septiembre 11, 2015

Un secreto a voces. Violencia sexual como tortura durante la represión política en Chile


El proyecto de investigación “Las mujeres víctimas de violencia sexual como tortura durante la represión política en Chile, 1973-1990. Un secreto a voces”, nace en el contexto de la conmemoración de los 30 años del golpe militar y tuvo por objetivo contribuir a rescatar la memoria histórica de la represión desde una perspectiva de género. 

El proceso de democratización que se inició en 1990 ha tenido como uno de sus pilares en materia de derechos humanos, la elaboración de una historia/memoria oficial que reconoce que en Chile se cometieron violaciones a los derechos humanos. Ha sido la infatigable lucha de los movimientos sociales y de las organizaciones de derechos humanos y de víctimas de la represión, quienes han sostenido la demanda por una verdad sin concesiones, la cual de manera gradual ha sido recogida por las autoridades a través de distintas instancias como la Comisión Rettig y la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura. Esta última dirigida a reparar a quienes entre 1973 y 1990 fueron objeto de detenciones y de tortura. A pesar de las críticas que dichas comisiones y sus respectivos informes han sufrido de parte de las organizaciones de derechos humanos1 , estos documentos permiten afirmar hoy la responsabilidad de agentes del Estado en la ejecución, desaparición y tortura de miles de hombres y mujeres. 

Las limitaciones de la transición para enfrentar en su integralidad los problemas de verdad y justicia en materia de derechos humanos, se vieron desbordadas a partir de la reinstalación de un debate societal, producto de la detención de Pinochet en el año 2000. Como consecuencia, el gobierno del Presidente Eduardo Frei crea la Mesa de Diálogo con el objetivo de identificar el paradero de los detenidos desaparecidos durante la dictadura. Al fracasado objetivo de establecer dicho paradero, las organizaciones de mujeres respondieron con otro desafío político y moral ineludible: la necesidad de saber el destino de las mujeres desaparecidas que estaban embarazadas al momento de su detención. Esta es la primera iniciativa dirigida a denunciar y develar las graves violaciones de derechos humanos que sufrieron las mujeres en la dictadura. 

La necesidad de visibilizar los atropellos y reparar las heridas de la tortura es colocada como una demanda de las organizaciones de derechos humanos el año 2001, con la entrega al Presidente de la República del Informe de la Comisión Ética contra la Tortura. En dicho informe se consigna que más de 300.000 personas fueron víctimas de torturas en Chile. La Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, FASIC, la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo, CODEPU, y el Colegio Médico manejan cifras similares. 

Sin embargo, ni este informe ni los documentos oficiales relevaban a las mujeres como sujetos específicos de la tortura, a pesar de los avances internacionales que reconocían la violencia de género como un elemento que se agudiza en los contextos de conflictos armados o de excepción. De allí que uno de los objetivos implícitos de la investigación apuntaba a que se consignará en el documento oficial que comenzaba a elaborar la Comisión sobre Prisión Política y Tortura, que la violencia sexual como tortura contra las mujeres había constituido una práctica sistemática y generalizada ejercida por agentes públicos o por terceros, con su colaboración o tolerancia. En este sentido, la violencia sexual no constituyó una práctica privada de los agentes del Estado sino que hacía parte de la racionalidad de la tortura. Sin embargo, mirar la represión desde una perspectiva que dé cuenta del rol y el impacto de la represión en las mujeres, y en particular de la tortura, durante el período que va desde 1973 hasta 1990, no ha sido fácil. En muchas ocasiones, los actores involucrados en el apoyo, registro y documentación de casos, las autoridades y las víctimas, no vieron en su momento la especificidad de género de la tortura que se ejerció sobre las víctimas mujeres, ni se cuestionaron que esta especificidad existiera. De allí que el primer intento por determinar la magnitud de dicha violencia se estrellara con la forma en que se construyeron los archivos en las distintas instituciones, forma que a su vez es producto de las condiciones del discurso social que impidieron que las mujeres denunciaran la tortura. 

Desde un comienzo la investigación se propuso develar la violencia sexual y de género practicada contra las mujeres en la dictadura, precisamente porque el tratamiento era escaso y a sabiendas de que los hechos seguían siendo resistidos y negados en la conversación societal. Se plantearon los objetivos de describir, analizar e interpretar la violencia sexual contra las mujeres constitutiva del crimen de tortura y, a la vez, difundir los resultados de este análisis como una expresión de reconocimiento y reparación a las mujeres violentadas. El supuesto del que se partió y el marco de análisis aplicado situó en el orden social de género imperante gran parte de la responsabilidad respecto de la especificidad que cobró la tortura en las mujeres, sin obviar, por cierto, factores políticos e ideológicos más generales que explican la violencia vivida en ese entonces. 

Se intentó responder acerca de las características que asumió la violencia sexual como tortura contra las mujeres, dónde y cuándo se ejerció, qué tipo de patrón siguió la tortura sexual, cómo se fue instalando un silencio que, a modo de velo, fue invisibilizando en la memoria individual y colectiva la violencia sexual de que fueron objeto miles de mujeres en nuestro país. Las su condición de género. Por último, que la violencia sexual que se ejerció en contra de las mujeres fue invisibilizada, no relevada, ocultada o no nombrada por la sociedad, por las instituciones e individuos que trabajaban en la defensa de los derechos humanos y por las propias mujeres víctimas por diversas razones, entre ellas, el estado de las relaciones de género y la subordinación a que están/estuvieron sometidas las mujeres.
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Por Carolina Carrera 
Artículo elaborado a partir de la investigación llevada a cabo por el Instituto de la Mujer y el Area Ciudadanía y Derechos Humanos de la Corporación La Morada “Las mujeres víctimas de violencia sexual como tortura durante la represión política en Chile, 1973-1990. Un secreto a voces”.
Fuente: Pasa.cl

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