noviembre 22, 2018

Mujeres rurales de Costa Rica buscan ser propietarias de tierras.


CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta

“Cuando llega el tiempo de luchar, hay que hacerlo, ponerse una, para salir adelante” es la consiga que rige los 4 años de lucha de la campesina Carmen Villanueva Campo y su andar con 80 familias de campesinos que buscan ser propietarias del territorio que han labrado, la Finca Chánguina, en Costa Rica.

Poco a poco la Finca Chánguina ubicada en Palma Sur, en la zona del Pacífico de Costa Rica, recobra su vida por el trabajo de sus campesinas y campesinos; el verde con el que se pinta por sus parcelas de bananas, papaya, maíz, yuca… En sus caminos andan puercos, caballos y el río recupera su transparencia. Comienza a sanar de los estragos en los que la dejó la compañía bananera, la “United Fruit Company” (UFCO, por sus siglas en inglés).

FINCAS DE COSTA RICA Y SU HISTÓRICA RESISTENCIA

La compañía americana UFCO se asentó en Costa Rica en 1934 y se mantuvo produciendo y explotando los territorios de este país por 50 años, incluyendo los de Palma Sur, en Puntarenas, donde se ubica la Finca Chánguina, junto con otras como la Finca 8, la Finca 7, Finca 10-11.

El emporio de la compañía frutera tuvo su declive en los años ochenta cuando los trabajadores que habitaban en las plantaciones se organizaron para exigir mejores condiciones laborales. Ante los estallidos de protestas, la United Fruit avisó al gobierno de Costa Rica que abandonaría las fincas y en consecuencia quedaron desamparados todos sus trabajadores.

Las autoridades costarricenses mantuvieron los empleos de los campesinos y la producción de cacao, palma y banana por medio de la creación de cooperativas, pero las personas trabajadoras de las fincas emprendieron una lucha porque se les entregue estas tierras que por años han trabajado.

En el caso de la Finca Chánguina el proceso legal para que las 80 familias que la habitan y trabajan se hagan propietarias comenzó en 2015, explica Erick Morales integrante del Comité de la Finca, durante una visita que Cimacnoticias realizó como parte del Encuentro de corresponsables del informativo Voces Nuestras.

Erick detalló que en la repartición del terreno se espera que cada familia reciba 3.5 hectáreas por parte del Instituto de Desarrollo Rural (Inder) la instancia del gobierno de Costa Rica responsable de su manejo.

Pero a diferencia de otros lugares, en la Finca Chánguina no hay distinción de género para repartir y poseer estas tierras, las mujeres son propietarias como los hombres. “Las necesidades son las mismas” indica Erick, ambos han trabajado en esta finca y al igual la merecen.

Pero sin duda, también reconoce, el trabajo de las mujeres rurales ha sido clave para la recuperación de estos territorios y su cuidado.

MUJERES RURALES AL FRENTE DE LA LUCHA

CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta

Carmen Villanueva es una de estas mujeres. Nació en el campo, es descendiente de mujeres campesinas, su abuela mujer indígena campesina, al igual que su madre, ella es la tercera generación dedicada al cultivo. “Para mi es un orgullo ser campesina, yo nací siéndolo, desde chiquilla mi padre me enseñó a cultivar el arroz”.

Carmen es propietaria de una parcela en la Finca Chánguina y parte del comité de ésta. Durante 4 años ha estado en la resistencia ante los intentos del gobierno por echarlos de las parcelas. Participó en el último y más fuerte enfrentamiento que tuvo la población con la policía costarricense en 2015, cuando los desalojaron de la finca por una orden judicial que obtuvo el empresario y arrendatario de la finca, Oscar Echeverría Heigold.

“Primero en el desalojo la policía nada más llegan y dicen que desocupáramos las tierras, que había desalojo. Al quedar uno afuera perdimos los cultivos, quemaron –los policías- los cultivos, algunos pozos los contaminaron, al mío le echaron un perro muerto, los platanales les echaban gasolina y les prendían fuego”.

En resistencia por sus territorios las y los campesinos tomaron por 17 días el puente del Río Térraba, el más grande de Costa Rica y que es la entrada a la fincas, ahí nuevamente fueron reprimidos por la policía, continuó narrando Carmen.

“No les importó que fueran mujeres, las golpearon, fue muy duro pero aquí estamos, tratando de llevar la lucha adelante, queremos ser ejemplo, que vean que si se proponen las cosas se logran. Cuando es tiempo de luchar hay que hacerlo, ponerse una, para salir adelante”.

En medio de la lucha por este territorio, no hay inversión por parte del gobierno para que sea dotado de los recursos mínimos de vivienda, en la Finca Chánguina así como las otras aledañas, no hay agua potable ni electricidad.

La población ha tenido que obligar a las autoridades a colocar por lo menos tanques de agua potable en la entrada a la finca, pero el acceso es complicado para quienes viven en los adentros de la Finca, señala Evelyn Saborío otra las mujeres campesinas.

“Digamos que las personas que viven adentro –de la Finca- no tienen acceso a esa agua tienen que salir a traerla. Hay agua de pozo pero estas tierras fueron utilizadas por la bananera y puede que esté contaminada, no se puede utilizar para el consumo. ¿Electricidad? No hay esperanzas porque la finca está en manos del Inder y el cableado está muy afuera, solo quieres están en la orilla –de la Finca- podrían acceder. ¿Paneles solares? no saben si pueden tener acceso. Los servicios de teléfono es difícil, no hay señal. Prácticamente vivimos como se pueda con los servicios básicos”.

SEMILLAS PARA TENER COSECHA

CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta

Pero incluso en estas adversidades las mujeres de la Finca Chánguina siguen construyendo sus hogares, sus parcelas y generando comunidad.

Cuando a una mujer se le entrega una tierra es seguro que será productiva, “somos más cuidadosas”, asegura otra campesina de la Finca, Sonia Cortes. Sentada en medio de sus parcelas de bananos y papayas Sonia comparte un poco de sus saberes, “Desde la cocina, cortamos un limón guardamos la semilla, la yuca, cuando la cortamos se guarda la semilla, es como cuando criamos a nuestros hijos, va poco a poco.”

Las mujeres campesinas han aprendido que el cuidado de la tierra es fundamental para que siempre tengan cosecha “Hemos aprendido a tener la semilla criolla nada de transgénico, yo utilizaba químico ahora estoy utilizando lo orgánico para ir mejorando la parcela, para la salud, sacar mejor producto y darlo a mejor precio. Incluso damos las “manos cambiadas”, un día trabajamos aquí otro día en otra parcela” relata Sonia.

Evelyn también aplicada estos métodos de cultivo más ecológicos “Ahí vamos trabajando siempre tenemos muchos árboles que próximamente van a dar frutos y con eso podamos sacar todo lo que hay en la parcela. Aplicamos la agricultura orgánica y les enseñamos a los compañeros dejar los agroquímicos”.

Otras mujeres que han llegado a vivir a la Finca Chánguina han aprendido a cultivar como María Acuña. Ella cuenta que llegó hace 4 años con sus cinco hijos cuando su cuñado le regalo un “pedacito” para que viviera con ellos. “Yo nunca tenía tierras, yo pregunté si me podía apuntarme para una y me dijeron que sí. Yo tengo dos cerdos, siembro plátano, yuca, mi proyecto es sembrar pasto para tener dos vaquitas y tener leche para mis hijos.”

“He luchado sola, me siento orgullosa por eso” dice María, porque hasta hace un año era madre soltera y aprendió por si misma a andar en moto para recorrer la parcela y “volar machete”, dice en referencia a cortar y recoger el plantío.

Aunque todavía no se resuelve el proceso legal para que les entreguen las tierras de la Finca Chánguina y según calculan pueden pasar otros 2 años para ello, las mujeres desean que su lucha sea un ejemplo para sus hijas y para otras campesinas concluye Sonia Cortes, “Se ha sacado en pie esta tierra para que las mujeres vean que sí se puede, porque el Inder sólo daba tierra antes a los varones, con esta lucha han visto que las mujeres podemos sacar nuestras casas sin necesidad de compañero. La mujer rural se nota, no sólo los varones.”

Por Hazel Zamora Mendieta
Fuente: Cimacnoticias