El país latinoamericano tendrá que decidir si da un giro hacia el progresismo con un gobierno liderado por Gustavo Petro. Sin embargo, los partidos de izquierda siguen excluyendo la agenda feminista y a las candidatas comprometidas con ella. Cuatro mujeres destacadas del feminismo y la política, Sara Tufano, Juana Afanador, Victoria Sandino y Ángela María Robledo, hablan sobre sus desilusiones y esperanzas frente a las elecciones de 2022.
¿Es posible que la decepción y la esperanza vayan juntas? El año 2022 empieza con una enorme expectativa frente a las elecciones en Colombia para el Congreso y la Presidencia, que se realizarán en marzo y mayo próximos y que podrían volver a pendular, como hace cuatro años, entre la promesa de un cambio y más de lo mismo. Por ahora Gustavo Petro, precandidato del Pacto Histórico, una coalición de izquierda, lidera por mucho las encuestas de intención de voto, una noticia insólita en un país que ha sido gobernado por la derecha más o menos desde siempre. Ahí está la esperanza. La tarde del 13 de diciembre de 2021, el Pacto Histórico, como el resto de los movimientos y partidos políticos, presentó su lista de aspirantes al Senado y la Cámara de Representantes. Entonces se sintió, un poco, la decepción. Porque a la lista de una coalición que defiende la vida –en vez de seguir con la guerra–, la justicia social, las ciudadanías libres y la cultura de paz, y que incluye nombres valiosos, parece faltarle algo: feministas y mujeres.
El 9 de diciembre, la socióloga Juana Afanador, militante del Polo Democrático Alternativo, uno de los partidos del Pacto Histórico, publicó una carta en la que renunció a lanzarse a la Cámara de Representantes por falta de garantías para ser candidata. Ese mismo día Sara Tufano, también socióloga y militante del Polo, solicitó en su columna del diario El Tiempo que no la incluyeran en la lista al Senado. Ambas son feministas. Además, Juana Afanador es experta en transporte y movilidad urbanos y hace parte de un grupo de veeduría ciudadana al proyecto del metro de Bogotá. Dice que pensó en lanzar su candidatura para posicionar esos temas locales y porque supuso que el 2022 sería un año de renovación política y participación de las mujeres –intuyo una sonrisa amarga al otro lado del teléfono, remarcando la ironía.
Porque, en nombre de la paridad, el Pacto Histórico, en efecto, elaboró su lista al Congreso como una cremallera, intercalando mujeres y hombres, pero en el Polo Democrático Alternativo los hombres de la dirección decidieron cuáles mujeres quedarían en la lista. “Entonces las que no tenemos padrinos, que somos independientes, que hacemos política de otra forma, que no venimos de castas ni estirpes, quedamos rezagadas del ejercicio y de la oportunidad de ser candidatas”, explica Juana y luego se pregunta sobre la presencia actual de las mujeres del Polo en cargos políticos: “Somos el único partido que sólo tiene congresistas hombres”.
Existe Polo Mujer, la facción en la que milita Juana, cuyo fin es, justamente, la participación política de las mujeres, y que apoyó, incluso antes de que se hiciera oficial, la aspiración presidencial de la defensora de derechos humanos y del medioambiente Francia Márquez, hoy precandidata por el Pacto Histórico. Polo Mujer venía realizando una serie de asambleas regionales con perspectiva de género que, ante el gasto de la avalancha electoral, fueron interrumpidas por falta de presupuesto. “En las listas a Senado y Cámara por Bogotá del Pacto Histórico no veo a ninguna mujer que se presente como feminista o que en su agenda hable de feminismo, y necesitamos feministas en el Congreso”, asegura Juana Afanador.
“Creo que todavía hay una carga de la vieja izquierda: primero solucionamos la lucha de clases y después las mujeres veremos cómo hablamos de nuestros derechos”, expone Juana y la secunda Sara Tufano: “La contradicción principal, la más importante en los partidos marxistas y comunistas, era la de clase. Había que eliminar la división de clases; antes de ser mujeres, eran trabajadoras. A pesar de que ya no son partidos marxistas ni comunistas, en la izquierda sí han quedado esas divisiones y se piensa que las mujeres que cuestionan el patriarcado, el sexismo y el machismo son enemigas porque dividen la causa de los trabajadores. Yo podría haber entrado al Polo y no haber dicho nada, haber insistido en el antiuribismo, en la denuncia al gobierno y haber dejado de lado la agenda feminista, pero como feminista fue casi imposible hacer eso”.
En 2015 Sara Tufano no tenía redes sociales, vivía fuera de Colombia y había investigado sobre conflictos armados y procesos de paz para su tesis de maestría en la Universidad de São Paulo, mientras que en Colombia el Acuerdo de Paz recién se firmaba. Ese año regresó al país. En 2017 empezó a escribir su columna en El Tiempo y abrió una cuenta de Twitter, en la que manifestó su simpatía por el proyecto político de Petro que, en 2018, se lanzó a la Presidencia por el movimiento –hoy partido– Colombia Humana. Pero en 2019 hubo un quiebre: en las elecciones a Alcaldía de Bogotá, Petro respaldó para ese cargo al periodista Hollman Morris, quien tenía en su contra una denuncia penal por violencia intrafamiliar interpuesta por su exesposa y dos denuncias públicas de acoso sexual contra mujeres. Juana Afanador, que entonces hacía parte de Colombia Humana, rompió con el movimiento en una carta de rechazo a la candidatura de Morris firmada por 74 personas, y Sara Tufano dejó de ser simpatizante. Después Tufano escribió en su columna: “¿Cuántas mujeres han tenido que aguantarse comportamientos machistas en organizaciones y movimientos de izquierda?, ¿cuántas veces nos dijeron que la lucha feminista era irrelevante o que era una reivindicación ‘pequeñoburguesa’ que nada tenía que ver con las luchas populares?”
Sara Tufano entró al Polo Democrático Alternativo, donde la invitaron a ser candidata al Senado cuando la lista era abierta. “Me di cuenta de que en el Polo quienes detentan el poder son hombres. Yo pensaba que el trabajo de Polo Mujer tendría incidencia y estuvo bien mientras la lista fue abierta. Hay varios pequeños partidos dentro del Polo, cada uno con sus líderes, pero cuando se cerró la lista, muchas de las mujeres tomaron partido por sus líderes”.
Entonces Sara dice algo que resuena: “Yo, como mujer independiente, sin una tendencia y sin estar en el comité ejecutivo donde se toman las decisiones del partido, sin el apoyo interno de muchas de las mujeres, me vi, de alguna forma, bastante sola en el Polo”.
Fuente: Gato Pardo