julio 25, 2014

Sobrecarga laboral sin paga que las mantiene en la pobreza. Trabajo del hogar: otra expresión de violencia contra las mujeres


Foto: Maricruz Montesinos

El trabajo del hogar –tanto el que se realiza por un pago como el que se hace de manera cotidiana sin remuneración alguna– es una forma de violencia poco visibilizada y una pérdida económica y de tiempo para las mujeres, mientras que el Estado mexicano avanza a cuenta gotas para erradicar la desigualdad en el ejercicio de esta labor.

Esta fue la conclusión de expertas durante el foro “Día Internacional del Trabajo Doméstico. Hacia un reconocimiento de la economía de cuidado” –efeméride que se conmemoró hoy–, y al que convocó el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal.

Ximena Andión, directora del Instituto Simone de Beauvoir, y Paz López, asesora técnica en Estadística y Políticas de Igualdad de Género de la oficina de ONU-Mujeres en México, coincidieron en que de no reconocerse las aportaciones económicas del trabajo del hogar, las instituciones y la sociedad no asumirán su responsabilidad para terminar con la desigualdad.

Detallaron que las mexicanas destinan 48 horas a la semana para el trabajo no remunerado en los hogares –lo que genera el 21 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB)–, mientras que los varones sólo destinan 16 horas para esta tarea.

Además de que en virtud de que cada vez más mujeres ingresan al mercado laboral, ellas terminan realizando a la semana jornadas que incluyen su actividad económica y de trabajo doméstico, de hasta 79 horas en comparación con 64 horas de los hombres.

Y en el caso de los 2.2 millones de personas que se dedican al trabajo del hogar y reciben una remuneración –de quienes nueve de cada 10 son mujeres–, 34.6 por ciento reciben menos de un salario mínimo por jornadas que generalmente son mayores a las 12 horas diarias.

Además la discriminación contra ellas es muy grave porque según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), 25 de cada 100 personas consideran que es correcto darles como alimento las sobras, o que no pueden usar el mismo baño que la familia. 

Las expertas señalaron que las autoridades y la sociedad no están asumiendo su responsabilidad en la materia, y es que México no ha implementado ninguna acción mandatada en las convenciones internacionales sobre derechos laborales y derechos de las mujeres.

Por ejemplo, enfatizaron que México suscribió la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), que en su artículo 13 señala que los Estados partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en esferas de la vida económica y social, a fin de asegurar condiciones de igualdad entre los sexos.

Sin embargo, en México las aportaciones a la economía nacional y las contribuciones familiares de las mujeres que realizan trabajo del hogar siguen sin ser reconocidas ni pagadas debidamente.

Otros instrumentos internacionales son los convenios 136, 111, 100 y 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que se refieren a la protección para el y la trabajadora, igualdad de remuneración, contra la discriminación y sobre el derecho al trabajo decente para las empleadas del hogar que reciben remuneración. México no ha ratificado tales convenios.

Las especialistas acusaron que esta omisión se debe a que las autoridades y la sociedad en su conjunto aún creen que las desigualdades de las tareas son del ámbito privado, por lo que corresponde a las familias combatirlo.

Pero no están generando acciones para crear un sistema integral de cuidados que preste servicios y brinde infraestructura suficiente para atender a menores de edad, personas adultas mayores y con alguna discapacidad.

También indicaron la ausencia de políticas laborales que regulen los horarios de trabajo y las jornadas laborales, de modo que tanto la madres como los padres puedan disfrutar del cuidado de su descendencia, o el otorgamiento de licencias de paternidad que sean equiparables a las que se conceden para las mujeres.

Asimismo, no hay propuestas legislativas en materia de regulación del trabajo del hogar remunerado, principalmente en lo que compete a la ratificación del Convenio 189 de la OIT.

Por todo esto, y porque dedicar tiempo a las tareas del hogar reduce la oportunidades de que las mujeres busquen un empleo remunerado o una actividad para su desarrollo, la realización del trabajo del hogar es el principal obstáculo para que la población femenina salga de la pobreza.

Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Fuente: Cimac