Sin darnos cuenta muchas veces, vivimos sometidas a una serie de ideas, conceptos, normas e imágenes que nos manipulan, confundiéndonos con verdades autorizadas y modelos impuestos. Asumir que la enajenación es una carga de la cual es preciso desembarazarnos es un paso que posibilita liberarnos de ella. En este artículo hablamos de una propuesta en construcción que busca contribuir a la emancipación transformando las relaciones sociales, tomando como punto de partida que en la cultura dominante padecemos una grave enajenación, es decir, estamos fuera de nosotras mismas.
ComunicAcción
Hemos dicho en otras ocasiones que comunicar es un verbo transitivo porque traslada o transmite sentimientos, ideas, impulsos, mensajes, de un punto o persona a otra u otras. Esto implica que hay una relación, y donde hay relaciones hay intercambio. No solo hay quien emite y quien responde, ya que en esos procesos intervienen elementos sin los cuales la transmisión sería imposible, como la propia gente que protagoniza los fenómenos que nutren a los medios.
Sabemos que quien posee los medios de producción lanza e impone mensajes a conveniencia, para que la fuerza de trabajo responda de acuerdo con sus intereses. Los periódicos, por ejemplo, han sido regidores de la opinión pública, mandatarios de las conductas sociales, jueces de la moral y dictantes del gusto común; la publicidad es la mayor incitadora al consumo desenfrenado que está propiciando la destrucción no solo de la naturaleza, sino también de las culturas.
De su lado, los pueblos, sujetos a todo tipo de manipulaciones, a través de la violencia, han sido conducidos hacia donde el capital ha querido, como a la miseria y a las guerras, por poner los ejemplos más crudos. Hasta cierto punto, porque esta forma de dominación no se ha impuesto sin la resistencia de quienes rehúsan obedecer sin más, como los objetores de conciencia.
La acción dirigida al cambio de mentalidades y conductas es un punto de partida fundamental, porque implica que se ejecuta una actividad deliberada y, para ello, ha de haber un impulso, una energía que propulsa, unos objetivos. Si nuestra intención es emanciparnos, entonces es necesario que la acción tienda a quitarnos de encima los pesos que nos oprimen, las cadenas que nos impiden ser independientes, tener criterios propios y actuar en consonancia. Una vez identificadas las opresiones y sus articulaciones, es preciso desmontarlas y al mismo tiempo, poner en práctica formas alternativas de acercarnos (comunicarnos) para actuar en colectivo en pro de la liberación.
Avalancha ideológica y alternativas
Esto nos lleva a la primera premisa de la CPE: analizar críticamente lo que nos transmite la cultura dominante. Para ello hemos de examinar la ideología que está detrás de los mensajes, hacer visibles las intenciones, cuáles son sus propósitos y resultados. Cuando los anuncios comerciales promueven una mercancía, preguntémonos para qué sirve y qué consecuencias trae su utilización. En la mayoría de los casos, conlleva efectos que suelen ser nocivos para la salud, como mínimo. Los casos de las tabacaleras, los fabricantes de alimentos y de las farmacéuticas son aplastantes.
¿Cómo responder a esta avalancha ideológica? Dándole la espalda, boicoteándola o planteando propuestas propias. Me parece que las tres y otras más son necesarias para derribar el edificio de la enajenación y sentar las bases de la emancipación.
Una vez establecido que el primer paso es la observación y el análisis crítico, tendríamos que emplearnos en crear alternativas, no solo de forma sino de contenido, para la transmisión-transformación que promovemos. En el campo de la CPE hay sembradas semillas que es preciso cuidar y cultivar, como el periodismo de investigación, que divulga estudios basados en pruebas, comparaciones, hechos comprobables y testimonios veraces. Igualmente, existen teorías, conocimientos ancestrales y alternativos que son un soporte para la transformación personal y social.
Hablamos también de una comunicación desde sí, desde los grupos interesados en los cambios, desde quienes padecen los problemas que el sistema genera, y con sus propias maneras de comunicar. Como ha sucedido en las comunidades afectadas por la minería, obtener testimonios, contrastarlos, mostrar las evidencias, someterlos a cuestionamientos, obtener la aprobación de los colectivos involucrados, crear conocimientos desde el empirismo, es una forma de hacer una comunicación fiable y útil, basada en una ecología de la comunicación, es decir, armónica con el entorno. Consideramos que divulgar materiales que distraen y dispersan es un desperdicio. Proponemos la ecología de la comunicación como una buena práctica de compartir y colaborar.
Para que la comunicación brinde elementos para el conocimiento de las problemáticas que nos rodean y su eventual solución, es preciso recurrir a la historia, pero no solo a la historia oficializada, sino también a la historia de las personas, de los pueblos, de las resistencias, que ofrece la otra cara de lo que nos han hecho creer. A esto le llamamos historizar, es decir, escudriñar en el pasado, documentarlo y analizarlo, para saber cómo han sido los procesos que nos han traído hasta el presente, basándonos en los saberes ancestrales, en las historias de la gente, en el conocimiento acumulado.
Es clave que la comunicación se despatriarcalice, desde su funcionamiento y organización hasta la forma, los contenidos y los soportes. Acabar con las jerarquías normalizadas y eso mismo traducirlo hacia el público. No privilegiar noticias de violencia, sino de logros constructivos, que tiendan a construir relaciones democráticas. Contribuir a que se erradiquen prácticas y formas de comunicar que denigran a las mujeres o a los grupos étnico-culturales es fundamental. Darle la importancia que requiere a los fenómenos de la cotidianidad.
La CPE se propone eliminar de su lenguaje y sus prácticas distintas formas de racismo que los medios reproducen para hacernos creer que hay personas superiores por el color de su piel. En este sentido, se trata de descolonizar la comunicación, para quitar del imaginario común las ideas supremacistas que alimentan las relaciones de servilismo y sujeción.
La Comunicación para la Emancipación es un campo extenso de intercambio que combina técnicas audiovisuales, digitales, sensoriales, de las artes y artesanías con diversas disciplinas sociales que la nutren y complejizan. Igualmente, se pone en práctica en distintos espacios para que las voces populares puedan amplificarse. De esa cuenta, los idiomas, los lenguajes, los intercambios, se establecen con el objetivo de hacernos pensar y actuar en la dirección de la des-opresión y la emancipación. Para países como Guatemala, donde cohabitamos distintos grupos culturales, con sus respectivos idiomas, es fundamental incoroporarlos al lenguaje de la comunicación para tender puentes entre ellos. Pese a que parezca complicado, es necesario practicar el multilingüismo en la comunicación, lo cual nos enriquece, además de acercarnos.
Para concluir este artículo, insistimos en que la emancipación es integral, incluye todos los aspectos de la vida y, por lo mismo, los valora y reconoce como sujetos de información y comunicación. Es preciso que las noticias se dejen de hacer en términos de privilegiar sucesos que fortalecen al sistema para, más bien, dar a conocer todo aquello que nos posibilite ser libres.
Desde esta perspectiva, es necesario visibilizar y divulgar las resistencias, las acciones que promueven el bienestar común, poner a disposición del público opiniones, información y obras de arte que nos inspiren para construir relaciones basadas en el respeto mutuo y el cuidado de la humanidad y la naturaleza.
Por Anamaría Cofiño Kepfer, Antropóloga y forma parte de la Asociación La Cuerda (Guatemala), entidad editora del periódico feminista laCuerda.
Fuente: Revista de los Pueblos