¿Es una bruja?' La obra con la que Raquel Gu rescata, en clave feminista, la memoria de las mujeres perseguidas

Portada de 'Eres una bruja', de Raquel Gu, cedida por editorial Garbuix Books
¿Es una bruja? Es la obra con la que la autora e ilustradora Raquel Gu -Raquel García Uldemolins, Barcelona, 1972- rescata, en clave feminista, la memoria de las mujeres perseguidas. Una nueva novela gráfica en la que reescribe con humor e inteligencia histórica una palabra maldita: “bruja”, convirtiendo el estigma que lleva asociado en una reivindicación de libertad, conocimiento y disidencia feminista.
La imagen de una mujer encorvada, con verruga, sombrero puntiagudo y risa maléfica, ha acompañado durante siglos a la palabra “bruja”. Pero, ¿ qué hay detrás de ese arquetipo y esa 'ridiculización' que tanto ha permeado el imaginario colectivo? La autora se adentra en esta cuestión en su última obra, ¿Es una bruja?, dirigida principalmente a un público joven, de entre 12 y 14 años.
Una novela gráfica que, a través de una cuidada mezcla de humor, historia y rigor feminista, se propone desmontar mitos, recordar viejas supersticiones y, sobre todo, reivindicar la memoria de miles de mujeres silenciadas, perseguidas y asesinadas.
La persecución de las brujas: un mecanismo patriarcal
Desde hace siglos, las mujeres que pensaban diferente, sanaban con hierbas, vivían solas, o simplemente desafiaban el orden establecido, fueron tachadas de “brujas”. Acusadas, torturadas, quemadas y borradas de la historia, la figura de la bruja se convirtió en una estrategia de represión que no solo buscó eliminar cuerpos disidentes, sino también disciplinar a las demás.
Señala Gu en una entrevista a Efeminista que la persecución de las ‘brujas’ no fue un episodio oscuro y aislado, sino "uno de los primeros grandes mecanismos de control patriarcal ejercidos sobre las mujeres", cuyas consecuencias simbólicas aún resuenan en pleno siglo XXI.
"Las sospechosas habituales eran mujeres mayores, pobres, analfabetas, conflictivas, inmigrantes, con algún problema de salud mental, con alguna malformación, mujeres con costumbres consideradas ‘raras’…”, dice en una cita del libro.
Profundiza también durante la entrevista en la situación de todas aquellas mujeres, muchas de ellas solteras o viudas, con o sin conocimientos de plantas. Mujeres que, simplemente, tenían una forma de hacer las cosas diferente a lo que se esperaba en su época o que "podían molestar" por su pensamiento, sus palabras o sus acciones.
La autora enfatiza que el arquetipo de la bruja fue "totalmente" una construcción patriarcal para silenciar a las mujeres que no encajaban en los moldes. Añade también que, según la historiadora Adela Muñoz Páez, un 30 % de esas personas ajusticiadas por brujería en Europa durante los siglos XVI y XVII fueron hombres.
El Malleus Maleficarum y la maquinaria del miedo
La historia de las brujas, tal como se cuenta en este cómic, no es un cuento de hadas, sino una historia real de opresión, y un punto de inflexión en ella sería la publicación en 1487 del Malleus Maleficarum (El martillo de las brujas). Un manual misógino obra de los inquisidores Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, expandido como la pólvora con el descubrimiento de la imprenta, que convirtió la sospecha en sentencia y la diferencia en peligro.

Escena interior de la novela gráfica ¿Eres una bruja?, cedida por Garbuix Books.
El Malleus Maleficarum estaba dividido en tres partes, con la primera dedicada a demostrar la existencia de la brujería y cómo el diablo y sus servidoras perpetraban maldades. Un texto que se sirvió del miedo y la superstición para justificar el control y la violencia institucionalizada contra el cuerpo y el saber femenino.
"Las mujeres expulsadas del conocimiento, de la medicina, de la palabra pública, fueron convertidas en amenaza", recuerda la autora. Y lo fueron por atreverse a saber o a no depender.
Aquel libro inquisitorial abordaba la tortura como método para obligar a las acusadas a confesar "todo tipo de maldades y crímenes". "Los frailes diseminaron entre sus fieles la idea de que la mujer era un ser maligno y que era necesario zurrarla por vanidosa, coqueta, traidora y mala persona (…), que era un instrumento para tentar a los hombres de bien”, cita el libro.
Memoria feminista con humor para desmontar el silencio
Narrada a través de los ojos de Úrsula y Arián —dos primos curiosos— y su abuela Tonia, la obra es un viaje que combina leyendas populares, religión, misoginia o rituales, pero, sobre todo, una guía y una lectura crítica en torno a la construcción patriarcal del miedo a las mujeres libres, sabias o simplemente diferentes.
Con trazo ágil y humor preciso, la autora no solo divulga a través de las ochenta páginas de su novela gráfica, sino que también emociona. Ella misma destaca que el humor es una herramienta muy útil para acompañar y aligerar la divulgación, especialmente en una historia tan dura e injusta como la caza de brujas.
Además, no deja pasar la oportunidad de ejemplificar, a través de los menores de la historia, cómo las noticias falsas, el bullying, el fanatismo, los odios, las venganzas o las malas intenciones, no son problemas sociales nuevos.
Pero el libro, además de un componente feminista, combativo, juvenil y divertido, tiene un fuerte componente emotivo y personal. La abuela Tonia está inspirada en la propia madre de la autora, del mismo nombre, y el personaje de Úrsula, en su sobrina. Aunque nunca se conocieron, Gu pensó que juntarlas a través de los personajes principales podía ser una hermosa manera de hacer que vivieran una aventura juntas.
Así, historia y genealogía se entrelazan en un relato que no solo reescribe el pasado, sino que invita a imaginar un futuro donde ninguna mujer sea 'quemada' —literal o simbólicamente— por ser quien es.

Captura de 'Eres una bruja', de Raquel Gu, cedida por editorial Garbuix Books
Del miedo al empoderamiento para combatir la mentira
Más allá del relato histórico, ¿Es una bruja? también ofrece una revisión crítica de cómo el imaginario colectivo ha reciclado esta figura a lo largo del tiempo. Desde las películas de Disney hasta las "brujas de Oriente" del voleibol japonés, pasando por las aviadoras soviéticas conocidas como "brujas de la noche", el libro expone cómo la palabra “bruja”, a pesar de haber mutado en sus usos, sigue evocando a la mujer que escapa de la norma.
Gu defiende que el libro no solo cuenta una historia, sino que "enseña a leer con lupa, a desconfiar del relato único, a preguntarse siempre, ¿quién lo cuenta, desde dónde, para qué?”, educando en pensamiento crítico y perspectiva de género, y subrayando la urgencia de introducir dichos conceptos en la literatura juvenil.
Y es que, en una época donde los bulos, las noticias falsas y el mal uso de la inteligencia artificial exponen a la gente joven a creer mentiras, la capacidad de pensar por uno mismo es esencial. "Si con las brujas nos han contado tantas mentiras y tantos bulos, qué no nos habrán contado con otras cosas", reflexiona.
Redefinir el lenguaje y echar la vista al pasado sin olvidar
La autora e ilustradora ha expresado a Efeminista su deseo de redefinir la palabra 'bruja', quitar todo el tono peyorativo y definirla como "mujer autosuficiente". Su intención es clara: reapropiarse de un término históricamente usado para controlar, castigar y excluir a las mujeres que no encajaban en el molde, que destacaban, que se sentían libres y que hacían cosas extraordinarias.
"Todas las mujeres que día a día luchan por su trabajo y su manera de estar en el mundo son referentes feministas". Igual que para ella lo han sido autoras como Nuria Pompeya, una de las primeras humoristas gráficas de España, tanto por su forma de ilustrar como por su tratamiento avanzado del feminismo.
El tema de la brujería se presenta así como algo necesario para entender el presente y el pasado. Un antídoto contra siglos de fuego y silencio, y una brújula para mirar el presente con más conciencia y justicia, sanando sin olvidar.
Por Almudena Orellana
Fuente: Efeminista