Teletrabajo y conciliación "Esto no es conciliar"
El escenario de conciliación que ha dejado la crisis ha revelado una falta de corresponsabilidad en los hogares asumida en su mayoría por las mujeres, que se han visto afectadas negativamente por el teletrabajo
Desde el comienzo de la pandemia y la instauración del estado de alarma, el cierre de los centros educativos y el deterioro de los servicios públicos ha revelado uno de los mayores problemas sociales durante esta crisis que, pese a haberse acentuado, no es exclusivo del coronavirus: la dificultad para conciliar vida laboral y personal.
¿Cómo se puede teletrabajar, cuidar a las criaturas y mantener la casa a la vez, todo en el mismo espacio físico y temporal? Esa es la pregunta a la que muchas familias se han tenido que enfrentar durante esta crisis y a la que pocas personas han sabido dar una respuesta. Con las abuelas y abuelos como población de riesgo descartados, padres y madres –fundamentalmente- han tenido que asumir mucha más carga de cuidado y más intensa, ininterrumpidamente.
Los roles sociales que han imperado a lo largo de la historia han relacionado siempre a las mujeres con el papel de cuidadoras, de la casa y de los hijos o hijas. A pesar de que esos roles ya no son tan fijos como hace 20 años, el imaginario social y la cultura patriarcal que sigue dominando continúan relegando a las mujeres a esa función de cuidado y mantenimiento del hogar mientras el hombre es el que trabaja y sustenta la familia económicamente. Todo ello se puede ver reflejado en las estadísticas de excedencias o reducciones y adaptaciones de jornada - la mayoría de ellas están solicitadas por mujeres, 92%- por no hablar del paro, que este último mes de enero ha registrado un aumento de 90.000 personas, de las que 28.000 son hombres y casi 62.000 mujeres.
Estudios como el de Lídia Farré y Libertad González durante la pandemia acabaron con las expectativas de una mayor participación de los hombres en las tareas del hogar, concluyendo que una vez más han sido las mujeres las que han asumido esa carga en los cuidados que ha supuesto todo un reto estos dos meses de encierro, en el que la adaptación a la nueva forma de trabajo ha tenido mucho que ver. Primeramente, el estudio mostraba que siempre o la mayoría de las veces las tareas del hogar estaban desempeñadas por las madres, por ejemplo, en el 48% de los hogares la mujer es quien suele encargarse de la limpieza, mientras que en el 4% es el hombre, y en el 37% el hombre y la mujer se lo reparten por igual (en el 11% de los hogares la limpieza la realiza una tercera persona).
Más concretamente, en el momento de la crisis sanitaria, el estudio reveló que durante el confinamiento el cambio principal que ha habido en el reparto de tareas es que ahora el hombre pasa a ser el principal responsable de la compra (en el 38% de los hogares encuestados) pero se mantienen diferencias grandes ya que no hay ninguna actividad salvo la compra en la que el hombre sea de media el principal responsable. Incluso en el caso de la compra, la actividad más “masculina”, sólo en el 38% de los hogares es el hombre el que se encarga la mayoría de las veces.
Teletrabajo y corresponsabilidad
Ante el confinamiento, el teletrabajo se presentó como la única opción viable para seguir manteniendo el empleo ante la imposibilidad de acudir al trabajo presencialmente. Con excepcionalidad de las personas que trabajan en servicios esenciales, el teletrabajo se instauró en la mayoría de los hogares españoles y actualmente hay casi diez millones de personas teletrabajando, sin ninguna regulación específica al respecto.
El fenómeno del teletrabajo ha tenido mucha repercusión en la conciliación y viceversa. La adaptación rápida y de emergencia al modelo de teletrabajo que se ha llevado a cabo ha resultado ser un arma de doble filo para las mujeres en esta situación, dificultando una conciliación ya nada fácil de por sí.
Por ello, el Club Malas Madres ha demandado al Gobierno unas medidas concretas para facilitar a muchas mujeres la compaginación de su trabajo y su situación familiar, que no se ha tenido en cuenta durante esta crisis. Desde el club, el 23 de marzo, Día de la Conciliación, lanzaron una encuesta llamada ‘Esto no es conciliar’ para recoger las impresiones de las propias familias en cuanto a la corresponsabilidad durante el período de confinamiento y elaborar las demandas en función de los datos recogidos.
Según cuenta Maite Egoscozabal, “las cifras nos sorprendieron muy negativamente, ya que en la mayoría de los hogares la situación se mantuvo igual y solo un 13% había mejorado”. El hecho de “mantenerse igual” se traduce en una mayor y normalizada asunción de tareas y cuidados por parte de las mujeres que se mantuvo igual a pesar del aumento de la carga y la intensidad, al no poder abandonar el hogar en estos momentos. “Para nosotras fue algo muy revelador – continúa Maite Egoscozabal- porque al hacer la encuesta solo habían pasado dos semanas y en las semanas siguientes lo que se ve es que no existe corresponsabilidad ni igualdad, y está siendo la mujer una vez más la que está sumiendo toda esa carga”. Y ya no es solo ocuparse de esos roles tradicionales de cuidado y mantenimiento, sino que ante esta situación “también se nos están imponiendo nuevos roles que han surgido de esta situación como es el tema de la educación y las tareas del colegio de los pequeños, y todo esto terminará por afectar gravemente a la salud mental de las mujeres con mucho estrés y mucha frustración”.
Aunque las medidas planteadas desde el Club de Malas Madres tienen carácter temporal hasta que niños y niñas vuelvan a la escuela, la recogida de 170.000 durante la campaña muestra un compromiso con las siguientes medidas intentando cruzar un puente hacia la conciliación:
Poder reducir la jornada, pero sin pérdida salarial. A diferencia de como ocurre actualmente, la reducción o adaptación no irá acompañada de ninguna penalización económica
Ayuda retributiva para gestionar el cuidado con terceras personas, para los trabajadores y trabajadoras de servicios esenciales que tengan personas a su cargo y no puedan estar con ellos
Preferencia del teletrabajo ante el trabajo presencial. En estos momentos el hecho de poder teletrabajar es un privilegio para las familias con descendientes
En cuanto a este nuevo modelo de trabajo, Maite Egoscozabal apunta que “hay que tener en cuenta que no es un escenario real de teletrabajo. Nosotras siempre habíamos valorado esta posibilidad para facilitar la corresponsabilidad pero obviamente en otro sentido, no en el de compartir 24 horas el teletrabajo con tus hijos que eso es lo que está pasando ahora”. Esa es una de las mayores dificultades que se han encontrado las mujeres a la hora de teletrabajar, “la mayoría de mujeres no habían podido encontrar un espacio aislado para concentrarse, según los datos de nuestra encuesta”.
Eso mismo explica Carmen Flores, presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS), en entrevista con AmecoPress, cuando asegura que “el teletrabajo es trabajar en casa mientras que las madres hacemos multitarea, en el caso de las madres solteras más”. En las familias monomarentales, poder conciliar vida laboral y vida familiar se complica todavía más, “y más ahora que se está volviendo al trabajo presencial poco a poco y muchas madres siguen preguntándose con quién pueden dejar a los niños, ya que no hay ninguna medida por parte del gobierno que dé una solución”.
Asimismo, Carmen Flores destacaba el problema añadido de muchas familias – muchas también monomarentales- que no tengan acceso a medios tecnológicos y no se puedan adaptar de ninguna de las maneras a este escenario online: “Ya no es solo la brecha digital, de madres que no tengan internet o los dispositivos, es también el caso de madres que tengan que ayudar en las tareas y no puedan, porque no tengan un currículum adaptado. Se ha pensado en medidas teniendo en cuenta que hay una sociedad que tiene al alcance todo lo necesario. Una sociedad donde no hay brecha digital, ni hay brecha educativa y eso no es real. La realidad es que, aunque sea minoritario, no podemos responder así con un sistema de educación gratuita y pública y permitir esta desigualdad de oportunidades”.
Igualmente, la Plataforma de Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPiiNA) tiene la impresión general de que “la conciliación ha sido un desastre”. Aunque su única reivindicación es la igualdad en los permisos de maternidad y paternidad, en su programa para próximos eventos ya tenían preparado un nuevo videoseminario acerca de “la nueva normalidad: retroceso desde la corresponsabilidad a la conciliación”. Según cuenta en entrevista con AmecoPress María Pazos, portavoz de la Plataforma, esta distinción de términos es muy importante en estos momentos: “Antiguamente estaba la conciliación, que eran medidas pensadas para que la mujer se pudiese ocupar de los niños y la casa (permisos, excedencias y demás) pero ya hace tiempo que los grupos feministas venimos señalando que no es conciliación sino corresponsabilidad lo que se necesita. Es necesario destacar esa equiparación e implicación en igualdad de condiciones de los hombres, un reparto real del trabajo de cuidados, en lo que el permiso igualitario justamente tiene mucho que ver”.
Lo cierto es que durante este confinamiento, el término conciliación ha vuelto a sonar en redes sociales y medios de comunicación como respuesta a un problema social que se dejaba entrever por una cuestión lógica. Al suspenderse muchos de los servicios públicos como escuelas, centros de día y convivir 24 horas con las criaturas en casa, “todo ese trabajo que antes hacían los servicios públicos ahora ha recaído en las madres” declara María Pazos. Las medidas del Gobierno han querido facilitar más la conciliación que hablar de corresponsabilidad, ofreciendo por ejemplo la reducción de jornada como medida que favorece la responsabilidad a aquellas personas que tengan a su cargo personas dependientes “pero por supuesto sin sueldo y por supuesto destinada al abandono de empleo por parte de las mujeres, que son las que finalmente asumirán las cargas de cuidado y dejarán su puesto motivadas también por ser probablemente el menos remunerado de los dos” dice María Pazos y “todo esto profundiza la división sexual del trabajo, que se ha declarado como otro de los problemas del confinamiento”.
Pero lo que también ha sido un problema durante esta etapa es esta dificultad de la conciliación sumada al teletrabajo. “Si tienes una criatura pequeña en casa, difícilmente vas a trabajar – apunta María Pazos – y sabiendo que el curso que viene los niños y niñas no van a ir todos los días con normalidad al colegio se plantea un problema, porque que las escuelas no abran quiere decir que se da por hecho que alguien va a estar en casa cuidando a los niños, y se da por hecho que son las madres”.
Con enero de 2021 asomando, la PPiiNA celebra la equiparación de permisos (ahora todas las personas tienen derecho a 16 semanas) pero le preocupa el retroceso y las consecuencias que la crisis avecina. Aunque el decreto que se pretende implantar en enero consigue la igualdad en el tiempo, hay todavía algunos obstáculos que no favorecen la corresponsabilidad que con él se persigue: “ahora mismo, con cómo está el modelo de 2021, las primeras semanas serán obligatorias simultáneamente, lo que no facilita el cuidado individual del otro miembro de la pareja”. Pero sin duda, lo que más preocupa a la PPiiNA en estos momentos es “la educación infantil de la que las madres se van a tener que hacer responsables, mientras el Gobierno solo habla de conciliación pero no propone ninguna medida real” declara la portavoz de la PPiiNA.
Lo que hay que tener claro es que el teletrabajo no se instauró como una medida favorable a la conciliación sino como un salvavidas a muchos trabajos y a la economía en general. Aunque puede ser una herramienta útil y factible para muchas personas dependiendo de su situación laboral y personal, “el teletrabajo no es un instrumento de conciliación y no puede plantearse como tal. Es una trampa para las mujeres, querer tocar las campanas y estar en la procesión” apunta María Pazos. Su regulación, por tanto, deberá estar al margen de esa ayuda a la conciliación tan demandada en estos momentos, demanda a la que el gobierno le ha dado tímidamente la espalda y a la que desde la PPiiNA ponen dos soluciones “permisos igualitarios y buenos servicios públicos” finaliza María Pazos.
Futura regulación del teletrabajo
Sin ninguna duda, la crisis ha activado las alarmas de la falta de conciliación entre la vida familiar y el trabajo. Desde CCOO han analizado el impacto en el empleo de las mujeres ante la falta de servicios y medidas de conciliación y del agravado déficit en corresponsabilidad, y según ha señalado la Secretaria Confederal de Mujeres e Igualdad, Elena Blasco Martín, “es una barrera estructural que vemos agigantarse con esta crisis. De nuevo recaen en las espaldas de las mujeres las obligaciones de cuidado. Y lo más preocupante es que no se hayan previsto prestaciones económicas compensatorias adicionales para las personas que reduzcan su jornada, lo que perjudica en especial a las familias monomarentales, las trabajadoras del hogar o las mujeres desempleadas”.
Así resumía la Secretaria Confederal de Mujeres e Igualdad de CCOO esta falta de conciliación en la crisis, con unas medidas insuficientes y “sin ningún avance en la corresponsabilidad de las Administraciones Públicas, las empresas o los hombres. En un período excepcional se requieren medidas excepcionales, también en materia de corresponsabilidad y conciliación. La prestación económica compensatoria por motivos de cuidado corresponsable es una necesidad social que debe contemplarse, a la vez que el enfoque debe ser desde la conciliación corresponsable de todos y todas, para que no recaiga solo en las mujeres”.
Ante la influencia del teletrabajo en este camino hacia la corresponsabilidad, CCOO se ha pronunciado respecto a la futura regulación de esta nueva forma de trabajo, sin duda, con la “esencial perspectiva de género para que las mujeres no sigan ocupándose de manera principal a las tareas del hogar con una doble o triple jornada de trabajo: la laboral, la doméstica y la de cuidados” señala Elena Blasco, que pone los siguientes requisitos que debe incluir una correcta regulación:
Debe regularse para que se eviten alargamiento de jornadas de trabajo, lo que implica desregulación horaria, jornadas prolongadas, sin poder descansar las horas necesarias, sin desconexión, etc.
Debe incidir en el reparto corresponsable de tareas domésticas y de cuidado para impedir que se refuerce la feminización del cuidado impuesta por la mentalidad patriarcal
Debe ir acompañada de la ampliación de servicios e infraestructuras de escuelas infantiles, ludotecas, centros de mayores, centros de ocio para mayores, etc. Si no es así, se corre el riesgo de trasladar un problema social a un plano individual, dejado a la suerte de cada familia o de la propia trabajadora, con la injusticia social que comporta
Debe garantizar que las mujeres que teletrabajan no queden al margen de formación y promoción laboral, fuera de los planes de prevención de riesgos y salud laboral, de medidas y planes de igualdad, al margen de la participación sindical, etc
Debe compensar la repercusión económica para evitar que les suponga una desvalorización salarial implícita, al ahorrar costes a las empresas, trasladando el coste a la propia trabajadora que debe hacerse cargo de factura de luz, calefacción, wifi, teléfono, etc. No puede suponerse la figura de “falso autónomo”, con la pérdida de derechos laborales que conlleva
Debe regularse ampliando el papel de la negociación colectiva, para que no sea un arreglo individualizado trabajadora/empresa
De momento, desde el Ministerio de Trabajo han anunciado que habrá una regulación más bien pronto que tarde, pero no se atreven a anticipar fechas. Sin embargo, la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, ha adelantado algunas cosas: “Primero, respetar los derechos de descanso diarios y semanales que obliga el Estatuto de los Trabajadores. Segundo, respetar los derechos de conciliación. La regulación también tiene que garantizar el derecho de desconexión, y por supuesto tiene que practicarse con evaluación de prevención de riesgos laborales, que los tiene y muchos”.
Sin duda, la regulación del teletrabajo deberá atender a las demandas de conciliación que han aparecido con más fuerza en estos momentos de crisis, aunque el problema estuviese presente siempre. Veremos cómo el Ministerio de Trabajo atiende, en su nueva regulación, esas medidas necesarias para permitir a las mujeres seguir trabajando, sin tener que dejar a un lado su vida personal o su vida profesional.
Fuente: AmecoPress.-