enero 12, 2025

Han Kang a contracorriente: género y entretenimiento en Corea del Sur



¿Qué es lo primero que se te viene a la mente al pensar en Corea del Sur?

Es probable que hayas pensado en el k-pop, en alguna de sus bandas más famosas como BTS, Blackpink o EXO, o incluso en el nombre de algún idol como Jungkook o Jisoo. Quizás recordaste el éxito musical mundial Gangnam Style de PSY. Al comenzar este artículo sobre Corea del Sur y Han Kang, la primera mujer coreana, y asiática, en ganar el Premio Nobel de Literatura, sentí la necesidad de poner en perspectiva cuánto sabemos realmente sobre este país. Para ello, hice esta misma pregunta a varias personas, y la mayoría de las respuestas giraban en torno a la cultura popular y el entretenimiento: desde la música hasta los k-dramas, e incluso el hanbok, su vestimenta tradicional. Sin embargo, a pesar de que el Nobel de Han Kang es un logro reciente y que mi entorno, mi cámara de eco, suele estar relacionado con la lectura, nadie mencionó la literatura, ni el nombre de Han Kang. La ola coreana (hallyu) ha conquistado el mundo, pero la literatura ha permanecido en la sombra de este fenómeno. La obra de Han Kang, marcada por silencios, dolor y resistencia, aborda temas como la alienación y la violencia, contrastando fuertemente con el brillo del entretenimiento coreano. Esta tensión entre la industria cultural masiva y la profundidad de la obra de Han Kang es crucial para entender por qué su literatura ha logrado trascender fronteras y adquirir relevancia internacional.

La Corea de Han Kang: alienación social, violencia de género y la herida colectiva

Para comprender a Han Kang, es esencial conocer su trayectoria. Nacida el 27 de noviembre de 1970 en Gwangju, se mudó a Seúl en su juventud y estudió literatura coreana en la Universidad de Yonsei. Su debut literario fue en 1993, con la publicación de poemas en la revista Literatura y Sociedad (문학과사회). En 1994, fue reconocida en el concurso literario de primavera del Periódico de Seúl, que publicó su primera historia corta, lanzándola en formato de libro en 1995. Hasta entonces, firmaba como Han Kang-hyun (한강현); sin embargo, a partir de su siguiente colección de cuentos, El amor de Yeosu, adoptó el nombre literario Han Kang (한강), que se traduce de manera literal como «río Han», el río que atraviesa Seúl. Han es su apellido, mientras que Kang o Kang-hyun es su nombre.

Su familia está profundamente ligada al ámbito literario: su padre, Han Seung-won (한승원), es un renombrado escritor en Corea del Sur, y sus dos hermanos, Han Dong-rim (한동림) y Han Gang-in (한강인), también son escritores. Su madre, Im Gam-oh (임감오), quien soñaba con ser pianista, se convirtió en el pilar de esta familia de escritores, asumiendo el rol de «directora» de lo que su esposo describe como una «fábrica literaria familiar», adicional al trabajo de cuidados. Han Kang estuvo casada con el crítico literario Hong Yong-hee (홍용희), con quien tuvo un hijo, ahora un joven músico apasionado por el piano, con quien ella gestiona una librería independiente llamada Hoy (책방오늘) en el distrito de Jongno, al norte de Seúl. Curiosamente, la llamada de la Academia Sueca para otorgarle el Nobel de Literatura 2024 llegó justo después de cenar con su hijo, con quien planeaba celebrar tomando té esa noche.

La primera obra de Han Kang traducida al español fue La Vegetariana (채식주의자), quizás su libro más reconocido a nivel internacional. Aunque se suele atribuir a la traductora inglesa Deborah Smith la introducción de Han al mercado no oriental —pues conjuntamente ganaron el Premio Internacional Man Booker en 2016—; fue la coreana Yoon Sunme (윤선미) quien la trajo primero a América Latina, en ese momento sólo había una traducción al japonés. Formada por completo por la educación pública argentina, Yoon estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y luego realizó un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, tras lo cual regresó a Corea del Sur. Criada como argentina, Yoon desafió el canon literario coreano y buscó traducir voces emergentes donde encuentra a Han Kang, traduciendo La Vegetariana al español en 2012, con el apoyo del Instituto de Traducción Literaria de Corea y la editorial argentina Bajo la Luna. En 2013, Han Kang fue invitada a la Feria del Libro de Buenos Aires, donde llenó la sala, para su sorpresa. Han Kang aborda temas que aún hoy resultan difíciles de asimilar para la sociedad coreana, explorando desde perspectivas profundas y provocadoras los conflictos humanos más dolorosos. 

La Vegetariana aborda el mito griego de Dafne en una Corea del Sur moderna, en este mito la ninfa Dafne se transformó en laurel para escapar de los deseos sexuales de Apolo, de la misma manera la obra sigue la vida de Yeong-hye, quien, tras una pesadilla, decide dejar de comer carne. El cuerpo de Yeong-hye se convierte en un espacio de resistencia, exponiendo la violencia patriarcal y desafiando las normas de género a través de su acto de rebeldía física, simbolizando su deseo de emancipación. Los derechos de esta obra fueron comprados por la editorial española :Rata_ quienes publicaron una edición en 2017, y en 2024 se publicó la edición de Penguin Random House quienes se hacen de los derechos de la obra.

Yoon Sunme continuó traduciendo la obra de Han Kang al español con la editorial :Rata_, incluyendo Actos Humanos en 2018 y Blanco en 2020. Actos Humanos aborda el levantamiento de Gwangju en 1980, un episodio que marcó la historia de Corea y que la familia de Han Kang vivió de cerca, dado que en esos años se trasladaron de su natal Gwangju a Seúl. En Corea del Sur tras la muerte del dictador Park Chung-hee (박정희) en 1979 y el posterior golpe de estado militar de Chun Doo-hwan (전두환) en 1980, quien resulta electo siendo el único candidato, y reprimiendo brutalmente a los movimientos que se levantan en su contra y buscan reformas democráticas. En Actos Humanos Han Kang permite que las almas de los muertos se separen de sus cuerpos y presencien su propia destrucción. En Blanco, el color del duelo, Han Kang busca generar una catarsis poética con la muerte de su hermana mayor, muerta a horas de nacida, a través de la enumeración de objetos blancos y una introspección literaria de cada una buscando el epicentro de su dolor existencial.

La clase de griego, publicada en español en 2023, es una historia de dos personas vulnerables: una joven que ha perdido la capacidad de hablar tras experiencias traumáticas y su profesor de griego antiguo, que está perdiendo la vista. Este libro es una reflexión poética sobre el silencio y la intimidad en una sociedad frenética como la coreana, escrita por Han en un período en que buscaba redescubrir su propia voz creativa en 2011. En diciembre de 2024, se publicó Imposible decir adiós, una obra sobre la masacre ocurrida en 1947 en la isla de Jeju, donde miles de personas, incluyendo niñas, niños y personas ancianas, fueron fusiladas bajo sospecha de colaborar con Corea del Norte. Este evento histórico todavía resuena con discriminación hacia la gente de Jeju.

La obra de Han Kang, con casi veinte títulos entre poesía y narrativa, explora temas sociales y políticos que reciben poca atención en Corea del Sur, que coinciden con los temas que menos respuestas tuvieron en mi encuesta inicial, como el racismo, la soledad y el sistema patriarcal. Estos temas, abordados por la autora desde una perspectiva de introspección y resistencia, son considerados tabú en la sociedad coreana, y el canon literario del país también tiende a evitarlos. Este rechazo ha llevado incluso a que La vegetariana haya sido prohibida en algunas bibliotecas y escuelas del área metropolitana de Seúl, al ser considerada «perjudicial para la juventud», o que la misma Han Kang sea incluida en una lista de libros censurados debido a su novela Actos Humanos por el gobierno de Park Geun-Hye (박근혜) la hija del antiguo dictador. Sin embargo, su enfoque audaz y su habilidad para confrontar traumas históricos y reflejar la fragilidad de la vida humana fueron precisamente las cualidades reconocidas cuando le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura: “por su intensa prosa poética que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”. Además, cabe destacar el papel crucial que han jugado las personas traductoras para llevar esta obra a una audiencia internacional y ampliar el alcance de la cultura coreana.

Hallyu, la ola coreana: La industria del entretenimiento coreano y la literatura

En 1999, Swiri (쉬리), una película sobre un grupo de fuerzas especiales norcoreanas que roba un explosivo líquido avanzado y amenaza a Corea del Sur, mientras agentes surcoreanos intentan detenerlos enfrentándose a una letal francotiradora del norte, se convirtió en un éxito masivo en Asia Oriental: China, Japón, Taiwán y Hong Kong. A esta obra le siguieron producciones icónicas como Otoño en mi corazón (가을동화) en 2000, Mi novia excéntrica (엽기적인 그녀) en 2001 y Sonata de invierno (겨울연가) en 2002. Estas historias no solo capturaron la atención regional, sino que marcaron el inicio de la 韩流 (hán liú), término acuñado por los medios chinos que se traduce como «ola coreana» y que, en hangul, el alfabeto coreano, se escribe 한류 o hallyu. Esta primera fase del hallyu, centrada en Asia Oriental y posteriormente expandida al Sudeste Asiático, estuvo dominada por los k-dramas (Korean dramas), cuyo éxito fue catalizado por los avances tecnológicos en teléfonos inteligentes y redes sociales.

El desarrollo del hallyu no ocurrió en un vacío, sino que estuvo profundamente entrelazado con la historia económica y social de Corea del Sur. Tras décadas de rápido crecimiento económico desde la década de 1960, el país enfrentó una crisis financiera en 1997 que marcó un punto de inflexión. Las quiebras de grandes conglomerados familiares (chaebol), la pérdida de confianza de los inversionistas extranjeros y la casi total desaparición de reservas internacionales llevaron al gobierno surcoreano a recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) en busca de un rescate condicionado a profundas reformas estructurales. Este episodio, que gran parte de la población surcoreana considera como la peor crisis desde la Guerra de Corea y la mayor deshonra desde la anexión japonesa de 1910, románticamente se suele recordar que movilizó a la sociedad en un esfuerzo sin precedentes, donde miles de personas donaron oro y bienes para ayudar a pagar la deuda nacional. Este contexto de respuesta ante la adversidad también fortaleció la identidad cultural y el orgullo nacional, sentando las bases para el despegue del hallyu como una herramienta de recuperación y proyección global.

Un elemento central del hallyu ha sido su capacidad para integrar lo local y lo global a través de un proceso de hibridación cultural. Para las audiencias asiáticas, los productos del hallyu ofrecen una mezcla cuidadosamente equilibrada de valores tradicionales asiáticos e ideas occidentales, reflejando una reafirmación cultural frente a la hegemonía occidental, permitiendo a Corea del Sur pasar de ser una cultura subordinada a Occidente a liderar una cultura popular basada en Asia Oriental. Para las audiencias fuera de Asia, el hallyu en cambio actúa como una puerta de entrada a una cultura exótica y desconocida, despertando curiosidad y fascinación. Desde sus inicios, el hallyu fue diseñado como un producto de exportación estratégico que incluye no solo k-dramas y k-pop, sino también canales de distribución y venta de mercancías e imagen nacional, buscando consolidar su influencia en diversos mercados globales.

El éxito del hallyu también ha sido sostenido por políticas públicas deliberadas que respaldan su crecimiento y expansión. El gobierno surcoreano ha establecido Centros Culturales Coreanos en países en todos los continentes, incentivado el turismo en platós de producciones audiovisuales y ofrecido apoyo financiero y legal a la industria del entretenimiento. Estas iniciativas forman parte de una diplomacia cultural que utiliza el poder blando (soft power) como herramienta para mejorar la imagen internacional de Corea del Sur. Además, las comunidades de fanes internacionales han desempeñado un papel crucial como embajadores culturales, promoviendo y amplificando los valores y narrativas de la ola coreana, cuyo mensaje refleja un fuerte énfasis en la armonía social como principio del confucianismo.

Sin embargo, no todos los aspectos de la cultura coreana han seguido el mismo camino que el hallyu. La literatura, por ejemplo, ha mantenido una trayectoria independiente, evitando la autocensura necesaria para mantener esa armonía social y característica de otros productos culturales, ofreciendo una visión más crítica y matizada de la sociedad surcoreana. Aunque el gobierno ha apoyado la traducción de obras literarias desde la década de 1990, estas han sido consideradas la «nota discordante» del hallyu, siguiendo un camino diferente.

Batallas online entre hombres y mujeres: tensiones de género en Corea del Sur

La fascinación global por la cultura surcoreana, suele centrarse en los productos culturales del hayllu, y de hecho, las únicas respuestas que no cubren este fenómeno que me fueron mencionadas al pensar en Corea del Sur, están relacionadas con su desarrollo tecnológico e innovación, el conflicto con Corea del Norte, la estructura y organización de su sociedad, y las problemáticas sociales del país. Sin embargo, detrás de esta imagen de modernidad vibrante y exportable, persisten profundas tensiones sociales que reflejan una Corea del Sur compleja y contradictoria. Entre ellas, destaca el dolorosamente lento camino hacia la equidad de género, un proceso marcado por confrontaciones intensas que se han trasladado en gran parte al espacio digital.

En 2015, un caso aparentemente ajeno al tema de género puso en evidencia estas divisiones. Tras el primer caso de MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio) reportado en Corea, se desató una controversia en línea sobre sí la Paciente Cero era un hombre o una mujer. Algunos hombres propagaron la idea de que una mujer había visitado Oriente Medio como trabajadora sexual y regresado infectada, acompañando estas afirmaciones con comentarios misóginos como: “las mujeres coreanas deberían morir” o “las mujeres coreanas son estúpidas y han propagado este virus”. Esta confrontación se llevó a cabo en DC Inside Gallery (디시인사이드), un foro virtual originalmente dedicado a la fotografía que se convirtió en un campo de batalla ideológico. Cuando se descubrió que el virus había sido introducido al país por un hombre, las mujeres inundaron el foro con mensajes que reivindicaban su posición.

El incidente evidenció la necesidad de espacios digitales no discriminatorios para con las mujeres, libres de misoginia, lo que llevó a la creación de Megalia (메갈리아). Esta plataforma se convirtió en un espacio para la camaradería entre mujeres, combinando humor mordaz y un tono desafiante. Se volvió común que las mujeres se llamaran entre sí “vulvas” en el sitio, diciendo cosas como: “¡bien hecho, eres la vulva más fuerte!” o “¡Idea brillante! Eres una gran vulva”. Sin embargo, cuando algunos administradores hombres eliminaron comentarios que abordaban la misoginia en la cultura gay, surgió la necesidad de un espacio exclusivamente administrado por mujeres. Así nació WOMAD (워마드), descrito como un espacio “feminista radical lésbico”. En Corea del Sur, el feminismo radical y feminismo lésbico están muy unidos, consolidando el Movimiento 4비 (4 bi en su pronunciación original o los 4 NOs): no citas, no sexo, no matrimonio y no hijos con hombres, como guía para desafiar el patriarcado y buscar una vida más autónoma.

Sin embargo, estos espacios de debate no han sido los únicos en evidenciar las tensiones de género en Corea del Sur. Casos de alto perfil han marcado hitos en esta confrontación y han sacado a la luz problemas estructurales profundamente arraigadas. Uno de los incidentes más recordados es el caso del feminicidio de Gangnam, ocurrido en 2016, donde un hombre de 34 años asesinó a una mujer de 23 años en el baño de un karaoke en el distrito de Gangnam. Otro fue la publicación en 2016 de Kim Ji-young, nacida en 1982, un libro que desató intensas discusiones sobre el papel de las mujeres en la sociedad coreana. Cuando la adaptación cinematográfica del libro se estrenó en 2019, provocó una nueva ola de enfrentamientos en redes sociales y foros en línea, subrayando las tensiones persistentes entre el movimiento feminista y sus detractores.

Además, el movimiento #MeToo tuvo un impacto significativo en Corea del Sur, comenzando con el caso de acoso sexual denunciado por la fiscal Seo Ji-hyun (서지현) en 2018, quien expuso a un superior que había abusado de su poder. Su valentía inspiró a muchas otras mujeres a compartir sus historias, desafiando el silencio que durante décadas había protegido a los perpetradores. Sin embargo, este avance no estuvo exento de obstáculos. Uno de los casos más polémicos ocurrió cuando la fotografía de un modelo desnudo fue filtrada en línea por una mujer. Este incidente resultó en una condena y una pena de prisión para la mujer, lo que desató críticas sobre el sesgo de género en la aplicación de la ley, especialmente en comparación con los crímenes de cámaras espía (몰래카메라, o simplemente 몰카, molka) cometidos por hombres, que a menudo quedaban impunes o recibían sentencias leves.

En los últimos años, la exclusión hacia la población transgénero en Corea del Sur ha generado importantes debates, reflejando las tensiones entre la «tradición» y la lucha por los derechos de las poblaciones trans. Un caso emblemático es el de Byun Hee-soo (변희수) un sargento que, tras transicionar a mujer, fue expulsada del ejército, una institución exclusivamente masculina y donde los genitales de las personas no solo definen su identidad legal, sino también su estado mental, según determinaciones oficiales. La mujer trans fue hallada sin vida un año después. Este caso no es aislado; la homosexualidad, aunque no prohibida formalmente en el ejército, se enfrenta a restricciones como la penalización del sexo anal, exponiendo un sistema que castiga la diversidad sexual y de género. En el ámbito educativo, la situación no es menos complicada. Universidades destinadas exclusivamente a mujeres han negado la admisión a personas transgénero.

La lucha feminista en Corea del Sur tiene raíces históricas profundas, desde las demandas de justicia de las mujeres esclavizadas con fines sexuales por el ejército imperial japonés, conocidas bajo el eufemismo de «mujeres de consuelo», hasta las movilizaciones en 2017 que contribuyeron a la destitución de la expresidenta Park Geun-Hye, y que han derivado en propuestas legislativas concretas y, eventualmente, en reformas legales. En la década de 1990, estas sobrevivientes comenzaron a protestar cada miércoles, exigiendo reconocimiento, disculpas y reparación por parte de Japón. Actualmente, solo quedan vivas ocho de estas mujeres, un hecho que subraya la urgencia de preservar su memoria y su lucha. Como símbolo de su resistencia, se erigió la primera «Estatua de la Paz» (평화의 소녀상) frente a la embajada japonesa en Seúl, representando a su lucha. Estas estatuas se encuentran en diversos lugares, y la población les muestra apoyo y respeto colocándoles ropa, manteniendo viva la memoria de su lucha por la dignidad y la justicia. El movimiento feminista en Corea del Sur es diverso; cuenta con bases activas y dinámicas desde abajo que pueden movilizar personas activistas tanto en línea como físicamente cuando es necesario. No obstante, esta descripción es especialmente precisa para las feministas de la Cuarta Ola, como las feministas radicales lesbianas en WOMAD, más que para las perspectivas más liberales del feminismo presentadas en el movimiento #MeToo.

Puentes Literarios: escritoras coreanas y paralelismos con autoras ecuatorianas

La Vegetariana de Han Kang, adaptada al cine en 2009, representa un hito en la literatura coreana moderna. Aunque se publicó antes del auge de los foros virtuales más influyentes de Corea del Sur, la obra no estuvo exenta de polémica, enfrentando críticas relacionadas con el género y el rechazo hacia su enfoque disruptivo. En años recientes, la lucha feminista ha desempeñado un papel crucial en abrir caminos para que la literatura escrita por mujeres sea publicada, traducida y reconocida internacionalmente. Este avance ha permitido cuestionar y modificar los cánones nacionales. Por ejemplo, aunque el canon literario argentino históricamente está dominado por figuras como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, actualmente es impensable no mencionar a Mariana Enríquez y Samanta Schweblin. Algo similar ocurre en Canadá con Margaret Atwood y Alice Munro, o en México con Fernanda Melchor y Cristina Rivera Garza. En ciertos contextos, las escritoras incluso han llegado a ser las figuras más visibles de sus respectivos cánones, como sucede en Ecuador con Mónica Ojeda y María Fernanda Ampuero, y en Corea del Sur con Han Kang.

Tal vez, una característica de la literatura coreana es que refleja un énfasis no tanto en los desenlaces como en las relaciones y las historias, siendo profundamente rica en contexto. Esto puede dificultar su lectura para audiencias externas, al estar cargada de códigos culturales específicos que requieren un entendimiento del entorno donde se desarrolla. Si bien la literatura coreana y la ecuatoriana son extrañas entre sí, las dos han seguido un arduo camino para lograr reconocimiento internacional antes que local. Ambas tradiciones han enfrentado su propio caso de Síndrome de Falcón: un fenómeno de autocensura nacionalista que lastró a sus literaturas con cargas ideológicas o contextuales, dificultando su evolución. Esta es una metáfora tomada de la figura de Juan Falcón Sandoval, quien cargaba físicamente a Joaquín Gallegos Lara, quien no podía caminar y es un referente de la literatura ecuatoriana. En Ecuador, la hegemonía del realismo social marxista relegó otras voces por décadas; en Corea, su literatura ha estado marcada por una fuerte influencia del confucianismo, que determina sus temas, tratamientos y censuras, especialmente en lo referente al orgullo nacional y las narrativas románticas.

A pesar de estas limitaciones, ambas tradiciones literarias están demostrando una capacidad asombrosa para reimaginarse y trascender, gracias a sus autoras. A mediados de la década de 1960, Lupe Rumazo tenía el encargo de dar una conferencia sobre la escritura de mujeres en América Latina, donde termina planteando su Teoría Intrarealista, reconociendo cómo las escritoras latinoamericanas lograban plasmar, desde su individualidad, preocupaciones existenciales compartidas, sin que ello implicara subordinarse a una narrativa colectiva. Del mismo modo, las autoras coreanas han tejido relatos profundamente íntimos que, a la vez, resuenan con las inquietudes universales de la humanidad. Es esa sinceridad con sus raíces y el arrojo por explorar sus propias verdades lo que conecta estas literaturas en un punto más profundo: el de la lucha por abrirse camino y reclamar su espacio en un mundo literario muchas veces indiferente.

Un ejemplo notable de las dinámicas culturales y literarias en Corea del Sur es el caso de Ko Un (고은), considerado durante años como la mejor apuesta del país para ganar el Nobel de Literatura. Tal era su prestigio que los periodistas coreanos acampaban frente a su casa cada año antes del anuncio del galardón. Sin embargo, su reputación cayó drásticamente en 2018 tras denuncias de acoso sexual, lo que llevó a su «borrado» de los textos escolares y un tanto al olvido. En Corea del Sur, la cultura de la cancelación tiene un carácter punitivo, eliminando a figuras como Ko Un no solo de la esfera pública, sino también de la memoria cultural. En Ecuador, en cambio, no existe una cancelación similar; los escándalos generan debate, pero rara vez impactan significativamente el legado de figuras públicas, mostrando una tolerancia cultural distinta. Quizás sea momento de replantearnos la relación entre ética, arte y memoria colectiva, buscando un equilibrio que evite los extremos de la cultura punitiva de Corea del Sur, pero que tampoco caiga en la complacencia de la impunidad.

A pesar del gran trabajo que se muestra en el caso coreano por parte de sus instituciones públicas, tanto en el hayllu como en su literatura, en Corea del Sur como en el caso ecuatoriano, para que un autor o autora sea reconocido a nivel nacional es necesario que estas personas ganen premios, llegar a listas internacionales prestigiosas o ser traducidos por grandes editoriales. El Síndrome de Falcón en realidad, no está datado histórica ni geográficamente: es una recurrente perversión nacionalista de autocensura que asume distintos rostros. En este sentido, las autoras que destaco, infrarrealistas contemporáneas, han elegido activamente a las figuras que nutren su bagaje literario, construyendo su propia genealogía cultural en lugar de limitarse a heredar pasivamente lo ya establecido. Este acto consciente no solo enriquece la literatura, sino que también desafía y reconfigura los cánones tradicionales.

Shin Kyung-Sook (신경숙, 1963) es una de las autoras más influyentes de Corea del Sur, explora las mentes de personas devastadas por sus propias historias trágicas y trabaja en la restauración de lo roto y perdido a través del lenguaje.Por favor, cuida de mamá (2008): su obra más conocida, una novela conmovedora sobre una familia que busca a su madre desaparecida. A través de múltiples perspectivas, revela secretos y deseos ocultos, explorando el rol de la maternidad y las conexiones familiares.
Primavera helada (2010): una historia sobre tres jóvenes universitarios marcados por sus heridas familiares y el dolor del pasado. Ideal para quienes disfrutan de relatos introspectivos.
Violets (2001): una obra cargada de deseo y violencia, sigue a una joven que lucha contra la soledad y el rechazo. Aunque no está traducida al español, es una excelente introducción a la narrativa sensorial y melancólica de Shin, donde reflexiones sobre una exploración sexual lésbica tomará importancia. 

Bae Suah (배수아, 1965). Reconocida por su estilo experimental, Bae desafía las estructuras narrativas tradicionales. Sus obras son profundas, desafiantes y a menudo exploran la alienación urbana.La noche y el día de Ayami (2013): Seguimos a Ayami en su último día en un teatro sonoro para ciegos en Seúl que está por cerrar. En medio del sofocante verano, la realidad se desdibuja y el pasado invade el presente de maneras inquietantes, mezclando sueños y realidad. Una lectura desafiante que explora las complejidades del tiempo. Perfecto para quienes buscan lecturas desafiantes.
El restaurante de sukiyaki (2003): Una novela coral que entrelaza múltiples historias alrededor de la pobreza urbana y presenta una galería de personajes que retratan la periferia de una durísima Seúl contemporánea. Recomendado para quienes disfrutan de obras que combinan ensayo y ficción.
Nowhere to Be Found (1998): Acompañamos a una narradora sin nombre que busca sentido en experiencias que apenas percibe, mientras el tiempo y la identidad se desdibujan. Incapaz de comprender lo que motiva a otros, su vida es un mosaico de conceptos efímeros. Desde trabajos vacíos hasta relaciones familiares fragmentadas, encuentra en la imaginación el espacio para descubrirse a sí misma.

Jeong You-Jeong (정유정, 1966) especialista en novelas de suspense psicológico, Jeong crea historias que exploran la oscuridad de la mente humana y los secretos que las personas intentan ocultar.El buen hijo (2016): Yu-jin, de 26 años, despierta una mañana con un extraño olor metálico y la llamada de su hermano preguntando si todo está bien en casa. Al poco tiempo, encuentra el cuerpo de su madre asesinada al pie de las escaleras de su dúplex en Seúl. Debido a sus lagunas de memoria por ataques epilépticos, apenas recuerda a su madre llamándolo esa noche. Durante tres días, Yu-jin investiga desesperadamente lo ocurrido, en un thriller psicológico que explora la mente, la memoria y la compleja relación entre madre e hijo.
Seven Years of Darkness (2011): una novela de misterio que comienza con el asesinato de una joven en un remoto lago. Tras la investigación acompañamos al hijo del imputado del crimen que por siete años se enfrenta al hecho inexplicable de su padre que termina marcando su vida. Recomendado para amantes de las historias de crimen con giros inesperados.

Cho Nam-Joo (조남주, 1978)Kim Ji-young, nacida en 1982 (2016): acompañamos a una mujer común de 33 años que, al enfrentar la presión de las expectativas sociales, comienza a escuchar las voces de otras mujeres de su vida, lo que desencadena una serie de eventos que desafían las normas establecidas. Esta novela ha generado un impacto en Asia al visibilizar las luchas de las mujeres y cuestionar el sacrificio de sus propios deseos por un futuro incierto.
Lo que sabe la señorita Kim (2021): Ocho relatos sobre mujeres coreanas de diferentes edades, desde la infancia hasta la vejez, que enfrentan diversas injusticias y desafíos en la sociedad contemporánea.

Chung Bora (정보라, 1976)Conejo maldito (2017). Las diez historias de esta colección exploran lo sobrenatural en el espacio doméstico, donde lo cotidiano se ve invadido por lo extraño y lo aterrador. A través de relatos que combinan terror, ciencia ficción y literatura absurda, Bora Chung aborda temas como las leyendas tradicionales de Corea, el grotesco europeo y los desafíos de ser mujer en el siglo XXI. 
Semilla (2021), que son relatos sobre la pérdida, el idealismo, la muerte y la inmortalidad, con el característico humor irónico de Chung y momentos de ternura inesperados. Desde una gala de benefactores inmortales hasta un ascensor con sentimientos humanos, sus historias exploran el capitalismo, el amor no correspondido y la persistencia de la naturaleza en un futuro distópico.

Sohn Won-Pyung (손원평, 1979)Almendra (2017), cuenta la historia de Yunjae, un joven de 16 años incapaz de sentir emociones debido a una condición cerebral. Tras un trágico ataque a su madre y abuela, aprenderá a conectar con los demás gracias a personas inesperadas, encontrando en la empatía una vía hacia la esperanza.

Gendry-Kim Keum Suk (김금숙, 1971): a través de la novela gráfica nos invita a entender sus propios procesos de comprensión de hechos relevantes de la historia y cultura coreana.Hierba (2017) Descubrimos la historia real de Lee Ok-Sun, una superviviente coreana que fue esclavizada sexualmente por el ejército japonés durante la Guerra del Pacífico, basándose en entrevistas con ella para contar su traumática infancia y su experiencia durante la ocupación japonesa. Lee murió el 26 de diciembre de 2022 a los 94 años.

Lee Min Jin (이민진, 1968): migró a los Estados Unidos y generalmente aborda temas sobre la diáspora coreana.Pachinko (2017): seguimos la vida de Sunja, una joven coreana que, tras quedar embarazada de un hombre casado, acepta casarse con un ministro cristiano protestante enfermo que la lleva a Japón, donde su decisión de rechazar a su amante desencadenará una saga familiar. A lo largo de varias generaciones, la novela aborda temas de amor, sacrificio, ambición y lealtad mientras los personajes luchan por sobrevivir en un entorno marcado por la discriminación y la historia. Pachinko que fue escrita originalmente en inglés, explora la vida de personas fuertes y obstinadas que desafían las adversidades de la historia.

Park Sang Young (박상영, 1988): el único autor hombre de esta lista y tampoco está disponible en español, pero presenta el primer título de la lista en el que encontramos a un protagonista que explora su homosexualidad de forma directa. Llegó a ser publicado en inglés gracias al incansable trabajo del reconocido traductor coreano Anton Hur.Love in the Big City (2019), es una novela energética y conmovedora que retrata tanto el brillante mundo nocturno de Seúl como la resaca de la mañana siguiente. A través de la historia de Young, un estudiante coreano cínico pero divertido, la novela explora sus relaciones, ansiedades y el proceso de maduración emocional mientras enfrenta la soledad y el amor en un contexto de amistad, familia y búsqueda de conexión. La adaptación de este libro a una serie está generando un intenso debate en Corea del Sur debido a su contenido erótico y homosexual, en un país donde la discriminación y hostigamiento contra las personas LGBTIQ+ se ha puesto nuevamente de manifiesto por ejemplo durante la pandemia por Covid-19.

La primera vez que tuve acceso a un libro de literatura coreana, no imaginé que podría estar disponible en español, pero desde ese momento, he visto cómo muchas más obras coreanas han llegado a nuestro idioma. A lo largo del artículo, he compartido obras disponibles en español pero también recomendaciones de obras que aún no están traducidas, pero que sería valioso poder disfrutarlas en este idioma. Resulta inevitable encontrar paralelismos entre las escritoras coreanas y las autoras ecuatorianas. Por ejemplo, Shin Kyung-Sook, al igual que Gabriela Alemán, se enfoca en recuperar historias menores, esas voces olvidadas por la gran historia. La literatura de Bae Suah, con su tono onírico y desgarrador, me recuerda a Trajiste contigo el viento de Natalia García Freire. Por su parte, Han Kang, junto a estas dos autoras, cierra la trilogía de escritoras coreanas que más he leído, cuyas obras están entre las mejores que he descubierto año tras año.

En cuanto a la intensidad con la que Han Kang explora sus temas, encuentro un paralelismo con Mónica Ojeda; Blanco me evoca a Historia de la leche, dos obras de tono distinto, pero igualmente devastadoras. No podemos olvidar el terror fantástico de autoras como Chung Bora, que guarda semejanzas con el de Solange Rodríguez Pappe. Cruzar estos puentes culturales entre el este asiático y Latinoamérica no es tarea fácil, ya que muchas veces las autoras deben pasar por el filtro del inglés para llegar a un público más amplio. Sin embargo, ya tenemos un primer hito con la traducción al coreano de Pelea de gallos de María Fernanda Ampuero (투계), disponible en librerías coreanas, ojalá esté disponible en la librería independiente que administra Han Kang. En este contexto, las librerías independientes juegan un papel crucial, como la librería Casiopea en Quito, que está trayendo libros de editoriales independientes como Shiro Libros, la misma editorial que publicó Día y Noche de Ayami, en español.

Han Kang, al igual que otras autoras coreanas, ha tenido que navegar contra corriente, superando no sólo las fronteras geográficas, sino también las culturales, y siempre siendo fiel a sí mismas, desafiando las limitaciones de su propio canon literario nacional. Estas escritoras visibilizan universos complejos que exploran tanto lo cotidiano como lo extraordinario, estableciendo un vínculo profundo con nuestras realidades y preocupaciones. La traducción de sus obras, así como las de escritoras ecuatorianas y latinoamericanas, es fundamental para ampliar nuestros horizontes literarios y para forjar puentes entre ambos lados del Pacífico, donde las diferencias culturales enriquecen el panorama literario. La literatura, al igual que el arte, no tiene fronteras, y tanto las autoras coreanas como las latinoamericanas nos demuestran que el poder de las palabras trasciende cualquier barrera, conectando a personas de distintas partes del mundo en una misma conversación literaria.

Fuente: La Periódica

Notas: Todos los nombres coreanos, incluidos aquellos que en el mundo hispano suelen escribirse de manera diferente, se han presentado siguiendo el formato coreano tradicional: primero el apellido y luego el nombre.
Muchos nombres propios se han mantenido en su idioma original con el objetivo de facilitar la investigación a quienes deseen profundizar en algún tema específico mencionado en este texto.

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in