Lisistrata, Trump y el movimiento 4B
La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses ha puesto a las feministas de aquel país en guardia. Algunos derechos de las mujeres, como el derecho al aborto, peligran. Y, en general, es de esperar un retroceso de las posiciones de las mujeres en todos los ámbitos. No es que la cosa hubiese pintado muchísimo mejor con la victoria de Kamala Harris, pues, aunque habría protegido el derecho al aborto, apoya abiertamente la ideología trans. Pero, claro, en el caso de Trump están, además, las denuncias de mujeres que acumula y su condena por abuso sexual. (¿Hubiese sido elegido presidente si acumulase tantas denuncias y una condena por cualquier otro delito grave?). Así que, sin duda, la victoria de Trump puede interpretarse como la victoria, entre otras cosas, del machismo más rancio, tal como sus seguidores no se esfuerzan en disimular. Uno de los eslóganes que se ha hecho más viral por parte de los republicanos radicales tras la victoria de Trump ha sido “Your body, my choice”, haciendo mofa del conocido lema feminista.
Ante esto, ¿qué pueden hacer las feministas en Estados Unidos? Pues parece que algunas han decidido mover ficha y suscribir el movimiento 4B o de los 4 noes. Este es un movimiento que se inició en Corea del Sur hace unos 5 años y que propugna no tener hijos, no casarse con hombres, no tener citas con hombres y no tener sexo con hombres. Las mujeres coreanas crearon este movimiento, surgido en las redes sociales y que, según algunos, cuenta con 50.000 seguidoras, tras una serie de acontecimientos descaradamente misóginos que actuaron como detonantes en el contexto de una sociedad ya de por sí brutalmente patriarcal. Cuando las leyes que deben proteger a las mujeres no lo hacen y, encima, esa desprotección se produce con desfachatez y burla, a las mujeres les quedan muy pocas opciones. En los países en que las mujeres pueden trabajar y gozar de independencia legal, como Corea del Sur, una de las pocas opciones al alcance de las mujeres contra la constante injusticia misógina es algo así como el movimiento 4B. ¿Se dan esas condiciones en Estados Unidos? Si el ambiente misógino llegara a convertirse en asfixiante y dado que con el voto demócrata las mujeres ya no pueden cambiar sustancialmente su situación, es verosímil el crecimiento del movimiento de los 4 noes.
No debería, sin embargo, interpretarse la adscripción a este movimiento como una venganza por parte de las mujeres. Es, más bien, una huida ante una situación injusta. La única manera al alcance de las mujeres de dejar atrás el patriarcado cuando parece imposible cambiarlo desde dentro. Y, no nos engañemos, en Occidente estamos desde hace tiempo en un movimiento 2B (no hijos, no matrimonio) no declarado pero real. Y empieza a hablarse de una epidemia de soledad masculina. Cabe destacar, por cierto, la falta de análisis de las causas de estos dos noes de las mujeres más allá del socorrido y genérico pretexto de la liberación femenina.
También sería un error ningunear de entrada los llamados que ha habido en las redes a sumarse al movimiento 4B tras la victoria de Trump como si se tratara de una moda o una pequeña pataleta sin recorrido. Igual que no es ninguna broma el retroceso en los derechos de las mujeres, o el “Your body, my choice”, tampoco cabe menospreciar la respuesta de algunas mujeres a esos ataques.
La probada determinación de las mujeres al llevar a cabo sus decisiones de no tener hijos, de no casarse, o de divorciarse cuando el matrimonio no va bien (todo ello recogido en datos contrastables por los índices de natalidad, de matrimonios y de divorcios) es una piedra de toque. La victoria de Trump, con toda la misoginia implícita y explícita que supone, es un reflejo de lo que hay, a día de hoy, en la sociedad estadounidense. De igual manera, los iniciales llamamientos a unirse al movimiento 4B en Estados Unidos son un indicio de lo que puede venir. A menos que las cosas cambien mucho, puede que la epidemia de soledad masculina no haga sino ir creciendo.