumento de un proyecto político del despojo, de la privatización, del control siempre más expandido, de las corporaciones, del bissness, sobre la naturaleza, los bosques, medidas para parar la lucha, para dividir la gente, para que se maten unos con otros, se acusen unos con otros, todavía tiene un papel importante. Es parte de una agenda internacional, es un continuo, es la forma más contundente de toda una política, que en Argentina llega con la discusión del aborto, es muy importante denunciar que estos movimientos religiosos no se preocupan por la mujer, se preocupan del feto, de la vida solo cuando está en el vientre de la mujer, porque no les cuesta nada preocuparse, y usan esta preocupación para disciplinar a las mujeres. No les importa nada la vida de nuestros hijos e hijas, cuando el gobierno de la Argentina desvaloriza la moneda un 40%, entonces: ¿qué van a comer estos niños/as? ¿qué es la defensa de la vida? Se debe denunciar a esta iglesia pedófila, no tienen ninguna legitimidad esta jerarquía de hombres potentes y perversos, que desde el medioevo hasta ahora, han sido la piedra fundante del sistema feudal y capitalista.
—A propósito del W20 que se realizó en Argentina, ¿se puede pensar en un feminismo de Estado que busca instrumentalizar la potencia de los feminismos autónomos, anticoloniales y anticapitalistas de la Región?
—El capitalismo en el tiempo debe armar estrategias diferentes, darle al viejo sistema de explotación una nueva cara, esperando engañar a la gente; el ajuste estructural, el NAFTA, la guerra contra la droga ninguna es bastante, la gente se organiza y protesta. La idea de la emprenditorialidad es una continuación y una repetición de lo que han hecho las Naciones Unidas, de entrampar a las mujeres con ciertas imágenes; hace tiempo era la emancipación, ahora el emprendedurismo. La supuesta emancipación ha significado el involucramiento de las mujeres en empleos en miles de maquilas que destruyen su cuerpo, sus relaciones sociales, su vida; la política de austeridad, es una vida sin futuro. Y ahora la emprenditorialidad para la mayoría de las mujeres significa endeudarse, encarcelarse en el microcrédito que no solamente no te hace emprendedora y te endeuda, sino que es una medida para separar las mujeres de la tierra. Es otra forma de privatizar la tierra, una trampa, salvo para una minoría de mujeres que son ricas y que tienen acceso al capital, y es por lo tanto, una forma de promover la mujer como capitalista, como explotadoras de otras mujeres.
Esta es la empresa de hoy y no tiene nada de positivo para nosotras, es una trampa que crea nuevas formas de violencias, por ejemplo; cuando se da un crédito a un grupo de mujeres y una no puede pagar, donde antes existían redes de solidaridad, ahora se crean sospechas, actitudes de policía porque saben que si tu no pagas, debo pagar yo, y esto es una forma de romper las redes de solidaridad que existen en los pueblos entre las mujeres, se siembra una dinámica perversa, que individualiza.
(Imagen: Rebelarte)
—Paralelamente con este adverso contexto político, económico y social en América del Sur se da el crecimiento del movimiento feminista en Argentina con la lucha por el aborto legal, las feministas universitarias en Chile y recientemente el movimiento de mujeres Ele Nao en Brasil, con una nueva emergencia multitudinaria de mujeres en las calles ¿Qué lecturas haces de estas nuevas emergencias en este contexto y cuáles son los principales desafíos?
—La lucha de las mujeres en América del Sur desafortunadamente, se está desplegando con un incremento de la violencia y matanzas, como el caso de Marielle Franco, que ahora han amenazado a su esposa y madre y a otras compañeras porque saben que son mujeres muy poderosas, tienen miedo de las mujeres, es una caza de mujeres que va a ser larga, saben que las mujeres somos la primera línea y por eso nos matan.
El movimiento de mujeres está siendo cada vez más fuerte, y se está dando cada vez en más lugares de intervención, el caso de la escuela media es fundamental, o como en Chile en particular, que tiene toda una Historia increíble de lucha en las universidades, y es importante la denuncia sobre el acoso sexual en las universidades, porque no solo las maquilas o las calles son un lugares de acoso sexual, la universidad también lo es.
Por otro lado, la lucha por el aborto es importante, pero también se debe añadir la reivindicación que las mujeres puedan tener las condiciones materiales necesarias para tener hijos/as, si así lo quieren. Muchas veces lo he dicho, uno de los errores del movimiento feminista de los Estados Unidos ha sido el de presentar el aborto como el control sobre nuestro cuerpo sin ver que al mismo tiempo, muchísimas mujeres estaban siendo esterilizadas; en las cárceles, en los hospitales estaban cortando todas las posibilidades de estar en la casa criando a sus hijos, o de tener sus hijos/as. Al mismo tiempo que se niega el aborto, se niega la maternidad por la falta de recursos, por la esterilización, porque la obligan prácticamente a dar en adopción por situaciones de empobrecimiento y la maternidad subrogada. En Estados Unidos como respuesta al movimiento por el aborto, en el fin de los años 70 hubo una protesta de mujeres afros, creando un nuevo movimiento por la justicia reproductiva, no podemos pensar en el control sin al mismo tiempo cambiar las condiciones materiales, que nos permiten si queremos, tener hijos e hijas, para la mujer de color, para las mujeres esclavizadas siempre reproducir la vida ha sido hostigado, a la mujer esclava no le permitían ser madre.
Es muy importante la reproducción de la construcción del tejido social fuerte, solidario donde las mujeres se abren con otras mujeres, se comunican y no se encierran en sí mismas, en sus problemas, en sus miedos, porque es fundamental la capacidad de construir redes de apoyo de defensa, de conocimientos; si algo te pasa, las otras se mueven y te mueven. Son necesarias formas de organización en función de la defensa sino, no hay posibilidad de lucha o las posibilidades de lucha son muy reducidas.
(Imagen: Nacho Yuchark para lavaca)
Por Valeria Scardino y Verónica Ferrucci
Fuente: La tinta.