Margaret Atwood: "Muchos han votado a Trump por miedo a tener una presidenta mujer y además negra"
La escritora canadiense vuelve con la colección de relatos 'Perdidas en el bosque' que publica Salamandra
El auge de Trump, apunta, tiene que ver con que “en los últimos años la conversación ha girado en torno a la identidad y no a la clase”
La escritora canadiense Margaret Atwood, autora de 'El cuento de la criada'. Foto cedida por Penguin Random House. / DANIEL MORDZINSKI
“No es el momento de tirarse de un puente. No hay nada perdido. Hay mucha gente en Estados Unidos que no va a estar dispuesta a encajar una especie de dictadura. La gente no solo es electa, también puede ser ‘deselecta’”. Estas son las primeras reflexiones sobre la victoria electoral de Trump de Margaret Atwood, la escritora que profetizó el actual giro ultraconservador con ‘El cuento de la criada’ (escrito en plena era Reagan, en 1985) y que se ha erigido como símbolo global de la cruzada contra los derechos de las mujeres de regímenes conservadores en todo el mundo. “Ahora veremos lo que la gente es capaz de soportar. Dicho de otro modo: no creo que vayamos a la Alemania de 1935”. Para Atwood, muchos de los que votaron a Trump lo hicieron por “miedo a Kamala Harris, "a tener una presidenta mujer y además negra”, ha explicado en una rueda de prensa multitudinaria vía Zoom.
Atwood acaba de publicar un nuevo libro de relatos, ‘Perdidas en el bosque’ (Salamandra), donde escribe como lo que es: una mujer sabia de 84 años que lleva décadas abriendo fascinantes ventanas literarias al pasado, el presente y al futuro, también alguien que acaba de perder a su compañero de vida, su esposo de siempre, Graeme Gibson, fallecido en 2019 y al que la memoria fue abandonando de un modo “feliz”. De ahí el tono elegíaco en los relatos protagonizados por el matrimonio formado por Tig y Nell, ambientados en distintas épocas, el último, cuando él ha muerto y Nell se enfrenta a la viudedad con todo lo que esta acarrea: “coqueteo geriátrico”, culpabilidad, la imposible tarea de clasificar y desechar los objetos acumulados durante toda una vida, “fragmentos de un alma esparcidos por todas partes”. “Tig sigue aquí”, se dice para sus adentros Nell, para la que “el tiempo ha dejado de ser lineal”.
Casualidad o no, varios relatos de ‘Perdidas en el bosque’ retozan con la idea del más allá y lo incorpóreo: hay desde un monólogo de Hipatia en el que explica con todo lujo de detalles macabros cómo fue linchada y descuartizada por una turba asesina hasta una entrevista vía medium ("madame Verity") con el mismísimo George Orwell donde Atwood le pone al día sobre el feminismo, la cancelación, el fin de la privacidad y los intentos de reescribir la historia (poca novedad para el autor de '1984'). También hay un relato divertidísimo sobre un caracol fatalmente atrapado en el cuerpo de una mujer y muchos de los temas clásicos de la canadiense: la amistad femenina, las madres terribles y la pesadilla en forma de un futuro distópico donde los matrimonios son concertados para engendrar hijos tras una epidemia que arrasa a la humanidad. Puro Atwood.
La escritora, creadora de los icónicos hábitos rojos y cofias blancas que, especialmente tras la derogación de Roe vs Wade, se han convertido en uniforme de protesta feminista y carne de meme incel, no cree que Estados Unidos esté al borde de una “dictadura hitleriana”, pero sí habla de “un imperio en declive” y de la enorme ansiedad que el nuevo liderazgo va a generar, “sobre todo para la gente que vive cerca de Ucrania”.
El problema, apunta, es que “en los últimos años la conversación ha girado en torno a la identidad y no a la clase”. “La clase, entendida como en 1930, no existe. Pero sí existe la gente pobre, de clase media, clase rica pudiente y clase muy rica. Creo que esa conversación va a volver”, apunta. Una de las claves electorales de lo sucedido el martes, argumenta, es como la afiliación ha cambiado: “Los demócratas representaban a la clase trabajadora y los republicanos a los ricos. La percepción ahora es que los demócratas representan a las élites, a gente educada, esnob y sabelotodo”.
Por Leticia Blanco
Fuente: El Periódico