El Festival de Cine Europeo de Sevilla ha dedicado una retrospectiva a la primera cineasta feminista de Alemania, y es que su trayectoria y su discurso no pueden estar más de actualidad.
Los años 60 cambiaron el cine para siempre. En Francia se abrían camino los aventajados, la Nouvelle Vague, pero en distintas partes del mundo se gestaban las nuevas olas de cineastas que buscaban poner contra las cuerdas a un arte estancado en sus propias convenciones. Los horizontes se abrieron a nuevas narrativas, historias y personajes, y también a muchas mujeres cuyos nombres no ocupan nuestros libros de historia del cine (como viene siendo habitual), pero resultaron tan revolucionarias como sus compañeros varones.
En 1964, una estudiante de la escuela universitaria Hochschule für Gestaltung rodó su primer cortometraje, 'Antígona', una pieza de siete minutos en blanco y negro donde se reinventaba el mito griego. En él, una mujer desafía al poder y reclama su libertad. Y al mismo tiempo, eso mismo hacía Ula Stöckl. La que es considerada la primera cineasta feminista alemana demostró desde sus primeras películas una sorprendente conciencia de género adelantada a su tiempo (aún faltarían algunos años para el estallido de la segunda ola del feminismo en los 70), así como unas inquietudes artísticas y una voluntad de innovar en las técnicas de distribución (llegó a proyectar series episódicas en bares ante las limitaciones del método tradicional) que estaban en línea con sus homólogos franceses en los que se inspiraba el resto del continente.
Stöckl ha tenido que esperar 50 años para que su legado como cineasta fuese rescatado de entre las sombras, empezando por el Instituto Arsenal alemán el pasado mes de febrero hasta la retrospectiva que le dedica el Festival de Cine Europeo de Sevilla, donde se han recuperado películas absolutamente inaccesibles. Como ocurrió con las reivindicaciones no lejanas de Alice Guy Blaché como pionera del cine en sus inicios, toca seguir rescatando nombres femeninos de una historia en la que han sido invisibilizados. El homenaje al trabajo de la alemana no sólo reivindica un legado fílmico extraordinario, sino que también nos da la oportunidad de hablar con ella sobre el pasado, el presente y el futuro. Sobre feminismo, #MeToo y las posibilidades de la pornografía hecha por mujeres.
A sus 80 años, el discurso de Stöckl sigue siendo tan potente y necesario como siempre.
'Tales of the dumpster kid'
FEMINISTA SE HACE, NO SE NACE
Lo personal es político. Así se definían las reivindicaciones de la segunda ola del feminismo en los años 70, y así se pueden definir también las películas de Ula Stöckl, considerada la primera directora feminista de Alemania. Y, aparentemente, la única mujer que estudiaba dirección en su escuela. "En aquel tiempo no había demasiadas mujeres dirigiendo después de la guerra, ahora hay muchas, y me hace muy feliz", nos cuenta.
¿Por qué decidiste empezar?
Siempre estaba escribiendo. De hecho, entré en la escuela de cine porque quería escribir guiones, pero después resultó que en aquel centro también podías convertirte en una cineasta. Y eso me pareció mejor aún: tener el control no sólo de la historia, sino también de las imágenes.
¿Qué tipo de cine veías en aquella época?
En aquel momento veía películas de Federico Fellini, Michelangelo Antonioni, Ingmar Bergman, Alain Resnais, Jean-Luc Godard más adelante… Estuve viviendo una temporada en Francia una temporada, y pude ver mucho de su cine.
'Tales of the dumpster kid'
¿Todos hombres?
Todos hombres, sí... No había modelos femeninos a seguir en ese momento, no al menos con la presencia de aquellos hombres directores, y quizás por eso empecé orientando mis películas a historias de mujeres mitológicas, como Antígona o Medea.
¿Por qué?
Porque creo que, cuando eres joven, siempre buscas ese modelo a seguir. Podría haber sido Juana de Arco, pero para mí era Antígona, sobre todo. Porque teniendo una historia como la que tenía Alemania en aquel momento, siempre me pregunté cómo podía encontrar alguien el valor para resistir. Cómo encontrar las fuerzas para superar aquella dictadura. Así que admiraba mucho a Antígona, aunque nunca existió en la vida real y era una construcción hecha por un hombre. Pero existía en la literatura, y existía para mí.
Es sintomático que aquella fuese tu primera historia en la pantalla: una mujer combatiendo el poder.
¡Completamente!
¿Pensabas en feminismo en aquel momento o era aún muy pronto?
No, qué va. Verás, no se nace feminista. Nunca había pensado en la diversidad de género, en las desigualdades entre hombres y mujeres, porque no me había dado cuenta de que era realmente diferente. Por supuesto que sabía que había diferencias, pero desde luego no en lo que puedes hacer y lo que no en la vida. Esa reflexión vino cuando hice mi primera película, que no fue distribuida de la misma forma o con las mismas facilidades como la de todos mis compañeros varones. Hasta aquel momento no sabía que esa gente miraría a una película de forma diferente sabiendo que la había dirigido una mujer. Nunca había pensado que eso era así, pero lo es.
¿Encontraste muchos obstáculos por ser mujer?
Sí, pero fue al salir de la escuela. Cuando estudiaba no tenía ningún problema, porque era un centro muy moderno, con profesores muy jóvenes y un cuerpo estudiantil internacional. Así que ya éramos todos muy diferentes, y había muchas mujeres estudiando producción, diseño, comunicación y otras áreas. No tantas en dirección cinematográfica, desde luego.
'The cat has nine lives'
LA PELÍCULA QUE LO CAMBIÓ TODO
'The cat has nine lives' se considera la primera película feminista de la historia alemana, pero sólo por sus méritos artísticos, sus sintonías con las nuevas olas europeas y su mirada a los problemas de las mujeres (algo poco visto) ya justifican con creces su valor. Este año se cumple medio siglo de su realización, y es increíble pensar que hayamos tenido que esperar tanto para saber siquiera de su existencia. El filme cuenta la historia de cinco mujeres diferentes y los obstáculos que encuentran a la hora de desarrollar sus vidas profesionales y personales de la manera que desean.
¿Cuál fue la semilla?
En aquel tiempo, mi lema era: las mujeres nunca han tenido tantas posibilidades para hacer lo que quieren como ahora, así que tienen que aprender a descubrir lo que quieren. Eso era muy importante para mí. Antes las mujeres no teníamos tantas opciones entre las que escoger: podías casarte o podías convertirte en una institutriz o profesora, y en ese segundo caso tenías muchos puntos para acabar sola. Hasta Florence Nightingale [precursora de la enfermería moderna y casta toda su vida] no fue bien recibida. Teníamos que abrir el camino en todas las profesiones existentes. Mi película tiene una voz feminista porque habla de mujeres que quieren tener una carrera profesional, que quieren trabajar, que tienen diferentes puntos de vista acerca del matrimonio. Era algo completamente nuevo en aquel momento, en el que por fin podías decidir qué hacer con tu vida. Ya no decidían tus padres con quién debías casarte, pero, aun así, todo el mundo esperaba que te casases. Al final, ese era el destino para las mujeres.
Esta película llego unos años antes de la segunda ola del feminismo, así que de algún modo te adelantaste a la época.
Sí, es cierto. Fue un gran momento, aquel despertar feminista. De repente, lo que yo representé en mi película, que eran mujeres individuales que eran infelices por sus problemas con lo que les mandaba la sociedad, resultó ser algo generalizado: había muchísimas mujeres que se sentían diferentes y no eran felices. Saber esto te hace sentir mejor, porque te da la oportunidad de pensar que las cosas pueden cambiar. Ahora bien, sólo era un paso adelante, porque hoy día hablamos de “feminismos”
'The cat has nine lives'
En plural.
Sí, porque es cierto que tenemos muchos. En mi caso, lo que yo viví en los 70, fue un feminismo de mujeres blancas, especialmente en países de Europa del este. No había personas negras, así que no éramos conscientes de que en nuestro movimiento dejábamos fuera una parte importante de las mujeres. Ahora es diferente, y creo que las mujeres negras de hoy particularmente son muy valientes luchando por sus derechos. Desde aquel movimiento, muchos derechos de las mujeres han cambiado, pero nunca debemos olvidar que no hace tanto tiempo hubo una falta alarmante de derechos que obligaban a las mujeres a quedarse en casa sin una voz pública, sin control de sus cuentas bancarias, teniendo que pedir permiso a sus maridos para trabajar fuera de casa… No olvidemos eso.
El eslogan de esta segunda ola fue “lo personal es político”, y podría ser también el lema de tus películas.
Absolutamente. Todo empieza en casa, con la educación y las relaciones con los hombres que te rodean. He tenido la suerte de tener un padre que creía en las capacidades de una mujer para hacer lo mismo que un hombre, pero hasta su visión de las mujeres era limitada por culpa de la época en la que vivía. En la película se dice: “sólo puedes saber lo que puedes saber”. Y sólo puedes imaginar lo que puedes imaginar. No va más allá.
Para mí, la película también habla de mujeres individuales y sus problemas de una forma que implícita que la lucha debe ser colectiva. Que los problemas de una son los problemas de todas.
Eso es maravilloso, porque es verdad. Una mujer aislada no hace un movimiento.
¿Por qué dejaste de hacer películas en 1992, después de la caída del muro de Berlín?
Con la caída del muro, muchos talentos fueron liberados y muchos artistas de la Alemania Oriental pudieron empezar a trabajar en el Oeste. También entró la televisión, que cambió muchas cosas, claro. De repente todo se paralizó y la mayoría de mujeres de mi generación dejaron de hacer cine. Con la caída del bloque este había mucha gente nueva con historias interesantísimas que contar. Todos los productores se lanzaban a ellos, y no a los que ya estábamos, así que decidí hacerme a un lado y saltar a la enseñanza en los Estados Unidos. No fue una mala decisión, porque en Europa, cuando pasas de los 65, ya estás fuera de la foto. Ahora tengo 80, y sigo enseñando, y me encanta.
SEFF (Ula Stöckl)
EL #METOO Y LA SITUACIÓN ACTUAL
Hace ya más de un año que el movimiento #MeToo revolvió los cimientos de Hollywood. Decenas de mujeres han alzado la voz en todo este tiempo para denunciar los abusos sexuales que tienen lugar en despachos y habitaciones de hotel, y lo que empezó en el cine ha acabado por extenderse poco a poco a muchos otros ámbitos profesionales. El feminismo viene siendo desde hace unos años un tema candente en la sociedad, un debate constante, y se habla ya de una cuarta ola que no puede entenderse sin la tecnología y las redes sociales.
¿Qué opinas del movimiento #MeToo?
Películas de Ula Stöckl |
Sólo podemos sorprendernos de que no haya sucedido antes. Porque, ¿cuántas películas hablan sobre violaciones? Siempre lo supimos. Claro, esto pasa porque la mujer violada piensa, o le hacen pensar, que ha sido culpa suya. Que vestía de forma demasiado provocadora, que flirteaba demasiado, o lo que sea. Y ahora hay muchas mujeres alzando la voz, y que se esté hablando de ello es maravilloso. Porque cuando una mujer iba a juicio contra su acosador, ella siempre se convertía en la sospechosa. Y, de nuevo, humillada, y él no. Nos dicen “los chicos quieren ser chicos”. Bueno, las chicas queremos ser mujeres. Así que creo que este movimiento será beneficioso, porque hemos pasado de saberlo en silencio a hablar de ello en la esfera pública. Y, por supuesto, como todo movimiento, se detendrá en cierto punto y parecerá como que nunca ha pasado, pero sí lo ha hecho. Y eso es muy importante.
Imagino que viste lo que ocurrió en la pasada edición del Festival de Venecia: sólo una mujer (Jennifer Kent) de entre una veintena de hombres compitió en la Sección Oficial. ¿Cómo es posible?
Mira, formé parte durante 20 años del comité de selección de la Berlinale, y siempre apostaba por las películas dirigidas por mujeres. Ahora bien, siempre tenía que hacerlo de forma silenciosa, sutil, no podía defender esa película por motivos de género porque la opinión general, que es la misma de ahora, era: no importa si la película es de un hombre o una mujer. De repente, no importaba, decían. Pero siempre acabábamos con una gran selección que sólo contaba con un par de mujeres, y si teníamos suerte ese año. Así que claro que tienes que defenderlas. Importa quién es el director, porque nuestra perspectiva como mujeres es diferente que la de los hombres. Y claro que hacemos películas sobre lo que nos preocupa y de lo que nos pasa y lo que nos gusta o no.
Entonces, ¿crees en la teoría de la ‘male gaze’ establecida por Laura Mulvey en los 70?
¡Por supuesto! Y en este sentido soy una gran defensora de PornYes, un evento donde se enseñan películas porno dirigidas por mujeres. Porque tienen una visión muy diferente de lo que es su placer, nada que ver con lo que hace la pornografía 'mainstream'. Durante mucho tiempo las mujeres no tuvimos sexualidad, no se nos estaba permitido. Ahora es diferente. En tanto que las mujeres quieran hacer películas sobre sus deseos sexuales, dejémoslas. Y las películas hechas mujeres, porno o no, no se hacen sólo para mujeres, son para todo el mundo.
¿Crees que estamos usando la palabra "feminista" muy a la ligera hoy día?
¿Cómo cuando la usamos con Hillary Clinton?
Sí, me vale.
Ella dice que los derechos de las mujeres son derechos humanos. Ese es su eslogan. Pero las mujeres en nuestra sociedad, aún hoy, no tienen los mismos derechos: no se les paga el mismo salario, por ejemplo. Aún estando en una mayoría, se las trata como si estuvieran en una minoría. Y después hay un techo de cristal que aún está por romper. Hay algunos países con mujeres al mando del gobierno, pero son excepciones. Y también somos discriminadas por nuestra edad, mientras los hombres nunca son demasiado viejos para presidir un país. Pero las mujeres se convierten de repente en demasiado viejas para estar de cara al mundo.
¿Qué mujeres cineastas contemporáneas te apasionan?
En Alemania me encantan Margarethe Von Trotta y Maren Ade. En otras partes del mundo hay muchísimas: Sally Potter en el Reino Unido, Yesim Ustaoglu en Turquía, tantas buenas directoras en Latinoamérica y Corea del Sur... Hay por todo el mundo, y que no recuerde todos su nombres ahora mismo no es porque no conozca su trabajo, sino porque el Festival de Sevilla me ha dejado agotada. ¡En el mejor de los sentidos!
Por Mireia Mullor
Fuente: fotogramas.es