marzo 27, 2018

La transformación del sistema género. Base de la estrategia nacional de desarrollo de Uruguay al 2050


La primera prospectiva de género fue aplicada por primera vez en Uruguay por la actual administración. Este ejercicio metodológico, que también es novedoso en la región, permitió anticipar ocho escenarios sobre la transformación de sistema de género hacia 2050 y qué tan deseables son en relación a las metas internacionales.

El Poder Ejecutivo de Uruguay creó en 2015 la Dirección de Planificación (DP) para asesorar que lo asesorara sobre las líneas estratégicas de acción que deberá tomar para encaminarse hacia un desarrollo sostenible. A través de la DP, el gobierno de Tabaré Vázquez busca avanzar hacia el Uruguay de 2050 combinando visiones de diferente alcance temporal (mediano y largo plazo), generadas en torno a una reflexión participativa y estructurada.

La transformación del sistema de género es una de las cinco líneas de acción planteadas dentro de la Estrategia Nacional de Desarrollo. Las otras son: los cambios demográficos y sus consecuencias económicas y sociales, el cambio estructural de la matriz productiva, la reducción de las desigualdades territoriales y el desarrollo cultural.

Sobre la metodología prospectiva

La situación de las mujeres en Uruguay ha cambiado a lo largo de los últimos años como resultado de un conjunto de factores económicos, políticos y culturales. La interacción entre los procesos de modernización y las costumbres existentes ha dado lugar a una nueva configuración de los sistemas y las relaciones de género. Desde los tiempos en los que los movimientos sociales feministas en Uruguay centraban sus esfuerzos en hacer visible la discriminación de la que son objeto las mujeres, hasta hoy cuando el tema de la igualdad de género es parte de la agenda y la política pública, han pasado más de cinco décadas.

Un hecho relevante del proceso mencionado es la consolidación de la integración de las mujeres al mundo público. Esta consolidación tiene que ver principalmente con la presencia continua y ascendente de las mujeres en el mundo del trabajo, así como con cambios sociodemográficos como la reducción de la fecundidad, la prolongación de la esperanza de vida y las uniones de pareja más tardías y el mayor acceso a la educación. Estos cambios, junto a otros, han ayudado a ampliar los proyectos de vida de las mujeres dejando de lado en forma exclusiva sus roles asociados a esposas, madres, amas de casa o vecinas.

A pesar de esos avances, las opciones de vida de las mujeres siguen siendo limitadas por las responsabilidades de cuidados y las representaciones sociales de género, que han mutado poco. Sumado a esto, persiste una fuerte sub-representación femenina en la política y en los procesos de toma de decisiones en la vida del país. Además, en el mercado de trabajo subsisten desigualdades, como la brecha salarial, que se profundizan entre los sectores con mayores niveles de educación. Existe, por tanto, un núcleo duro de la inequidad de género en el cual perseveran las desigualdades y no se ha avanzado.

Las sub-áreas temáticas seleccionadas para abordar el futuro del sistema de género fueron definidas con la participación de actores de la sociedad civil, la academia y el Estado: aspectos socio-demográficos, educación, salud, mujeres rurales, representaciones sociales de género, participación política, violencia basada en género, mercado laboral y cuidados.

Para pensar el largo plazo y planificar, el gobierno de Uruguay utilizó la anticipación de los futuros posibles a través del uso de la metodología prospectiva. Esto supone que la anticipación juega un rol transformador en la toma de decisiones. Se hizo uso de diferentes instrumentos para la comprensión del presente, el pasado y el futuro, y se los ordenó con un objetivo claro de anticipación. Es decir, la prospectiva no brinda necesariamente respuestas exactas sobre «qué sucederá» pero sí instrumentos metodológicos que ayudan a tomar decisiones en un marco de interrelacionamiento e incertidumbre en aumento.

Se construyeron así escenarios a partir de imágenes alternativas del futuro, sean deseables (o favorables) o no deseables (o desfavorables). En el primer caso, se buscó identificar las fuerzas motrices o elementos clave que los potencian; en el segundo, se identificaron los elementos clave que podrían impedirlos o acelerarlos.

Se cuenta con muy pocos antecedentes directos en Uruguay de Prospectiva o ejercicios de anticipación similares,1 y ningún antecedente local de prospectiva de género específicamente.

Se detectaron ocho escenarios sobre la transformación del sistema de género en Uruguay:2



ESCENARIO 1 –: «El trabajador ideal» permanece en una sociedad cambiante

En este escenario, las políticas económicas no se orientan hacia el empoderamiento de las mujeres y la comunidad LGBTIQ, y la discriminación laboral hacia estos grupos persiste al 2030- 2050.

Sin embargo, se producen avances paulatinos en las representaciones sociales que reproducen cada vez menos los estereotipos de género tradicionales, y donde se consolidan las políticas de antidiscriminación, reducción de la violencia y deconstrucción de los estereotipos de género. Es un escenario en que la percepción social y política pública pro igualdad avanza lentamente como el deber ser, donde la igualdad de jure se consolida, pero los nudos estructurales vinculados a las relaciones de poder, la economía, el desarrollo y el mercado laboral no evolucionan con el mismo ritmo.

Si se diera en 2020, sería de transición gradual desde 2017 hacia mejores niveles de igualdad incipiente. No obstante, si persiste al 2050 implica un fracaso de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), dado que conlleva muy poco avance para un contexto de partida de 2017, donde se supone que de jure se estarían empezando a consolidar las condiciones para destrabar los nudos estructurales de la discriminación y la desigualdad.

ESCENARIO 1+: «Cambio social incipiente»

Es un escenario de avance sustantivo de las políticas de antidiscriminación, de reducción de la violencia y deconstrucción de los estereotipos de género. Se empieza a sensibilizar ampliamente sobre cómo el hogar y los espacios de socialización reproducen esas representaciones sociales que mantienen estereotipos de género en la construcción de la identidad desde la primera infancia.

En la dimensión cultural identitaria este escenario es similar aunque con avances mayores al del escenario 1-, ya que el cambio social es más profundo y los avances de igualdad real en el ejercicio de los derechos sociales y culturales se logran mayormente. Las mujeres y los miembros de la comunidad LGBTIQ comienzan a insertarse masivamente a la esfera política aunque, las condiciones de discriminación previas del mercado laboral y en las políticas públicas en general no avanzan a la misma velocidad. En la dimensión económica en sentido amplio este escenario es muy similar al de «Gradualismo conservador», el sistema de cuidados, las lógicas patriarcales de poder y de manejo de recursos y activos, y el avance del empoderamiento económico de las mujeres avanzan poco. Como en otros escenarios intermedios entre el 2017 y los escenarios meta al 2030 o 2050, este es un escenario que si se diera al 2020 o 2025, sería un escenario positivo de transición gradual desde el 2017 hacia mejores niveles de igualdad incipiente. Al 2050, este escenario, si bien es mejor que otros desde la perspectiva socio-cultural, es un fracaso de la agenda de los ODS.

ESCENARIO 2 –: Estancamiento

Este es un escenario de continuidad sin cambios. Es decir, la situación en términos de desigualdad de género que se observa en 2017 se mantiene en el mediano y largo plazo. De alguna manera, aunque no absolutamente, describe la situación actual. Su denominación tiene que ver con que de forma unánime en el Taller prospectivo, todos-as los-as participantes, ubicaron allí al Uruguay del 2017, en el que permanecen serios desafíos para el avance de la igualdad de género.

Al describirlo al 2030 y 2050 se vuelve mucho más negativo aún ya que implica una incapacidad de todos los actores pro género y pro igualdad de lograr avances sustantivos al mediano y largo plazo. La resistencia al cambio en términos socio-culturales pesa más que la búsqueda de la igualdad de derechos y oportunidades.


ESCENARIO 2 – –: Retroceso al siglo XX

Es aún más preocupante que el de «Estancamiento», ya que es de retroceso en relación al 2017. Si bien el retroceso es un escenario posible, no es deseable. Pero sería un error anticipar solo escenarios evolutivos hacia la igualdad. Como en todos los demás casos, no es una descripción monolítica de todos los factores en configuración de retroceso, por lo que algunos se mantienen en statu quo y alguno puntualmente avanza, pero globalmente implica un retroceso al avance de agenda de derechos que empezaba a posicionarse de jure entre 2012 y 2017. En este escenario, el siglo XX pesa a todos los actores de mayor poder relativo y se vuelve a la práctica histórica de discriminación hacia las mujeres y comunidad LGBTIQ. La naturalización de la violencia ha ganado terreno en Uruguay, el debate público se centra en la violencia urbana, vinculada a narcotráfico y la delincuencia, y el Estado no construye una cultura de tolerancia y paz desde el quehacer público, ni en sus políticas, ni en el discurso o actitudes de sus referentes. La polarización se ha vuelto el negocio de la política, la securitización de la agenda empaña metas de desarrollo e igualdad que se ven como ideales que se lograrán más adelante pero no son prioridades de gobierno.

ESCENARIO 2+: Gradualismo conservador

Este escenario se caracteriza por una sociedad que al 2030- 2050 continúa siendo una sociedad patriarcal que no ha logrado deconstruir los estereotipos tradicionales de género. Las políticas públicas orientadas al combate de la discriminación y la violencia de género son incipientes, mientras que la arquitectura de igualdad de género sigue siendo periférica en cuanto a la toma de decisiones centrales del Estado y de baja calidad institucional. Sin embargo, se avanza poco a poco hacia la integración de la igualdad de género en las políticas económicas pro empoderamiento de las mujeres y la comunidad LGBTIQ, en diversos ámbitos de toma de decisiones se empieza a comprender mejor la contribución al desarrollo de la igualdad sustantiva. Si este escenario se diera en 2020 sería un escenario positivo, de transición desde el 2017 hacia mejores niveles de igualdad incipiente en el eje económico-laboral de la matriz, sin embargo si describe el 2030 o el 2050 es un fracaso de la agenda de los ODS y la Estrategia de Montevideo, dado que se trata de muy poco avance para un contexto de partida de 2017 donde se supone que de jure se estarían empezando a consolidar las condiciones para destrabar los nudos estructurales de la discriminación y la desigualdad.

ESCENARIO 3 –: Empoderamiento económico y laboral sin cambio cultural

Implica que los avances en el eje de los estereotipos sociales y el cambio cultural son menores, pero los avances en esferas económicas y laborales al 2030-2050 son más significativos y se dan ciertas consolidaciones en materia de género. Si bien las pautas culturales siguen marcadas por los estereotipos de género en una cultura patriarcal, la sociedad comienza a entender las implicancias de los más predominantes. Esto no ha permeado aún en el ámbito político-partidario, pero ha tenido consecuencias en algunas políticas públicas y en la práctica empresarial, donde se ha logrado la incipiente incorporación de la perspectiva de género y de empoderamiento económico de las mujeres y la comunidad LGBTIQ. Si este escenario se diera en 2020, al igual que el anterior aunque con otro tipo de avances, sería un escenario positivo de transición gradual desde el 2017 hacia mejores niveles de igualdad incipiente. Al 2050 este escenario es un fracaso de la agenda de los ODS.

ESCENARIO 4 –: Avance sustantivo pro igualdad

Es uno de los mejores escenarios ya que es el más cercano a la meta de la igualdad de hecho y representa avances en todas las dimensiones, aunque con intensidades diferentes. Se ha logrado avanzar hacia una sociedad que reconoce de los derechos de las mujeres y la comunidad LGBTIQ, y que busca consolidar políticas de antidiscriminación, de igualdad de género, de reducción de la violencia y deconstrucción de los estereotipos de género. El mercado laboral ha avanzado hacia la igualdad con conquistas significativas en materia de género y una importante corresponsabilidad en los cuidados, producto de la participación y la sensibilización tanto del sector público como el privado, y el empuje sostenido desde inicios del siglo XXI de las organizaciones sociales. A pesar de esos avances en este escenario al 2050 continúa predominando una cultura de patriarcado, donde se reproducen estereotipos de género tradicionales desde la primera infancia. Como en otros intermedios entre el 2017 y el escenario meta al 2030 o 2050, si se diera en 2025, sería un escenario muy positivo de transición gradual desde el 2017 hacia mejores niveles de igualdad incipiente. Sin embargo, a continuación se describe con ciertos hitos al 2020 y 2030 pero con el horizonte al 2050. Por lo que, entendido al 2050, este escenario, si bien es mejor que todos los anteriores en todas las dimensiones de análisis, es un fracaso de la agenda de los ODS.

ESCENARIO 4 +: Gobernanza pro género del siglo XXI

Es la meta por excelencia. Es el escenario de la igualdad sustantiva sobre la base de una gobernanza pro género del siglo XXI. La sociedad en su conjunto entiende que la igualdad sustantiva solo será posible si todas las personas son reconocidas iguales en dignidad, y consideradas y reconocidas como sujetos de derechos. La consolidación de un escenario igualitario en términos de género en lo cultural-identitario, lo social, y lo económico es consistente con conquistas de similar magnitud en términos de igualdad de género en el ámbito político e institucional que a la vez son mecanismos que permiten el logro de esos derechos políticos, económicos, sociales, y culturales. El concepto de democracia paritaria es parte del debate de gobernanza, se asume que la construcción de una gobernanza pro género forma parte de la profundización de la democracia en las sociedades del siglo XXI. Desde un enfoque normativo este escenario debería y podría lograrse al 2030 ya que ese es el marco que el estado uruguayo y la comunidad internacional se han dado a nivel multilateral a través de los ODS. En este escenario se ha logrado eliminar la reproducción de los estereotipos de género de la sociedad en su conjunto, incluyendo a la gran mayoría de los medios de comunicación, mientras que el Estado se encuentra comprometido con la igualdad de género, la no discriminación y la erradicación de la violencia de género en todas sus formas. El mercado laboral se ha convertido en un ámbito estratégico donde la mujer puede lograr el empoderamiento y la autonomía económica.

Algunas conclusiones

Si bien esto último es la meta, los otros son escenarios posibles que inspiran también la planificación dado que dentro de ellos se detectan los factores que potencian o impiden los avances. Queda claro, a partir de este ejercicio, que el gobierno actual de Uruguay pone a la transformación del sistema de género en un lugar central de la transformación del país, como uno de los cinco ejes de la Estrategia Nacional de Desarrollo al 2050. Esta centralidad es una novedad en la región y en el país. Veremos qué impacto tiene verdaderamente sobre las políticas.

Por Lucía Pittaluga
Fuente: http://revistabravas.org/

1. CIDE, Uruguay III Siglo, Uruguay+25, Uruguay 2025: Economía, Población y Territorio/MVTOMA
2. Sobre la base del informe entregado por las consultoras Alemany et al. (2017) contratadas por OPP para llevar adelante la segunda fase del ejercicio prospectivo de sistema de género.

Las imágenes de este artículo son obras modificadas de W. De Kooning.

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