agosto 30, 2014

Qué fue del amor romántico, ¿eh, hipsters?


El amor en los tiempos hipster se dibuja como posible nuevo paradigma cuyo imaginario cultural viene a expresar ciertos procesos sociales en los que andamos inmersos. Es por eso que nos ponemos hoy a estudiar el amor a través de sus representaciones mediáticas con esta investigación colectiva. Quizá desgranando los repertorios que configuran nuestra imaginación podamos entender algo más acerca de nuestras maneras de entender y practicar culturalmente el sexo y el amor.

Pero hasta llegar a hoy, ¿de qué marco partimos en materia amorosa? O dicho de otro modo, ¿sueñan los hipsters (aún) con historias románticas? Todo apunta a que mucho más de lo que quizá estemos dispuestos a admitir.

Porque la irrupción del amor romántico en el siglo XVIII fue sin duda un acontecimiento revolucionario que transformaría la vida de las personas en muchos niveles y cuyos efectos aún siguen marcando nuestras vidas afectivas y sexuales. El amor romántico implicaba que por primera vez la persona podía decidir con quien quería vincular su vida amorosa y la familia o la comunidad dejaban de tener voz en la elección de la pareja. La persona se hacía sujeto a través de la decisión de con quién quería pasar el resto de sus días. El amor romántico implicaba un YO capaz de decidir a quién quería y vinculó de forma inaudita el matrimonio con el amor y el deseo.

No podríamos entender el éxito del amor romántico sin comprender su estrecha relación con un conjunto de nuevos artefactos que empezaron a aparecer y poblar el mundo. La novela, los grabados, la prensa, los folletines, etc. son objetos que entraron en circulación gracias a la introducción de medios de reproducción masiva y que pueden considerarse los antecedentes de las industrias culturales contemporáneas. El amor romántico encontró en estos objetos un vehículo perfecto para moverse, expandirse y entrar en los hogares, los corazones y las cabezas de las personas. La forma narrativa es el medio ideal para el amor romántico, el cual necesita de estructuras lineales para producirse (una de las acepciones de romance designa a uno de los primeros géneros de narrativa anteriores a la novela). Es más, el amor romántico se introduce en la biografía de las personas hasta llegar a articularla por completo, haciéndose indispensable como metodología e instrumento de autorelato y comprensión. Se convierte en un espacio en el que proyectar el futuro, en el que construir narrativas de felicidad conyugal y bienestar afectivo, delimitando un espacio imaginario, una suerte de utopía compartida a dúo a alcanzar. Del cruce entre el amor romántico y las industrias culturales surgen los nuevos repertorios afectivos que sirvieron de guía a generaciones de personas deseosas de mostrar su amor hacia su pareja/s y de percibirse como SER de un modo completo.

Con la evolución y sofisticación de las novelas y demás artefactos culturales derivados vemos un crecimiento exponencial de la infiltración del amor romántico en todas y cada una de las canciones, películas, novelas, series o videojuegos que constituyen hoy nuestro ecosistema cultural. En este primer taller nos interesa interrogarnos en torno a cuáles y cómo nos siguen afectando, invadiendo y conformando la intimidad estas formas narrativas forjadas al calor del amor romántico. ¿Qué tipo de constelaciones mediáticas han marcado y marcan nuestras aspiraciones, ilusiones, deseos y necesidades afectivas? Pese al cinismo, distanciamiento racional y nuestras biografías políticas,ciertos repertorios afectivos siguen funcionando en nuestras esferas íntimas, es interesante identificarlas y compartirlas.

Sin duda este ejercicio de disección no se presenta como un ejercicio individual, no es un acto narcisista de introspección, sino un proyecto colectivo, para pensar cómo funcionan estas estructuras discursivas socialmente. Para entender mejor cómo queremos y cómo esperamos que nos quieran. Para entender la política del amor romántico una vez ha sido filtrado por Disney, Tom Hanks, Jennifer Aniston y Lena Dunham.

Desde otro punto de vista detectamos otra característica del amor romántico y es su estrecho vínculo con el proyecto moderno. Si una de las características que definen a la modernidad es su capacidad de crear sujetos a través de los derechos que se han ido otorgando/conquistando, vemos cómo el amor romántico se entrelaza progresivamente con este proyecto hasta apuntalarlo. Amar y ser amado se han transformado en derechos fundamentales. Nuestra subjetividad se ha edificado sobre esta base, tenemos derecho a amar y que nos amen. Parte de nuestro valor viene determinado por este derecho, el valor que nos otorga el otro al hacernos objeto de su amor. Esta es la realidad política del amor romántico, es la base de su fuerza, puesto que nadie quiere declinar o perder sus derechos, ¿o si? A través de diferentes debates y actividades nos gustaría también poner sobre la mesa esta noción para ponerla en crisis, ¿quién no tiene derecho a ser amado?, ¿quién no tiene derecho a amar?, ¿cómo cambiaría el derecho al amor si se constituyera como un derecho colectivo en lugar de un derecho individual?¿No ha liberado este derecho a ser amado un narcisismo delirante que nos define a muchos hoy? ¿Cómo se pueden definir y constituir nuevos derechos afectivos? Sin duda un tema complejo que es necesario abordar.

Vamos a darle fuerte al amor. Que ya toca.



Fuente: huckyeahsexohipster.tumblr.com

Sí a la Diversidad Familiar!
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