Deconstruyendo la maternidad: ser madre en una sociedad sin alma
Siempre que hablamos de la salud de las mujeres acabamos hablando de maternidad. Utilizamos el término maternidad para hablar del acto de criar aislándolo de toda realidad social, asumiendo la maternidad como un hecho aislado entre la mujer y su hij@. La maternidad, sin embargo, ocupa un lugar central en la vida de las mujeres determinando sus pautas de socialización y hasta de construcción de su identidad. Como profesionales de la salud, aceptamos como parte de nuestro trabajo diario acompañar, aconsejar e incluso medicalizar a las mujeres en esta etapa. Pero, ¿realmente sabemos que significa la maternidad en nuestros días?Maternidad, garantía del orden o motor de la revolución.
Desde los orígenes del movimiento feminista, la relación entre la maternidad y la política se ha situado en el centro de las luchas. A lo largo de la historia se ha utilizado la asunción del rol maternal de las mujeres como algo natural para mantener el orden dentro de una sociedad jerárquica y patriarcal, enalteciendo la figura de la mujer que cuidaba y se ocupaba de su familia y elevando el valor de la maternidad para el mantenimiento del status quo.
Desde el nacimiento de la biopolítica, se ha ejercido control sobre nuestros cuerpos y órganos reproductores, obligándonos a convertir nuestro cuerpo en un campo de batalla alrededor de este concepto de maternidad. Como bien dice Federicci nuestra sociedad ha ocultado la producción de fuerza de trabajo reproductivo bajo la cobertura de un destino biológico.
Así pues, ya en los años 20 el feminismo trata de deconstruir este concepto de maternidad, negando la existencia de esta como un hecho irracional e instintivo y significándolo como constructo social. Feministas como Simone de Beauvoir o Elisabeth Badinter, han manifestado su oposición radical a la maternidad argumentando que la pérdida de autonomía que suponía el cuidar era intolerable para la mujer. Con todo esto se ponía de manifiesto el uso del constructo social de la maternidad para el control y domesticación de la mujer, convirtiéndose ésta en estereotipo unificador de las mujeres.
Revalorización de los cuidados
Sin embargo, movimientos feministas comenzaron a cuestionar esto, sacando a la luz la función social de la maternidad e introduciendo este debate en la esfera pública. Se comienza a hacer de la maternidad una opción política también desde la que visibilizar el trabajo doméstico y de reproducción y reivindicar la importancia de los cuidados.
Así pues, Adrienne Rich habla de huir de la “institución maternal” para recuperar la “experiencia maternal”. La importancia de esta postura es el uso político de lo censurado y lo silenciado: la relación del cuerpo con la madre. Supone una reestructuración del orden social para que mujeres y madres sean capaces de hablar y de ser escuchadas. Pone a la madre en primer lugar devolviéndole la autoridad arrebatada, construyendo así un nuevo imaginario donde los cuidados y las relaciones sociales estén en el centro. Se genera un cambio de paradigma donde se revaloriza la importancia de una economía de cuidados que haga posible la sostenibilidad de la vida.
El significado de la maternidad en nuestros días
Las mujeres de hoy se ven en la encrucijada entre una maternidad deseada y una maternidad utilizada, medicalizada y controlada por “expertos”. La mujer pierde así el control de su salud, primando el bienestar del futuro bebe y la perpetuación de la fuerza del trabajo. El capitalismo adopta el cuerpo de las mujeres y la procreación como un aspecto fundamental para la reproducción de la fuerza de trabajo. Con el desarrollo capitalista, los cuerpos de las mujeres son convertidos en máquinas para la producción de trabajadores, lo cual hoy día se sigue viendo reflejado en leyes como la del aborto o las ventajas fiscales de constituir una familia según conceptos heteronormativos.
Dice Yvonne Knibiehler, que una vez conquistado el derecho a no ser madres (aunque últimamente esta conquista no está tan clara) nos queda conquistar el derecho a serlo sin perdernos en el camino. De esta manera, las mujeres vemos hoy día como la economía de mercado organiza la reproducción social creando madres económicamente invisibles, lo que se traduce en madres políticamente invisibles. Vemos mujeres desarrollando su maternidad en una sociedad individualista, donde todo es efímero, donde los lazos están rotos… Mujeres que generan o externalizan cuidados en la sociedad del desapego, que reinventan el concepto de familia y de comunidad con la esperanza de encontrar ese apoyo social en la “modernidad líquida” …
Desde la medicina, hablamos de salud maternal cuando en realidad estamos hablando de embarazo y puerperio sin complicaciones biomédicas. Vendemos discursos individualistas basados en vínculos sagrados o espiritualidades a las que dotamos con bases biológicas ¿Por qué no establecer nuevos ejes de análisis en nuestro imaginario? Ha llegado la hora de plantearse si es posible una maternidad saludable en una sociedad enferma, si es posible una crianza feliz en una crisis de cuidados. Quizás es el momento de colectivizar cuidados y construir políticas públicas para que la maternidad se pueda pensar en positivo, constituir una maternidad como derecho y no como privilegio ni deber. Es el momento de que la Salud Pública devuelva a la agenda política todas estas cuestiones, más allá discursos conservadores o religiosos que vuelven a dejar fuera a las mujeres, y construyamos una sociedad en la que las madres puedan ejercer como ciudadanas de pleno derecho.
Por Vicky López
Fuente: Periodico Diagonal