abril 26, 2024

Nawal el Saadawi, la doctora y escritora egipcia que decía ser "más libre que Simone de Beauvoir" y escribió su biografía en rollos de papel higiénico en la cárcel


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Pie de foto, Muchos la describieron como "la Simone de Beauvoir árabe", comparación que ella detestaba: "yo soy más libre", decía.Article information,

La primera carta que Nawal el Saadawi escribió en su vida se la dirigió a Dios.

Nawal no entendía por qué, si ella sacaba buenas notas en la escuela y trabajaba duro en la casa mientras que sus hermanos varones tenían dificultades en el colegio y no se hacían ni la cama, ellos podían salir cuando querían y recibían más comida y dulces.

“Son chicos y eso es lo que Dios quiere”, le respondieron sus padres.


Nawal no estaba convencida. Así que la niña, en su pequeño pueblo en el delta del Nilo, agarró lápiz y papel y se puso a escribir una misiva que empezaba más o menos así: “Querido Dios, se supone que eres la Justicia. Entonces, ¿cómo puedes discriminar entre mi hermano y yo? Es injusto. Así que, si no eres justo, no estoy lista para creer en ti”.

“Luego tuve miedo y quemé la carta. Tampoco sabía la dirección adonde mandarla”.

Esta anécdota, que la escritora y doctora egipcia relató a la periodista de la BBC Lyse Doucet en 2013, resume bien cómo fue la vida de una de las más importantes y radicales feministas del mundo árabe: una constante rebeldía.

Sus escritos y su franqueza le valieron amenazas de muerte, la cárcel y el exilio. Pero también dejó un legado que pervive hoy: sus libros, en los que denuncia la mutilación genital, la explotación de la mujer y reivindica el sexo femenino, han sido traducidos a decenas de idiomas, se encuentran en las librerías de muchos hogares de Medio Oriente y han inspirado a numerosas generaciones.

“Fue una adelantada a su tiempo”, relata a BBC Mundo Hoda Badram, amiga cercana de El Saadawi y fundadora de la Alianza de Mujeres Árabes, una organización egipcia que promueve los derechos de las mujeres.

“En aquellos tiempos nadie hablaba de los derechos de las mujeres como lo hizo ella, es decir, como derechos humanos. Se atrevió a hablar de lo que nadie hablaba, y de forma muy clara”, explica desde su casa de El Cairo.

FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGESPie de foto, Nawal el Saadawi recibió numeros reconocimientos a lo largo de su vida, entre otros el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Nacida en 1931 en el pueblo de Kafr Tahla, al norte de El Cairo, Nawal fue la segunda de nueve hermanos, y escribió su primera novela a los 13 años. Su padre, aunque de orígenes humildes, llegó a ser funcionario público, mientras que su madre procedía de una familia adinerada.

Su familia quiso que sus hijos se educaran, y ella se graduó en Medicina en la Universidad de El Cairo en 1955, donde se especializó en psiquiatría.

Fue precisamente su trabajo como doctora rural el que le abrió las puertas y los ojos ante una realidad brutal y la arrastró hacia el activismo feminista.

En su consulta en Kafr Tahla trataba a mujeres de toda condición y pudo documentar las agresiones que se cometían hacia sus cuerpos y mentes: la ablación genital, que las “dayas” o comadronas practicaban a casi el 100% de las niñas, la obsesión con la virginidad, la prostitución o la violencia doméstica.

"Viviendo en el pueblo conocía los problemas y pobreza que exsitía, pero al trabajar como médico fui capaz de ver la miseria real de la gente, las enfermedades tropicales, la ignorancia... cómo las niñas morían desangradas por la circuncisión, los niños también, cómo al casarse las niñas tenían que mostrar la sangre de su himen y si no sangraban podían matarlas... era horrible", relató a la BBC en 2013.

De ahí surgió la novela “Memorias de una joven doctora” y, años más tarde, el polémico “Mujeres y sexo”, el primero de una serie de libros en los que denunció estas prácticas y abusos. El libro fue publicado en 1972 en Beirut y prohibido en Egipto, pero se convirtió en una obra de culto para el feminismo.

"Existe un concepto distorsionado del honor en nuestra sociedad. El honor de un hombre está a salvo siempre y cuando los miembros femeninos de su familia mantengan intacto su himen. Él puede ser un mujeriego de la peor calaña y aún así seguir siendo considerado un hombre honorable si mujeres son capaces de proteger sus órganos genitales", reza el libro. 

Las raíz de los problemas, explica en "Mujeres y sexo" radicaba en la doble moral que existía en la sociedad en torno al sexo: "el sexo en la vida de un hombre es una fuente de orgullo y un símbolo de virilidad, mientras que la experiencia sexual en la vida de las mujeres es una fuente de desgracia y un símbolo de degradación".

La controversia que generó la obra hizo que Nawal perdiera su puesto como directora de Educación Sanitaria en el ministerio de Sanidad. También se impidió seguir editando la revista que ella misma había fundado, “Salud”, que cerró poco después.

Víctima de la mutilación genital

El Saadawi, como casi la totalidad de niñas egipcias de su época, musulmanas o cristianas, sufrió la mutilación genital de pequeña. “Las mujeres”, explicó en el programa de la BBC Hardtalk, “son circuncidadas en todas las religiones, físicamente, mentalmente, espiritualmente, psicológicamente”.

Ella lo relató en varios de sus libros.

“Cuando tenía 6 años la “daya” (comadrona) vino con una cuchilla en la mano, me sacó el clítoris de entre los muslos y lo cortó. Dijo que era la voluntad de Dios y que ella había cumplido su deseo”, escribió en “La hija de Isis”.

En entrevistas contó que ella gritó y gritó llamando a su mamá, y el shock que sintió al descubrir que su madre estaba allí mismo, junto a la comadrona, mirándola y sonriendo.

“Nawal fue pionera en elaborar una ‘teoría del conflicto’, en explicar que había un conflicto entre hombres y mujeres, que se trataba de un asunto de superioridad y explotación, y en el que las mujeres se convertían en parte del problema al perpetuar esta cultura”, señala Badran.

Su madre en aquel cuarto de baño permitiendo que se mutilara a su hija era parte del problema. Había que despertar.

Quizás debido al trauma, o porque hablar de aquellos asuntos era tabú, Nawal, de alguna forma, lo enterró en su memoria.

No fue hasta que se enfrentó a la terrible realidad de la circuncisión genital que experimentó como doctora, con niñas que se desangraban hasta la muerte o que quedaban marcadas para siempre, sufriendo terribles dolores durante el acto sexual o complicaciones en los embarazos, que algo hizo clic en su cerebro.

“Pasó del inconsciente a la consciencia, y empecé a rebelarme y a escribir en contra de eso”, relató en una entrevista con “The Guardian”. 

Durante más de medio siglo, Nawal el Saadawi hizo campaña para erradicar esta lacra, que finalmente se prohibió en Egipto en 2008, aunque sigue practicándose ampliamente, en especial en las zonas rurales.

“Fue muy valiente en hablar de todos estos temas de forma tan abierta”, concede Hoda Badran, que explica que en el mundo árabe no se consideraba “adecuado” tratar este tipo de temas relacionados con la sexualidad.

La doctora también denunció la circuncisión masculina, que se aplica a todos los niños en Egipto y que también produce víctimas.


FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGESPie de foto, El Saadawi fue descrita por algunos como "la mujer más radical de Egipto".


Las contradicciones de aquel Egipto que se rebelaba contra la ocupación británica y se debatía entre tradición y un asomo de modernidad se daban en su familia, donde su abuela le explicaba que “un chico valía por 15 chicas”, pero sus padres le animaban a estudiar, a pesar de haber intentado casarla cuando tenía tan solo 10 años.


En aquella época el matrimonio infantil estaba muy extendido, especialmente en las zonas rurales, y ella relató en sus autobiografías cómo aparecían por su casa los posibles pretendientes, a los que intentaba espantar pintándose los dientes de negro, o derramándole el café encima.


“Les hacía todo tipo de trucos para que se fueran y tonterías para que dijeran ‘esta niña no es normal’”, relató a Lyse Doucet en 2013.


Tras ser despedida, El Saadawi siguió escribiendo. Llegaron “Mujer en punto cero” en 1975, un relato basado en una mujer que conoció condenada a muerte por matar a su proxeneta, y “La cara oculta de Eva” en 1977, en la que denunció la opresión que vivían las mujeres en el mundo árabe. Sus obras le granjearon no pocos enemigos.

"Enemiga del Estado"


“Nawal tenía dos enemigos en Egipto: las mujeres retrógradas y el gobierno. El gobierno odiaba a muerte a Nawal”, recuerda Hoda Badran.


Así, en 1981 El Saadawi fue detenida en una redada contra opositores al gobierno de Anwar el Sadat y encarcelada por “crímenes contra el Estado” en la prisión de Qanatir durante tres meses. Ella lo relató en “Memorias de la cárcel de mujeres”.


“Abrí los ojos esa primera mañana en la cárcel y no encontré agua en el grifo, ni cepillo de dientes, ni pasta de dientes, ni jabón, ni toalla, ni ducha. El inodoro era un agujero en el suelo, sin puerta ni cisterna, rebosante de aguas residuales, agua y cucarachas”, describe Nawal en el libro.


Como el papel y los lápices o plumas estaban totalmente prohibidos -“más fácil darte una pistola que papel y lápiz”, le dijeron-, Nawal consiguió que una prostituta encerrada en la celda de al lado le pasara en secreto un delineador de cejas, y con eso escribió sus memorias en rollos de papel higiénico y en papel de fumar.

Aunque breve, su experiencia en la cárcel, donde compartió celda con mujeres islamistas que se cubrían el rosto con el niqab y con prostitutas, con comunistas y con mendigas, ahondó aún más en su activismo.

Tras el asesinato de Sadat, Nawal fue liberada, pero sus libros siguieron estando prohibidos en Egipto, donde la escritora fundó la Asociación de Solidaridad de Mujeres Árabes para expandir el pensamiento feminista y con un eslogan revelador: “retirar el velo de la mente”.

El velo islámico, de hecho, fue también objeto de sus reflexiones y luchas, ya que consideraba que era un "peligroso símbolo político de la servidumbre de la mujer". El Saadawi también rechazaba la desnudez que, según ella, "cosificaba a las mujeres".

"Los hombres tienen deseos sexuales, pero también las mujeres. ¿Por qué no velar entonces a los hombres que las mujeres puedan desear?", escribió, provocadora, en "El velo". 

Su trabajo atrajo la atención de extremistas islámicos, y Nawal descubrió que su nombre se encontraba en una lista de objetivos terroristas, por lo que abandonó Egipto para instalarse en Estados Unidos, donde pasó cuatro años exiliada.

Pero el peligro no la calló. A su regreso al país del Nilo, El Saadawi siguió escribiendo, e incluso se presentó como candidata a las elecciones presidenciales de 2004, aunque finalmente retiró su candidatura.

Cuando millones de egipcios salieron a la calle en 2011 para protestar por la tiranía del régimen de Hosni Mubarak, se podía ver a Nawal, de casi 80 años entonces, en la plaza Tahrir, rodeada siempre de mujeres, jóvenes y mayores, veladas o con el pelo suelto, sonriente, combativa y rebelde.

En 2020, un año antes de su muerte, la revista Time la nombró una de las 100 Mujeres del Año, dedicándole una portada. A menudo, la prensa occidental la describía como la “Simone de Beauvoir árabe”, en referencia a la filósofa existencialista y activista feminista francesa, un apelativo que ella aborrecía.

El Saadawi creía firmemente que “lo local no estaba separado de lo global”, y le molestaba la idea del relativismo cultural que, según ella pensaba que el feminismo no pertenecía a todos los países, y que, como explicó ella en el programa de la BBC Hardtalk, “el feminismo es un invento occidental, que estoy copiando a las mujeres occidentales”.

Pero las comparaciones con la escritora francesa le disgustaban también por otras razones puramente personales. 

Ella, que se había casado y divorciado tres veces, la última vez a los 70 años al enterarse de que le habían sido infiel, no se identificaba con la existencialista, como escribió en uno de sus artículos: “Simone de Beauvoir era celosa y estaba obsesionada con Sartre. Yo soy mucho más libre”.

Por Paula Rosa Twitter,@melibea20
Fuente: BBC News Mundo

Feministas españolas denuncian ante la ONU que la ley trans permite que maltratadores vulneren derechos de mujere



Varias personas sujetan carteles durante una manifestación por el 25NEuropa Press

Las asociaciones indican que se han documentado casos de «varones transidentificados» que conservan su nombre de pila y aspecto y exigen participar como «mujeres» en oposiciones, por ejemplo

Un total de trece organizaciones feministas han denunciado ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de una carta que la Ley Trans permite que maltratadores vulneren derechos de mujeres víctimas de violencia de género.

«Distintas asociaciones y plataformas de todo el país estamos documentando la variada casuística que demuestra cómo la autodeterminación registral de sexo, está sirviendo a varones maltratadores sentenciados y otros delincuentes para vulnerar los derechos, libertades y seguridad de mujeres víctimas de violencia de género y mujeres presas en contextos de alto riesgo, inseguridad y hermetismo», aseguran las organizaciones, entre las que se encuentran la Asociación Española de Feministas Socialistas (FeMeS), la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres, Asociación de Mujeres Juristas Themis, Fundación Mujeres o la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR).

En concreto, las asociaciones indican a la relatora de ONU, Reem Alsalem, que, a partir de la aprobación de la ley trans, se han documentado casos de «varones transidentificados» que conservan su nombre de pila y aspecto y exigen participar como «mujeres» en oposiciones, promociones profesionales y acceso a las «posibles prioridades que se establezcan en el marco de las acciones positivas para incentivar la presencia de mujeres en carreras profesionales donde se hallan infra representadas».

En este sentido, explican que estos varones forman parte de una asociación llamada 'Trans No Normativos', que indican que está integrada por policías y militares, que han seguido el procedimiento de cambio de la mención registral del sexo al amparo de la ley trans para reclamar, con posterioridad, acceso al uso de espacios de uso reservados para mujeres, como baños, duchas, habitaciones o enfermerías en los acuartelamientos.

También hacen referencia a que el pasado 18 de marzo, la Consejera de Familia, Juventud y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid informó que seis agresores incluidos en el Sistema VioGén habían solicitado y obtenido el cambio de mención registral del sexo en el Registro Civil. «Tres de estos agresores pretendieron, además, recibir atención de los servicios comunitarios para mujeres víctimas de violencia», apuntan.

En esta línea, señalan que el caso sobre el que advirtió la Comunidad de Madrid «no es el primero que ha hecho evidente la inseguridad jurídica de la ley trans». Así, recuerdan que es una norma que ha sido denunciada desde la propia tramitación de la ley, no solo por el movimiento feminista, sino también por asociaciones de juristas, la Academia o el propio Consejo del Poder Judicial en su informe a la ley.

En la carta a la relatora, las organizaciones también refieren que, a pesar de que han solicitado a los ministerios de Justicia e Interior datos que permitan conocer la situación «real» generada por el ficcionado jurídico del sexo registral, «la falta de transparencia y de información mantiene un oscurantismo contrario al derecho al acceso a la información pública que dificulta conocer el impacto, en este y otros ámbitos, de la conocida como ley trans»

Fuente: El Debate

abril 25, 2024

Alejandra Luneke, académica y especialista en urbanismo e inseguridad: “Las mujeres hacen verdaderas planificaciones para salir. Eso atenta contra el bienestar subjetivo, y restringe el tiempo de ocio y diversión”

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Foto: Instituto Milenio VioDemos.

Cuando Alejandra Luneke, doctora en Sociología y magíster en Desarrollo Urbano comienza un nuevo semestre académico, les plantea una pregunta a sus alumnos y alumnas: ¿Cómo viven la ciudad? El resultado siempre es el mismo: los hombres salen de noche, sin miedo y casi sin analizar ningún eventual riesgo. Las mujeres, en cambio, cuentan que realizan una serie de prácticas para prevenir desde delitos hasta posibles situaciones de acoso.

“Lo que más cuentan las estudiantes es que se mandan la ubicación en tiempo real, se mueven en grupo cuando toman Uber y se escriben avísame cuando llegues. Con las amigas, ellas generan verdaderos sistemas de cuidado. Los compañeros quedan así plop, y les dicen: mentira que haces todo eso para salir de tu casa”, relata la académica del Departamento de Sociología de la Universidad Alberto Hurtado e investigadora del Centro de Estudios de Conflictos y Cohesión Social (COES) y del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable UC - UdeC.

Eso, que Alejandra lleva haciendo por más de siete años en su curso de Género, Violencias y Ciudad, no se trata de un mero ejercicio situacional, sino que da cuenta de cómo las diferencias de género influyen en la experiencia urbana y en la movilidad pública. De acuerdo a datos de Ipsos, publicados en abril, 6 de cada 10 mujeres en Chile han dejado de salir, viajar o conducir solas por la inseguridad en el país.

Así, un 90% se siente siempre o casi siempre insegura cuando camina de noche, 78% insegura cuando toma transporte público, y un 77% insegura cuando va hacia el trabajo y/o lugar de estudio. Como consecuencia, un 41% ha dejado de usar ropa que -según el sondeo- podría ser considerada como “provocativa”, un 39% sostiene que evita tomar transportes por aplicación a causa del miedo a viajar con un desconocido y un 26% indica el uso de aparatos de defensa personal, como el spray pimienta.

“Esta encuesta viene a confirmar datos a nivel internacional donde las mujeres reportan más temor frente al delito que los hombres”, dice Luneke y agrega: “Aunque los índices de delitos o criminalidad objetiva en nuestro país son comparativamente más bajos que los de otros lugares como Brasil o México, se ha visto en las investigaciones que las chilenas reportan mayor temor que sus pares en dichas zonas”.

- La encuesta Ipsos muestra un aumento en casi todos los indicadores de sensación de inseguridad pública respecto a 2020. Eso considerando también las medidas que las mujeres toman para poder evitarla. ¿Qué explica el incremento de las cifras?

- Dentro de los factores que explican el temor al delito y la percepción de sentirse insegura en la calle, hay algunos individuales y otros de carácter social que tienen que ver con la confianza en los otros y las instituciones. ¿Me siento protegida por el Estado en materia de seguridad? ¿Conozco a mis vecinos? ¿Confío en ellos? En Chile, esos niveles de cohesión social han ido decreciendo. Además, hay variables del entorno: la calidad del equipamiento, la falta de iluminación, el deterioro urbano. Todo eso incide en la percepción de inseguridad, sumado al consumo de noticias de carácter policial. Si bien siempre Chile ha reportado esta brecha entre la dimensión objetiva y subjetiva de la criminalidad, hoy ésta es más alta, y en las mujeres es mayor. Y ahí la existencia de la noticia con el concepto de la ‘crisis de seguridad’ o ‘crimen organizado’ suma otra capa, aunque no es el único factor que explica este sentimiento.

- Que 6 de cada 10 mujeres en Chile haya dejado de salir no es una cifra menor. ¿Cómo ellas están viviendo y transitando por la ciudad hoy?

- Los estudios de movilidad en general muestran que las mujeres tienden a moverse menos que sus pares masculinos en la ciudad, en tiempo y espacio. Es decir, sus trayectos son más cortos en distancias físicas y pasan menos horas en lo público. Eso tiene que ver con las brechas de género.

La inseguridad golpea o moldea esas prácticas. O sea, se ha visto que en condominios de vivienda social, por ejemplo, las mujeres arreglan las escaleras de los edificios para que los niños jueguen porque no quieren que ellos salgan al espacio público. Se trata de un efecto sustantivo, e incide tanto en la confianza interpersonal, es decir, en cuánto se confía en el otro; y también en las prácticas cotidianas que las mujeres desarrollan.

- ¿En qué sentido?

- En noviembre del año pasado, con el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable y el Instituto IDAES de la Universidad de San Martín, hicimos un estudio espejo entre Buenos Aires y Santiago con mujeres jóvenes, donde encontramos un mayor miedo a moverse por parte de las chilenas en relación a las argentinas, aún cuando los indicadores de criminalidad eran bastante similares en las dos ciudades.

A diferencia de Buenos Aires, -con mi colega, Brenda Focas- descubrimos que aquí hay una transmisión intergeneracional del miedo. Es decir, cuando les preguntábamos cómo se informaban o qué hacían frente al miedo, las chilenas decían que desde muy pequeñitas sus madres y sus abuelas les enseñaban a cuidarse en los espacios públicos, elemento que no salió tan contundentemente en las argentinas. Es un hallazgo que no esperábamos.

Además, en el caso de las chilenas, el despliegue de micro-prácticas para moverse y protegerse ante la inseguridad era mucho más variado y diverso, ya sea a través de métodos defensivos, como enrejar la casa o comprar spray pimienta o evitativos, como no ir a ciertos lugares.

- ¿Hay grupos de mujeres que tengan una mayor afectación en relación a los efectos de la inseguridad?

- La evidencia dice que quienes tienen mayores índices de temor son las mujeres pobres y mayores. Lo curioso es que en Chile en los últimos dos o tres años, eso se ha ido trasladando a las más jóvenes, especialmente de grupos socioeconómicos altos. Una posible explicación a esto es que cuando se tematiza el acoso, por ejemplo, como problema público, tú te haces más consciente. Si bien este tipo de prácticas siempre ha existido, hoy las mujeres están más alerta frente a estas situaciones, lo que genera una mayor disposición a identificarlas.

- ¿Qué consecuencias genera la inseguridad en la movilidad urbana de las mujeres?

- Dejas de salir de noche e ir a determinados lugares porque te da miedo hacerlo a ciertas horas. Eso es una vulneración al desarrollo pleno de las personas, porque el derecho a la ciudad, y por tanto, a la vida, se ve restringido. En el fondo, el espacio privado se configura como lo seguro y lo público como lo inseguro.

Además, inviertes mucho más tiempo, preocupación y recursos, en prácticas asociadas a la seguridad. Por ejemplo, tienes que conseguir que alguien te vaya a buscar al paradero de micro en la noche. En el estudio Santiago-Buenos Aires, las chicas nos contaban que si el papá o el hermano no podía ir a buscarlas, ellas se quedaban en la universidad hasta más tarde. Eso es una agencialidad que también es costosa.

Al final, las mujeres hacen verdaderas planificaciones para poder salir. Eso atenta contra el bienestar subjetivo, y restringe el tiempo de ocio y diversión. Además, disminuye los contactos sociales y aumenta el temor a los otros, lo que tiene un efecto en la cohesión social a una escala mayor.

- ¿Nos podemos volver a apropiar del espacio público sin perpetuar la narrativa del temor aún siendo conscientes de la realidad en relación a la seguridad pública?

Para prevenir, creo que las personas ya hacen lo suficiente considerando especialmente estos agenciamientos y micro-prácticas que realizan las mujeres jóvenes. Pero a escala de barrios, lo que se denomina como prevención situacional del delito, no solo sirve para disminuir las infracciones, sino también la percepción de inseguridad. Esto implica un cuidado social que invita a tener un espacio bien cuidado, embellecido, iluminado, ordenado, con poca concentración. El concepto que se usa en urbanismo es que las calles sean completas para que las personas puedan transitar, moverse y caminar de manera segura.

También hay experiencias internacionales que muestran, por ejemplo, la importancia de hacer un diseño de barrios considerando metodologías participativas. Canadá es una muy buena experiencia porque en ciudades como Vancouver, desde hace 20 años se realizan caminatas para identificar cuáles son los factores que inciden sobre el miedo. Con esa información, los municipios se hacen cargo. En esos ejercicios han descubierto que ciertos diseños laberínticos producen mayor propensión al acoso y violación. Lo mismo ocurre con las calles cuando hay un muro ciego. Entonces es clave hacer diagnósticos para el espacio público con perspectiva de género.


Por Trinidad Rojas 
Fuente: La Tercera, Paula

El programa que redujo el embarazo adolescente en la Argentina en casi un 60% hoy corre peligro

El Plan Enia logró reducir el embarazo adolescente a la mitad en algunas de las provincias más afectadas, como Chaco, Formosa y Santiago del Estero; hoy no sabemos cómo seguirán las políticas que protegen los derechos reproductivos y sexuales. El gobierno de Javier Milei y La Libertad Avanza, junto a sus aliados provinciales y nacionales, no anunció aún la continuidad de programas fundamentales para garantizar derechos y políticas de género. Por el contrario, el discurso explícito de oposición a la perspectiva de género y la falta de definiciones políticas ponen a los derechos de diversidades, mujeres, niñas y adolescentes en una zona de riesgo.

Foto: Plan Ania


La violencia que percibe Ana Morillo en las calles de Córdoba es cada vez mayor. Ella es trabajadora social y coordinadora del área de Salud del colectivo feminista Católicas por el Derecho a Decidir y a través de una llamada por Zoom cuenta a LATFEM que los hospitales están colapsados, con adolescentes que en muchos casos llegan sin dinero para comprar medicamentos y otros productos de farmacia.

Algo similar pasa en Tucumán, donde representantes de organizaciones feministas advierten que mujeres que necesitan acceder a un aborto deben demorarlo porque no pueden pagar el boleto del colectivo; o porque la falta de estructura de sostén les impide llegar ese día al turno.

Estas son solo algunas escenas de la película completa. Según el último reporte publicado por la Universidad Católica Argentina (UCA), en enero de 2024, la pobreza alcanzó un 57,4%, el récord de los últimos 20 años. Y en una sociedad en la que el dinero alcanza para cada vez menos, un país donde la emergencia alimentaria es uno de los problemas más graves, asusta que los derechos reproductivos y sexuales de mujeres, niñas y adolescentes pasen a un segundo plano.

Pero existen grupos de mujeres de distintos organismos e instituciones que están preparadas para hacer lo imposible para que esto no suceda, particularmente en dos problemáticas que las —y se— unen: la prevención del embarazo no intencional en la adolescencia y el acceso a un aborto seguro.

“Estamos en un estado de incertidumbre total, sumado a que percibimos que el riesgo es inminente porque, en general, La Libertad Avanza no ha mostrado ningún tipo de interés en priorizar a niñas, adolescentes y mujeres”, explica Ana.

La activista tiene razón. En los primeros meses del gobierno del presidente Javier Milei se oficializó la suspensión del Plan Potenciar Trabajo, con un 65% de beneficiarias mujeres; el vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció la prohibición de la perspectiva de género en la administración pública; y la feminización de la pobreza es una realidad, con un 67% de las mujeres que maternan empleadas, pero tres de cada cuatro no registradas. Además, el panorama respecto de la continuidad de programas vinculados con los derechos sexuales y reproductivos es incierto. Pero Ana remata: “No podemos dejar que se releguen nuestros derechos”.


Desde 2005 en adelante los embarazos no intencionales en las adolescentes bajaron en casi un 60%

La prevención del embarazo no deseado en la adolescencia es un factor clave, no solo en términos de derechos sociales, sino también económicos. Aunque desde 2005 en adelante los embarazos no intencionales en las adolescentes bajaron en casi un 60%, los efectos de la brecha económica existente entre quienes maternaron en la adolescencia y quienes tuvieron hijes más de grandes son visibles.

Solo el 38% de las mujeres que fueron madres en la adolescencia terminaron la secundaria, según datos de 2019. Como consecuencia, la maternidad adolescente afecta la inserción en el mercado laboral y el acceso a trabajos de calidad, generando una mayor brecha salarial respecto de sus pares varones y contribuyendo a la reproducción de ciclos intergeneracionales de pobreza.
Un abordaje colectivo para prevenir el embarazo no deseado

Hacer que las niñas y adolescentes tengan más oportunidades depende, en gran parte, de sostener políticas para prevenir el embarazo no intencional. Entre ellas, está el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA), que cuenta con la participación de escuelas, servicios de salud y la comunidad.

Hasta hace cinco años, la problemática del embarazo en la niñez y en la adolescencia, particularmente en el norte del país, parecía ser un tabú sin respuesta. Solo en 2017, más de 90.000 adolescentes y 2.500 niñas menores de 15 años tuvieron un hijo/a en la Argentina, según datos de la Dirección de Estadísticas e Información de la Salud. Entre las provincias más afectadas se encontraban Formosa, Chaco, Santiago del Estero y Corrientes.


La tasa específica de fecundidad adolescente (TEFA) da cuenta de que en la mayoría de los casos (siete de cada diez), los embarazos en la adolescencia son no intencionales. Y aunque las causas son muchas, hay una que prevalece por sobre el resto: la falta de información y acceso a métodos anticonceptivos, particularmente los de larga duración.

En la niñez, la principal causa de embarazo es el abuso sexual y, según las especialistas, el acceso a una Educación Sexual Integral de calidad puede ser una gran herramienta no solo para la prevención, sino también para generar espacios seguros: según un informe publicado en 2019 por el Ministerio Público Tutelar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre el 70% y el 80% de los niños entre 12 y 14 años pudieron comprender que fueron abusados luego de sus clases de ESI.

“En niños y niñas pequeñas, estos espacios suelen ser los primeros en los que tienen la posibilidad de darse cuenta que eso que pasa en la casa —muchos de los abusadores suelen ser familiares directos— es una situación de abuso”, señala Valeria Isla, que estuvo a cargo de la Dirección Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (2020-2023), ente que gestionó el Plan ENIA durante el mandato de Alberto Fernández.


Además de la prevención del abuso y la contención, entre las adolescentes que han participado en actividades de ESI existe un 20% más de adhesión a métodos anticonceptivos. “Más allá de entender a la ESI como un derecho, esta es la principal evidencia que nos llevó a diseñar el Plan ENIA: básicamente, entender que la cobertura de anticonceptivos sin ESI no es suficiente”, explica Silvina Ramos, investigadora de CEDES y coordinadora del diseño del Plan ENIA.

Es que, el embarazo adolescente —como toda problemática social— es una que debe abordarse de forma multidisciplinaria y multisectorial. Por eso, a comienzos de 2017, se comenzó a pensar un abordaje integral desde el Estado con el apoyo de organismos internacionales y organizaciones de la sociedad civil.

Los orígenes del Plan ENIA se remontan a una serie de condiciones que contribuyeron a su implementación a mediados de 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri. En enero de 2017, la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia —que pertenecía al Ministerio de Desarrollo Social— se reunió con representantes de CIPPEC y CEDES para elaborar una estrategia de abordaje integral. También participaron los ministerios de Salud y Educación y agencias de organismos internacionales, como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Programa de Desarrollo (PNUD) y UNICEF.

“A partir de estas reuniones, logramos armar un equipo técnico que trabajaría en la investigación, el diseño y la implementación del plan”, describe Silvina. “Ese fue un aspecto fundamental del programa: un equipo técnico que siempre dialogó con las autoridades políticas, no solo de uno, si no de dos gobiernos”, agrega.

Con estrategias de concientización y ESI, la facilitación del acceso a derechos y recursos, y un sistema de monitoreo propio, en junio de 2018, el Plan ENIA empezó a implementarse de forma incipiente en 12 jurisdicciones con situación crítica: Jujuy, Salta, Tucumán, Formosa, Chaco, Catamarca, La Rioja, Santiago de Estero, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Buenos Aires.


Cada uno de los objetivos del plan cuenta con especificidades que los hacen fácilmente medibles y, según los resultados más recientes, el programa está cumpliendo con sus objetivos hasta la actualidad, generando un impacto concreto.

Según el análisis de las últimas cifras (2022), en Formosa —una de las provincias con más embarazos de niñas entre 10 y 14 años hasta 2017, junto con Chaco— el número de partos bajó en un 30%; en Chaco y Santiago del Estero desciende a más del 40%. En Corrientes, el número de partos bajó a casi la mitad en adolescentes y alrededor de un 60% en niñas.

Además, se pueden ver diferencias sustanciales entre los departamentos de una misma provincia (entre dos y seis por jurisdicción) en los que se aplicó el plan. “En Santiago del Estero se puede ver que la disminución de la tasa de fecundidad adolescente fue muy pronunciada en los departamentos ENIA en comparación con los que no lo tienen”, comparte la coordinadora de Salud de Católicas, una de las organizaciones fundadoras de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Para Silvina, esta podría decirse que es la mayor limitación del plan: su escala, ya que se inició en 12 de 24 provincias y, dentro de cada provincia, solo en algunos departamentos. “No es de cobertura universal, pero no le tuvimos miedo a la priorización porque creo que, en aras de la equidad, hay que ocuparse primero de las poblaciones en mayor desventaja”, explica.

Otro aspecto que hizo que el plan sea exitoso fue que, en general, las políticas públicas se arman de la noche a la mañana, “siempre con apuros”, define Silvina. Pero en el caso del ENIA, se le dio al equipo técnico entre seis y ocho meses para investigar y revisar experiencias similares y exitosas en otros países de la región, como la de Uruguay.

Una tercera clave a destacar es la identificación de que el sistema de salud por sí mismo, solo con los dispositivos que tiene, no llega a los adolescentes sanos para promover la salud. Ahí es donde entran en juego las escuelas y la comunidad. “Este programa cuenta con equipos propios instalados en los territorios, que van a donde las y los adolescentes están, ya sea en las escuelas como en los centros comunitarios de los barrios”, señala la ex titular de la DNSSR.


Desde la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, la tasa de mortalidad materna por abortos bajó casi en un 50% solo en un año.

En cuanto al acceso a abortos seguros —tanto en el marco del ENIA como en mujeres adultas— la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo también hizo su parte. Según el analisis de datos publicados por el Ministerio de Salud, desde la legalización, la tasa de mortalidad materna por abortos bajó casi en un 50% solo en un año.

Además, según un informe de Católicas, en Formosa, por ejemplo, antes de la Ley, solo dos hospitales garantizaban interrupciones legales. Hoy, después de tres años, ya son 44 servicios los que acompañan y brindan información; y en Chaco, son un 50% mas los que proveen de abortos.

Los riesgos han aumentado y la situación ha empeorado durante los últimos meses con la aparición de redes anti derechos en hospitales de provincias del Norte y casos de niñas y adolescentes criminalizadas por abortar, específicamente en La Pampa y Tucumán.

“La narrativa abiertamente antagónica con el derecho a decidir del gobierno nacional legitima la objeción de conciencia, el desconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, y el mandato de la maternidad”, asegura Soledad Deza, abogada feminista y fundadora de la organización Mujeres x Mujeres. “Y esto es solo desde la construcción de sentido; en términos prácticos, se puede ver en el desfinanciamiento de programas sociales y la provisión de insumos”, agrega.
Un plan con impacto local y global

Durante su implementación, varios países de la región han consultado tanto a los equipos técnicos, como a los organismos de la ONU, sobre la posibilidad de articular programas similares al ENIA en otros territorios.

Entre ellos, se encuentran México, Panamá y Perú, aunque la principal diferencia con el ENIA es que estos no cuentan con un presupuesto propio. Es que el financiamiento del programa en la Argentina salió casi en su totalidad del presupuesto nacional, sin contar aportes excepcionales realizados por UNICEF que incluyen asesorías y otras actividades puntuales. “En sus inicios, la amplia mayoría del presupuesto se gestionaba a través del PNUD con la intención de darle más agilidad al programa. Es decir, el Estado transfería los fondos y el organismo de las Naciones Unidas lo gestionaba, generando una mayor flexibilidad en la gestión en términos, por ejemplo, de los recursos humanos”, explica Silvina.
Y ahora, ¿qué pasará con el Plan ENIA?

Hoy es momento de luchar por su continuidad: en agosto de 2023, se decidió que el plan se ampliara al resto de las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sin embargo, con el cambio de gobierno y la asunción de Milei, este convenio quedó en pausa. “Aunque desde el Consejo Federal de Salud se definió que hay que implementar el plan en todas las provincias, hoy los recursos todavía no están. Se sabe poco, como sucede con otras políticas”, afirma Silvina.

Lo que sí se sabe: los contratos del personal se renovaron hasta el mes de marzo inclusive; y en cuanto a los insumos, se dejaron para abastecer hasta abril, pero el plan de compras 2024 necesita de voluntad política para empujarse. Y el gobierno no lo está haciendo.

“La situación es difícil y te diría que es debido a dos puntos críticos: el tema de insumos por un lado; y que el alma del ENIA son sus recursos humanos y equipos consolidados de hace tantos años”, destaca Valeria, que explica que el proceso de selección del personal del programa toma al menos cuatro meses, ya que consta de una selección por terna en el que participaban el Estado y los organismos internacionales. “Formar esa masa humana crítica en territorios que son hostiles con las perspectivas de derechos humanos lo hace aún más complicado”, agrega.


A pesar de las dificultades, Silvina encuentra lo que parecería ser una luz al final del túnel: el impacto económico de la prevención del embarazo en la adolescencia. “El encuadre político y ideológico de la actual gestión me lleva decir que difícilmente empuje una política de este tipo. Ahora, al mismo tiempo, te diría que el ENIA ha conseguido reducir la fecundidad adolescente en la Argentina, generando un impacto concreto en el gasto público”, asegura la especialista, citando el estudio Milena, realizado en conjunto con la UNFPA.

Según los análisis presentados en este informe, el Estado argentino destina alrededor de 200 millones de dólares, una importante porción del gasto del sistema público de salud, a la atención del embarazo y parto de madres adolescentes. Pero si se tomara la decisión de continuar con los esfuerzos del ENIA, se podrían ahorrar hasta 140 millones de dólares (ocho veces lo invertido en el programa) por el solo hecho de prevenir estos embarazos.

Sin embargo, el embarazo adolescente es un fenómeno complejo y Silvina asegura que atribuir la baja de la tasa de fecundidad adolescente en la Argentina a un solo factor, como podría ser el ENIA, sería muy reduccionista. “Hubo una confluencia de factores. Sin dudas, el Plan ENIA, el resultado acumulado de la ESI que se implementó durante muchos años en la Argentina, y la disponibilidad del misoprostol,” explica la especialista. Luego de reflexionar unos segundos, Silvina agrega un último factor, pero no menos importante: “También influyó el cambio aspiracional que trajo la marea verde. Fue gracias a la combinación de un clima de época y las corrientes feministas que las adolescentes empezaron a darse cuenta que su destino no era ser madre necesariamente. Y una vez que las personas tienen aspiraciones distintas, buscarán los medios para cumplir sus nuevos objetivos”.

Por Victoria Mortimer
Fuente: Latfem

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