mayo 30, 2015

María Salvo, ex-presa política: "De aquí a diez años? que muchos pueblos hayan conseguido ser independientes y soberanos".

A María Salvo la apresaron en Madrid en octubre de 1941 cuando actuaba de enlace de la resistencia antifranquista. Sufrió interrogatorios, torturas y dieciséis años en diferentes cárceles, pero una vez fuera continuó trabajando día a día por las ideas republicanas. Hoy, con 94 años, no deja de seguir la actualidad social y política, aportando tiempo, argumentos e ilusión a las luchas que continúan.

María Salvo, fotografiada en Barcelona por Gemma Donaire.

- ¿Qué te llevó de joven a involucrarte en la vida social, a decir “no puedo permanecer sin hacer nada”?

– La República abrió a la juventud unas perspectivas que no había tenido hasta entonces. Fue como un aire limpio, de liberación y de ilusión, especialmente para las jóvenes. Éstas se encontraban bajo la influencia religiosa y se abrieron ante ellas unos espacios hasta entonces infranqueables.

Yo tuve la suerte de ser educada en un ambiente republicano. Mi padre era un obrero que había participado activamente en las huelgas de aquella época. Existía un gran movimiento sindical y de reivindicaciones obreras. No había partidos políticos de izquierda que influyeran en la sociedad, pero en el ambiente juvenil había muchas inquietudes de tipo social muy avanzadas. Yo por aquel entonces percibía ese ambiente a través de mi hermano, joven obrero y estudiante a la vez. No obstante, era una niña de once años.

Mi madre, creyente pero no practicante, me inculcaba la idea de que debía ser independiente y de que para ello era necesario prepararse al máximo en los estudios para el futuro. La mujer en aquellos tiempos estaba bajo la tutela del padre, para pasar luego a la del marido. Ésa era la perspectiva de las jóvenes de aquellos tiempos.

- Y la República supuso un vuelco.

– Con la República se rompieron tabiques. La enseñanza separaba a niñas y niños. El día 14 de abril de 1931 se derribó una pared que separaba las clases y por primera vez los escolares del Ateneo Obrero en el que yo estudiaba pudieron jugar en el patio juntos, niñas y niños. Las perspectivas que se abrían eran espacios de libertad inalcanzables hasta entonces.

Yo había dejado los estudios a los trece años por causa de una grave enfermedad de mi madre. Una vez superada esa circunstancia, empecé a trabajar a los catorce años y, de acuerdo a los principios inculcados por mi madre, trabajaba y después acudía a una academia de cultura general.

Durante el corto periodo republicano el avance cultural fue inmenso. La clase trabajadora seguía reivindicando mejoras salariales y sociales en general. En 1931-1932 los partidos de izquierda no tienen fuerza suficiente para encauzar esas inquietudes. El Partido Socialista era el más organizado pero con corrientes internas que frenaban esas reivindicaciones. El Partido Comunista era minoritario, salvo los jóvenes de tendencia comunista, que poco antes de la sublevación militar del 18 de julio de 1936 contra el gobierno legalmente constituido en unas elecciones libres y democráticas de 1936 fundaron una organización de unidad, las JSU (juventudes socialistas y comunistas). Las JSU conectaron con la juventud progresista y llegaron a tener una gran relevancia política y militar, con cargos importantes en todas las esferas del país.

El papel de los sindicatos durante la guerra del 36 fue muy importante, principalmente en Catalunya, donde se colectivizaron empresas, creándose a su vez comités de empresas de UGT-CNT. Allí fue donde tuve una breve participación dentro del sindicato de UGT, pero mi actividad fue en la retaguardia, dentro de las JSU de Catalunya.

- ¿Cómo os organizasteis después de la Guerra Civil?

– No fue fácil, teniendo en cuenta la terrible represión que padecía el país, donde miles de hombres y mujeres estaban encarcelados, con fusilamientos masivos, centenares de exiliados y niños abandonados en hospicios debido a la situación dramática de sus padres. Para nosotros, los perdedores de la contienda, la guerra no había terminado y había que seguir luchando en todos los lugares posibles.

- ¿Cómo vivió tu generación la Transición?

– En un estado de frustración. ¿Ruptura o transición? Triunfó lo segundo. Hay que tener en cuenta el estado del país por lo expuesto anteriormente. Al poner sobre la mesa “ruptura o continuación” no tuvimos las posibilidades ni la fuerza real de los interlocutores. El clima de terror ejercido anteriormente fue un freno a las demandas de justicia. Además, Suárez y la corona mostraban un perfil diferente y el pueblo quería rehacerse de las cenizas del pasado. No olvidemos el 23F y los abogados laboralistas asesinados en Madrid por la ultraderecha.

- Vemos la recuperación de la memoria histórica muy desigual en cuanto a las distintas zonas del estado, y que también ha ido un poco a trompicones en el tiempo. ¿Qué crees que sucederá al respecto en los próximos años?
María Salvo, fotografiada en Barcelona por Gemma Donaire.

– La recuperación de la memoria histórica es bastante complicada, puesto que no siempre se tiene acceso a la documentación real. Ahora los jóvenes no saben, la mayoría, que el primer presidente de la II República española fue un monárquico. Falta cultura política.

De 1970 a 1980 hubo un momento en que se vio que había una generación que quería saber qué había pasado en la República y en la Guerra Civil. Las personas represaliadas como yo tuvimos la esperanza de que nos reemplazaran. Por la edad ya no estábamos para asumir responsabilidades. Esa generación llegó al Parlamento…pero le faltó preparación política. Los mayores estábamos allí, pero aquella juventud nos había superado. Teníamos experiencia pero ya no teníamos ni la fuerza ni las facultades que se necesitaban para asumir ese tránsito tan difícil de la Transición.

- Hay quien dice que lo que se ha ido logrando tras muchas luchas, incluyendo las de los años de los que nos hablas, está en peligro desde hace un tiempo.

– Es cierto, el peligro existe porque hay una clase retrógrada que frena todo avance positivo del pueblo desfavorecido. Sin embargo, esos avances, como la enseñanza mixta, el aborto o el divorcio, son irreversibles porque la juventud, y principalmente las mujeres, están más preparadas que antaño y además sienten necesidad de conocer ese pasado oculto durante 40 años del franquismo. Un ejemplo de ello es la recuperación de la memoria histórica, aunque siguen vedados muchos espacios, entre ellos los papeles de Salamanca. En 1931 la mujer consiguió muchas reivindicaciones que luego fueron disminuyendo, pero algunas son irreversibles porque la mujer actual no es la misma del 31.

- ¿Nos ayudaría a alcanzar ciertos logros el sentirnos parte de una clase social determinada?

– Ser de una clase social, de una u otra, no es cuestión de elección, las circunstancias influyen en ello. La clase obrera tradicional ha disminuido, pero no ha desaparecido. Las condiciones salariales y las reivindicaciones persisten. Con unos sindicatos fuertes muchos problemas vigentes no se producirían.

- Se oye decir que existe una “derecha civilizada”. ¿Tenemos algo parecido a eso?

– No, no la hay. La derecha civilizada podría ser la que emanaba de la clase media, pero, como ha desaparecido, ha desaparecido la esperanza de que aparezca una “derecha civilizada”. Lo que hay es “los más ricos y los más pobres”. En Catalunya hay 600.000 familias pobres de solemnidad y son los centros de vecinos y sociales los que asumen esas necesidades correspondientes al estado. Hay una derecha ultra, la de Rajoy, pero hay otra que es más ultra, franquista hasta la médula, que es la que está apretando las clavijas a la gente.

- Entonces, ¿estamos suficientemente preparados para un cambio?

– Todos los cambios (sociales, territoriales, económicos, etc.) es necesario afrontarlos con una preparación sobre cada materia, y es indudable que hoy por hoy existe mejor preparación que hace 50 años. Aunque la preparación nunca es suficiente para afrontar los cambios que surgen, la sociedad actual en muchos aspectos ha evolucionado y está en mejores condiciones para hacer frente por ejemplo a temas como cambios en la legislación del aborto. Hay otros factores. A pesar de los recortes, hoy por hoy la mujer en general está más informada y concienciada, la televisión tiene una parte positiva en este sentido.

- ¿Y cómo ves la aceleración actual del panorama político desde hace más o menos un año, con la irrupción de Podemos y formaciones como Guanyem / Barcelona en Comú? ¿La transición ya ha pasado y tiene que haber un relevo?

– Desde luego que el panorama político ha cambiado, creo que la irrupción de Podemos y otras formaciones son un revulsivo a la situación ante la corrupción. Pero de ahí a la tan llamada “transición” hay mucha diferencia. No todas las formaciones tienen el mismo carácter, por lo tanto es difícil unir las diferencias. De todo movimiento popular surgen dirigentes, pero actualmente tengo mis reservas ante tanto “intelectual”. No olvido el problema de clase y para cualquier cambio de estructuras creo que todas las fuerzas sociales deberían unirse.

- ¿Tiene futuro la división actual territorial del estado?

– Entre los cambios que reclama la ciudadanía, la división territorial es uno de ellos.

- ¿Cuál es el mejor escenario que vislumbras de aquí a diez años?

– ¿De aquí a diez años? Que muchos pueblos hayan conseguido ser independientes y soberanos, y que los países emergentes consigan liberarse de las potencias dominantes.

Por Mercedes Sansó y Urbano de la Cruz son colaboradores de Paz con Dignidad.

María Salvo Iborra ingresa en las JSU en 1936. Derrotada la República en 1939, emprede el camino del exilio, cruzando la frontera el 7 de febrero de ese año en un tren de mercancías estacionado en vía muerta. Al comenzar la II Guerra Mundial, la gendarmería francesa conduce a María y otras muchas personas a Fuenterrabía. Vuelve a España a la fuerza y en 1940 se incorpora a la lucha solidaria antifranquista. En 1941 es detenida en Madrid y pasa un mes en la Dirección General de Seguridad sufriendo repetidos interrogatorios y torturas. En 1945 la condenan a treinta años. En 1957 sale de prisión y la destierran a Santander. No puede regresar a Barcelona hasta el año siguiente. María Salvo es socia fundadora de Les Dones del 36 y ha presidido la Associació Catalana d’expresos polítics i represaliats. Ha sido objeto de numerosos reconocimientos por su implicación en la resistencia antifranquista y en la lucha por las libertades democráticas.

En El daño y la memoria (Plaza & Janés, 2004), el historiador Ricard Vinyes no sólo reconstruye el universo penitenciario franquista a partir de la vida y la mirada de María Salvo, sino que muestra la forma en la que aquellas mujeres han usado la memoria como afirmación de su identidad y han sabido convertirla en patrimonio civil colectivo.

Sí a la Diversidad Familiar!
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