Paris, la política fue editado por Asentamiento Fernseh
Entre otras reediciones de la obra de Monique Wittig, esa filósofa que fue parte de la creación del "Movimiento de Mujeres" en la Francia de los años '70 y que más tarde declaró -y todavía su definición sigue tensionando- que "las lesbianas no somos mujeres", hay una pieza extraña que funciona como una "yegua de troya". Se trata de Paris, la política (Asentamiento Fernseh), escrito en inglés y traducido años más tarde a la lengua de nacimiento de la autora. Una obra donde la ironía es filosa y la crítica al feminismo hegemónico es una oportunidad para pensar las propias prácticas. Vir Cano, activista lesbianx y feminista, docente, filósofx e investigadore del IIEGE-CONICET se puso a leer y da pistas para entrar en esta ciencia ficción cargada hasta las letras.
Monique Wittig, la filósofa y activista lesbofeminista.
Quien se haya topado con alguno de los escritos de Monique Wittig sabrá que no son textos cómodos, ni fáciles, ni transparentes, ni condescendientes. No hay benevolencia en su pluma convulsa, tampoco un intento por agradar o suavizar la rispidez a la que nos arrojan. En todo caso, y en esto parecen encontrarse textualidades tan diversas como la de sus ensayos, ficciones y obras de teatro; lo que sí abunda es un pulso conmovedor, un gusto por la complejidad, una erótica fugitiva y una apuesta por la opacidad como política escritural.
Es esta tesitura la que nos encontramos nuevamente en “París, la política”, recientemente publicado por la Editorial Asentamiento Fernseh, y cuya traducción inédita hasta ahora en nuestro idioma está a cargo de vic sfrizo, activista y traductor lesbiano. El texto de Wittig está acompañado, y así re-situado, por un “Prólogo” de la activista y escritora tortillera val flores y una “Nota de traducción” de sfrizo que cartografían el territorio local en el que se pone a rodar este texto-intervención.
Wittig fue una importante activista lesbiana y feminista francesa que no sólo formó parte en los 70 de los inicios del “Movimiento de Liberación de las Mujeres”, sino que también contribuyó a la creación del primer grupo de activismo lésbico parisimo en 1970, “Feministas revolucionarias”, luego devenido “Gouines Rouge” (“tortas rojas”) en 1971. Su pluma y su pensamiento han cruzado el feminismo materialista y el lesbianismo radical, con la ciencia ficción y la poética activista.
Entre sus obras más conocidas se encuentran las novelas Las guerrilleras (1969) -reeditada por Hekht en 2019- y El cuerpo lesbiano (1973) -también Hekht, 2020- , y la compilación de sus textos teóricos en el libro El pensamiento heterosexual y otros ensayos, publicado por primera vez en inglés en 1992, y traducido al francés recién unos ocho años después. Este avatar de la traducción a su “propia” lengua no es menor. Da cuenta del proceso de migración que llevó a Wittig a los Estados Unidos en 1976 (movida por su alejamiento del movimiento de mujeres parisino y del feminismo de la diferencia que imperaba en la teoría feminista), a la vez que da muestras de la resistencia que muchas de sus ideas produjeron en su país de origen y particularmente en el movimiento hegemónico de mujeres.
Y es en este contexto de polémica con las prácticas y posiciones teóricas del feminismo francés, citadino y heteronormado, donde se inscribe “París, la política”. Esta extraña obra de ficción aparece por primera vez en 1983, en la revista francófona “Vlasta”, que le dedica a su obra un número especial en el que se incluye este texto (junto a otros de sus escritos), y puede ser leída como una pieza clave para comprender el tenso, visceral y corrosivo vínculo que mantuvo Wittig con el activismo feminista francés, y con ciertas prácticas políticas que han calado hondo también en el movimiento lésbico. Como nos cuenta vic sfrizo, faltarían 15 años desde su aparición en esta revista para que el texto devenga libro en Francia, y unos treinta ocho para hacerlo en nuestras latitudes.
Esa ironía feroz
“París, la política” es una obra de ciencia f(ri)cción feminista en la que se suceden una serie de escenas-metáforas que, en clave grotesca y paródica, ofrece una mirada sagaz y nos incita a probar el gusto amargo de la política feminista francesa, protagonizada por personajes tiránicos y cruentos como “las judas”, o fanatizados e idólatras como “las celosas”. La colección de fragmentos sutura una crítica política punzante y un arduo trabajo experimental con la escritura y la gramática (al que se han dedicado con obstinación las obras de ficción de Wittig).
La seguidilla de imágenes (des)compone un potente y erosivo campo de reflexión en torno a las prácticas y los discursos feministas, sobre cuyas vísceras ha rumiado con lasciva insistencia la política escritural wittigiana. Como señala val flores en el prólogo: “Con una ironía feroz y lapidaria, Wittig implosiona la arquitectura corporal de un modo de hacer política, en el que ella misma estuvo implicada y que, de algún modo, alentó. A través de una serie de fragmentos aferrados al fracaso y al destrozo lubrica una crítica incisiva a un fanatismo esclerotizado en un credo militante que aúlla que los colmillos de la “manada” también desgarran hacia adentro.”
El sanguinario “carnaval” (feminista) que inaugura la obra; la descripción cruda de “las judas”, “las celosas”, “las extranjeras” y “las ocupantes de sillas pequeñas” (entre otras); las preguntas filosas y las torsiones lingüísticas que se cuelan en esta ficción; nos contagian la asfixia y el dolor que experimenta Wittig frente a cierto modo cruento y excluyente del hacer político. “Las tripas explotan una detrás de la otra. Si se trata de las tripas, ahora han estallado todas y cuelgan”, escribe Wittig, mientras su pluma expone las vísceras ensangrentadas de la política feminista post mayo francés. En este texto, nada parece quedar en pie (ni la propia Wittig), y el escalpelo literario se clava en la carne herida de un feminismo citadino que huele a fracasos, tiranías y crueldades intestinas.
En estas páginas, lejos de toda mirada romantizada o piadosa, lx lectorx se abismará a oler los gestos hediondos y las miserias extendidas que también, lo queramos admitir o no, atraviesan nuestras prácticas y sueños feministas, aquí y ahora.
Políticas tortilleras de la traducción
El primer registro tortillero de traducción de Wittig en nuestro contexto se encuentra en la tapa del segundo número de nuestros ya míticos Cuadernos de existencia lesbiana (primera publicación lésbica en nuestro país). Esos fanzines que motorizaron Adriana Carrasco, Ilse Fuskova y Josefina Quesada irrumpieron por primera vez en la escena feminista porteña en la marcha del 8 de Marzo de 1987, como una intervención directa al heterocentrado (y closetero) activismo de mujeres-cis que hegemonizó la escena feminista en los años 80 (y también en los años 70).
Podríamos decir que esta primera aparición de Wittig signa el derrotero de un vínculo fértil y prolífico: ese que liga la disrupción wittigiana con los activismos lésbico-disidentes de nuestra escena local, al tiempo que une el quehacer militante tortillero con el trabajo de traducción y circulación contracultural de escrituras y saberes minoritarios.
Los ecos de Wittig volverán con insistencia: resonarán en los alaridos desde el sur de las “fugitivas del desierto” (colectiva tortillera neuquina que activó en los 2000) y también en las un poco más cercanas “Celebración de las amantes, Jornadas de orgullo y disidencia lésbica” que tomaron las ciudades de Córdoba y Rosario en los años 2012 y 2014, y que fueron movilizadas por activistas lesbianas como Gabriela Adelstein, val flores, Ma. Luisa Peralta, fabi tron, Canela Gavrila, Stella Labruna, Amalia Salum, Irene Ocampo y Naty Vilá.
El imaginario político-ficcional de Wittig ha sido -y es- un deleite para nuestras lenguas tortilleras sudacas, una inspiración y una respiración a contra-tiempo de los modos institucionalizados y muchas veces burocratizados de una parte extendida del activismo feminista, de mujeres y LGTB+.
Frente a la hegemonía de la lengua del derecho, en las grietas escurridizas de unos activismos que se resisten a hablar únicamente el lenguaje de las instituciones estatales, se ha extendido y explorado ese gusto wittigiano por torcer -y fugar de- la matriz jurídica y la narrativa de “la conquista” de derechos.
Y es allí, en esta tra(d)ición crítica y exploratoria de producción activista donde hay que inscribir la traducción y puesta en circulación de los textos de Wittig; y particularmente de “París, la política”. De hecho, amén del reconocimiento y legitimación académica que adquirió Wittig en Francia y Estados Unidos con el correr del tiempo, en nuestro contexto aún hoy circula principalmente entre activistas lesbianxs y es una figura mayormente ausente (con algunas excepciones) en nuestras academias y el canon que sostienen.
El imaginario político-ficcional de Wittig resuena en la militancia tortillera local con insistencia lacerante y apasionada ambigüedad: se anuda con fuerza a los movimientos de auto-crítica, y se imbrica con el intento de explorar otras maneras de hablar, hacer y sentir lo político (y la escritura). Por eso es tan importante re-situar la aparición de esta traducción de “París, la política” en la apuesta de un activismo sexo-disidente que aún hoy, y a contrapelo del relato oficial feminista y LGTB+, se resiste frente a la demanda de narrativas heroicas y promesas salvíficas de la revolución, para arriesgarse a la palabra incómoda, la duda, la revisión, el tartamudeo, e incluso el lamento.
- Para seguir leyendo: Aquí
Por Vir Cano
Fuente: Página/12