Un cómic para explicar lo que significa tener que estar en todo.
La bloguera francesa Emma Clit triunfa con una ácida crítica feminista en viñetas contra el machismo, el acoso o la desigualdad.
Una de las viñetas del libro de Emma Clit. |
Hay revoluciones grandes y otras de gestos cotidianos. Emma Clit protagonizó una de las segundas en la última empresa en la que trabajó. Se cruzó con su jefe en la máquina de café y simplemente le dio la mano. Se acabaron los besos de buenos días. Esta ingeniera informática francesa y muchas de sus compañeras de trabajo se plantaron ante una costumbre matutina que consideraban fuera de lugar, ir al despacho del jefe a besarle al llegar a trabajar por las mañanas. “Nos inventamos de todo, hasta entrábamos por la puerta de emergencia para no cruzárnoslo”, recuerda.
Aquel fue su primer acercamiento al feminismo, un toque interior de atención. El siguiente llegó con el nacimiento de su hijo, que ahora tiene seis años: “Cuando tuve a mi hijo con mi compañero -que es feminista, se ha implicado en su paternidad y hace un montón de cosas- me di cuenta de que yo estaba agotada todo el día pero él no. Era como si se me acabaran de caer un montón de ladrillos en la cabeza. Eso me hizo reflexionar: ¿Qué es lo que está pasando?”. La respuesta a esa pregunta ha traído recientemente a España a esta afamada bloguera, con más de 300.000 seguidores en Facebook y medio millón de lectores. Emma Clit es conocida por haber expuesto en viñetas la llamada carga mental.
El concepto, que ha calado en redes y en colectivos feministas, alude a una suerte de omnipresencia de las obligaciones, en la mayoría de los casos para las mujeres. “Es el hecho de estar en todo”, explica uno de los personajes de Clit en el cómic que lleva el mismo nombre (La carga mental, recién editado por Lumen en español y en el que Clit se dibuja a sí misma en debates con personajes ficticios).
Recordar que hay que apuntar bastoncillos en la lista de la compra, que hay que darle el aguinaldo a portero o que hoy es el último día para encargar la cesta de verdura semanal... “Es esa preocupación constante que tiene uno por organizar la vida familiar y gestionarla. No se trata de hacer las cosas sino de anticiparlas y planificarlas. Hacer las labores de la casa tiene un principio y un fin, pero esto no, es una organización constante que siempre conlleva otra serie de problema de los que también hay que ocuparse, de forma tal que estamos siempre liadas”, ahondaba la autora en una visita reciente a Madrid.
Empezó a mandar aquel artículo con el concepto clarificador a sus amigos y colegas.
“El texto no enganchó porque no todo el mundo tiene tiempo para leer”. Así que decidió hacerlo más fácil de entender con personajes de cómic. De ahí nació su tira cómica Habérmelo pedido, incluida en el libro en el que también aborda La mirada masculina: “El caso es que todo nuestro entorno mediático incita a observar y a juzgar el cuerpo femenino”. Y da una clase de educación sexual en instructivos dibujitos para mostrar “esa cosita que todas descubrimos más o menos tarde, porque nadie nos habla de ella en el colegio”: el clítoris. Su apellido es un seudónimo derivado de ese término.
La dibujante, toda una celebridad en Francia, habla con sus viñetas sobre la desigualdad, la conciliación, el acoso, la sexualidad femenina o el exceso de trabajo en una crítica ácida y con la dosis justa de mala leche.
Su pareja le apoya y le agradece la tarea: “Nuestras discusiones son privadas. Lo que cuento en mis viñetas son cosas que me preocupan, anécdotas de mis amigos, conversaciones que he leído... Quiero mostrar que es un problema general del patriarcado, no una queja de mi pareja que no ha sabido estar a la altura”. Otros hombres, la mayoría según cuenta, le escriben para expresar su malestar: “Me dicen que no elegí bien a la persona con la que estoy, que ellos sí son señores como dios manda”.
Por PilarÁlvarez
Fuente: El País