noviembre 13, 2018

Analizando “El punto de vista (standpoint) de las mujeres: conocimiento encarnado versus relaciones de dominación” de Dorothy Edith Smith.


Aquí se presenta el desarrollo de la epistemología desde el punto de vista de las mujeres y la importancia de la categoría de la experiencia, dentro de lo que Smith conjuga en su investigación sociológica bajo las reglas de dominación[1]

Women through history (and into the future) climb a metaphorical staircase into the clouds. As the future women follow in their footsteps, each woman in turn, carries the their own stair step and places it at the top to build the staircase -- then turns and descends into the past. Imagen cliohistory.org 

Desde un inicio la lucha del movimiento de mujeres ha tenido como fuerza movilizadora el malestar del deber ser impuesto y las experiencias de mujeres, en un sistema que no las reconoce en su cotidiano y en lo discursivo las instala como sujeto pasivo sin transcendencia en el quehacer público de un sistema diseñado por y para otros en masculino. 

Las experiencias son clave al momento de conversar con otras mujeres sobre lo que son las propias y las comunes, surgiendo algunos términos como “opresión, violencia sexual, violencia”, etc., que dieron una connotación política a las experiencias compartidas y que por el solo hecho de hablar entre mujeres conllevaba una transformación movilizadora para hacerlas públicas. Este enfoque contiene lo que se denominó el punto de vista (standpoint) y fue muy importante en una primera etapa del movimiento de mujeres, por la adaptabilidad del conocimiento de la experiencia común, a través de los descubrimientos y en la organización activa como pensamiento se conceptualizó como punto de vista feminista. 

Es importante señalar, que la filósofa feminista Sandra Harding (1998) adoptó esta noción y “sostenía que las empiristas feministas que demandaban tanto un privilegio especial para el conocimiento de las mujeres como objetividad, se hallaban atrapadas en una paradoja irresoluble” por lo que para ella la valorización de la experiencia de las mujeres confrontaba las realidades racionales y objetivas del conocimiento construidas en torno un sujeto universal masculino. 

Con posterioridad, esta noción fue criticada por otras teóricas feministas, debido a que solo se basaba en la experiencia de las mujeres y no tomar en cuenta las variables de clase, raza y otras diversidades. Aunque si consideramos el contexto de la época, esto fue porque las mujeres blancas, heterosexuales y clase media fueron quienes lideraron el movimiento de las mujeres en los años 60 y 70. Esta situación significó un cuestionamiento teórico en términos de un supuesto esencialismo que excluye bases de opresión y inequidades que conforman la intersección de la categoría de las mujeres o la mujer en la caracterización de atributos específicos y compartidos. 

Sin embargo, lo importante de esta noción es que se reconoce una práctica política que movilizó y articuló las luchas del movimiento de mujeres, para enfrentar las formas masculinas de opresión contra las mujeres, donde se toma un lugar como “sujeto” frente al espacio público y una posición en la vida política, intelectual y cultural en la sociedad. La idea de una posición de sujeto en nombre de mujer fue el foco del movimiento de mujeres de los años 70 y 80, que se consideraban excluidas y protagonizaron sus propias demandas, al contrario de las movilizaciones anteriores. 

El punto de vista de las mujeres y las relaciones de dominación. 

El término punto de vista (standpoint) es instalado en gran parte cruzando el pensamiento y la crítica de Harding (1998), en cuanto al posicionamiento social sobre el sujeto de conocimiento y lo discursivo. Al contrario según se señala del punto de vista feminista de Nancy Harstock (1998), que no reconoce ni una forma de posición social o económica política. Aunque para Smith será un punto de vista de mujeres y no feminista, que es fundamental para lo que denominó como sociología para mujeres y que con posterioridad pasó a ser de personas, que no reconoce una posición o una categoría de posición de género, clase o raza, pero si toma la idea de un sujeto de la etnografía institucional, como un método de investigación alternativo al conocimiento del discurso establecido y que se enmarca en lo que llama “relaciones de dominación”, donde las mujeres invisibilizadas como sujeto y subordinadas para hacer el trabajo de ser madres, reproducíamos las mismas relaciones de género que sostenían el sistema hasta incluso en las últimas décadas del siglo XX. 

El punto de vista desestructura la posición de sujeto en la etnografía institucional, porque no subordina a las formas de conocimiento en sociedad o en la economía política. Asimismo, como método de investigación se orienta en las realidades cotidianas y las experiencias de las personas para comprender lo social como organización, en que cualquiera puede ser sujeto con posición de discurso. 

Examen de la sociología desde el punto de vista de las mujeres. 

Smith para desarrollar su proyecto de una sociología que no fuera objetiva, implicó explorar su historia personal desde su posición de mujer, tal como, el movimiento de mujeres lo había realizado. Lo que le sirvió para cuestionar todo lo aprendido durante años de carrera académica y revisar las contradicciones que entendía en su trabajo de Socióloga, puesto que no sólo se dedicaba a la academia, sino que también tenía que realizar las labores domésticas en su rol de madre y todo lo que implicaba hacer estos quehaceres, pero la sociología que había estudiado no tenía interés en incursionar en este mundo como parte del análisis de estudios. Así comenzó a analizar su experiencia como mujer desde la sociología, y por supuesto, las responsabilidades de las actividades dentro del hogar y que siempre estaban presentes cuando iba a trabajar a la Universidad y en contradicción en la subjetividad de su práctica de lo doméstico. Por otra parte, el vinculo con el movimiento de mujeres la llevo a conjugar ambos espacios y analizar desde su posición de mujer lo que denomino el punto de vista de “la subjetividad del hogar” y todo lo que era parte de su organización, que también abre paso a las relaciones de dominación entre las relaciones de la vida y el trabajo visible. 

La trayectoria histórica del género y las relaciones de dominación. 

Smith cuando se refiere al concepto de las relaciones de poder, lo hace desde la postura de experiencia de sus diversos cotidianos, como un modo de organización de sociedad compuesta por una trayectoria histórica de género y las relaciones de dominación, cuya preocupación se origina en Europa y Norteamérica a fines del siglo XIX. 

Al enlazar las relaciones de dominación destacó que estas eran formas de conciencia y organización objetivadas, porque son construidas externamente a las personas y lugares particulares por medio de la ideología, como formas propias de teorización social y política. Así tenemos que cuando Marx se refirió al capital fue en términos de propiedad individual como concepción de conciencia. Al contrario, de las relaciones sociales de dominación que se desarrollaron más adelante y que objetivan la conciencia como (i) diferenciadas y especializadas y; (ii) objetivadas porque son producidas independientemente de individuos o relaciones particulares. 

De igual forma, Smith recorre una serie de autorías comenzando con Leonor Davidoff y Catherine Hall (1987) para ver la separación de la ocupación de la conciencia de las clases medias y particularmente las formas de dominación durante los siglos XVII y XVIII, que ubicaban a las mujeres en lo privado parte de lo doméstico y los atributos del cuidado, y el mundo público para los varones en lo social parte de los negocios, la política y la ciencia. No obstante, sólo Joan Landes (1996) identifica la exclusión de las mujeres del discurso público en la Ilustración y el capitalismo a través de lo que llamó “la farsa universalidad” y que impidió la organización de las mujeres, como en la Revolución Francesa (1789) porque ya se les había designado su rol en lo doméstico. 

En el siglo XX, las formas capitalistas cambian el desplazamiento de la propiedad privada y la empresa, a la propiedad corporativa y el control, lo que Alfred Sloan (1964) denomina la organización “objetiva” en base a los resultados de los procedimientos aplicados para el rendimiento a grandes escalas de producción y abandonando las prácticas de confianza del personal que devenían de las relaciones familiares propias del siglo XIX. 

Asimismo la producción se apoyó en la mejora de las herramientas de producción, otros medios de transporte, nuevas formas de comunicaciones, diferentes tipos de empleos, formación de centros financieros y otra forma de hacer negocios, que en definitiva demarcaron otras formas de vivir la realidad objetiva de la organización sobre la propiedad y el control de la conciencia. Por lo que no es casualidad pasar al tutelaje de las instituciones, como cuando se instala la organización del sistema de educación. 

La concepción del discurso de Foucault (1970) cobra relevancia en las relaciones de dominación, cuando trata de separar la historia para ubicar a los sistemas de conocimiento y la adquisición de este conocimiento independientemente de cada individuo, con lo cual centra la preocupación en los eventos discursivos “las declaraciones reales, escritas o habladas” que ocurren y las características de poder que tienen estos discursos, incluso en un orden previo de su declaración, que viene a responder a una regulación que impone y coacciona las subjetividades de las personas. Tal como, es vinculado por el movimiento de mujeres en las experiencias que no son de interés para el discurso “las mujeres”. 

Sin lugar a dudas las tecnologías y los medios de comunicación transformaron el discurso público para pasar a una industria de cultura masiva y sus organizadores al difundirla por sus distintos canales, articulan el orden de nuestras relaciones para enmarcarlas en el sistema y es lo que Smith llamó dominación (ruling). 

A medida que avanzaba el progreso se hacía cada vez más presente la dominación en nuestro quehacer cotidiano y se produjeron contradicciones en las situaciones de las mujeres, particularmente las de clase media en el contexto social y económico frente a la organización masculina, porque como lo destaca Betty Friedman (1963) y otras autoras, en el modo de vida de las mujeres suburbanas y su acceso a los medios como a nuevas oportunidades, estuvo la metamorfosis de la conciencia y el abandono de lo doméstico. 

En las primeras décadas del siglo XX, el acceso al sistema educativo y la especialización fueron factores decisivos en la movilización de esfuerzos de la posición de las mujeres y la formulación de otro tipo de familia, pero lo más importante es que se comenzó a traspasar fronteras étnicas y raciales, puesto que en esa época quienes lideraban el pensamiento eran mujeres blancas de clase media. Asimismo, en el período de la Segunda Guerra Mundial las mujeres tuvieron la oportunidad de salir a trabajar y después de su termino, se aprecia un cambio en las orientaciones de formación, que con anterioridad se habían centrado en los oficios domésticos pasando al campo de las humanidades. Aunque esta situación no modifico la posición de subordinación que las sujetaban a lo doméstico. 

La ubicación del punto de vista de las mujeres en la trayectoria. 

En el período de los años 60 a los 80, la vida de las mujeres coexistió en las relaciones de subjetividad entre el hogar y su participación en lo público, condicionalmente implicaba una carga de la conciencia de lo personal/familiar y el sostén de una vida pública. 

Smith explica que esta encrucijada fue crucial para el movimiento de mujeres, en la toma de conciencia de su cotidiano como madre/académica/ama de casa y las implicancias de esta subjetividad en su trayectoria personal de vida, como una fórmula de desconstrucción de su experiencia y que en sus palabras “debía evitar el consentir o recrear la división entre el intelecto y mi ser como mujer, un ser materno y sexual, anclado en mi ser corporal, en su vida cotidiana y dentro de una sociedad que buscaba explorar” dando origen al “punto de vista de las mujeres”. Este concepto fue evolucionando a medida que lo fue articulando con otras mujeres dentro de los mandatos domésticos y el contexto de la época que las llevaba a participar en otros ámbitos de la vida, porque aun así no eran parte del discurso como sujeto y es a través de este punto de vista que se logra situar a las mujeres, para sacarlas de los atributos de su dominación y desafiar las formas objetivadas del conocimiento en un sujeto masculino. 

De esta forma, es que el movimiento de mujeres enfrenta a la universalidad del sujeto y rechaza la división de cuerpo y mente, porque hablar de las experiencias de las mujeres era siempre desde una posición corporal y la teorización desde un punto de vista feminista trae consigo la estrategia de comenzar en el cotidiano, que es “la propia experiencia” y que se coordinan en las relaciones sociales en el tiempo para convertirse en realidades. 

Por Daniela Andrade Zubia 
La Ciudad de las Diosas

[1] Este es un ensayo, a partir de la traducción Ana María Bach del primer capítulo del libro de Dorothy E. Smith, Institutional Ethnography. A Sociology for People, 2005, publicado por AltaMira Press.