¿Es preferible que hablemos de un movimiento igualitario masculino paralelo al feminismo?
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La lucha por la igualdad de género es un tema que ha sido trabajado durante más de tres siglos por las mujeres. Sin embargo, es importante que los hombres también asumamos un papel activo en esta búsqueda de equidad. Un movimiento igualitario de hombres, que funcione de manera paralela y complementaria al feminismo, es esencial para lograr un cambio real en la sociedad. Este movimiento no solo debe ser un apoyo al feminismo, sino una reflexión profunda sobre cómo los hombres pueden contribuir a la igualdad, haciendo una autocrítica introspectiva.
En primer lugar, la voz de los hombres puede ser poderosa en la promoción del feminismo. En lugar de solo respaldar a las mujeres, es más efectivo convencer a otros varones de que el feminismo representa igualdad y justicia para todos y todas. Por ejemplo, campañas de sensibilización y educación en escuelas y comunidades pueden abrir los ojos de muchos hombres sobre la importancia de la equidad entre hombres y mujeres. Esta acción puede cambiar percepciones y actitudes, creando un entorno más justo para todos.
Además, es fundamental que los hombres no nos apropiemos del movimiento feminista. En lugar de usurpar el lugar del sujeto político del feminismo a las mujeres, la tarea es reconocer que los hombres pueden ser potenciales opresores. Al crear un movimiento paralelo, se evita caer en el paternalismo y se trabaja en la construcción de un espacio donde ambos sexos puedan dialogar desde una posición de respeto y comprensión. Este enfoque promueve una simbiosis entre ambos sexos y evita la tendencia masculina de coger el protagonismo de aquellos movimientos en los que participa.
Otro aspecto crucial es que los hombres deben investigar y debatir sobre sus propias reivindicaciones. La lucha contra el patriarcado no solo beneficia a las mujeres, sino que también permite a los hombres liberarse de estereotipos dañinos. Conversaciones sobre la salud mental, la paternidad y la libertad emocional son necesarias para construir un modelo de hombres que no esté basado en la dominación propia del rol masculino. Por ejemplo, al promover espacios donde los hombres puedan expresar sus emociones sin miedo a ser juzgados, se fomenta un cambio positivo en la sociedad.
Al educar a otros hombres sobre la importancia de la igualdad, evitar la apropiación del feminismo y discutir las propias necesidades y reivindicaciones, se puede alcanzar un cambio significativo
Un movimiento igualitario de hombres es necesario y puede ser un complemento valioso al feminismo. Al educar a otros hombres sobre la importancia de la igualdad, evitar la apropiación del feminismo y discutir las propias necesidades y reivindicaciones, se puede alcanzar un cambio significativo. La lucha por la igualdad de sexos es responsabilidad de todos, y los hombres deben involucrarse activamente en este proceso. La reflexión y el diálogo son el primer paso hacia una sociedad más equitativa.
Desafortunadamente, los actuales movimientos igualitarios de hombres se limitan a ser altavoz de teóricas feministas actuales y pasadas, sin desarrollar un discurso propio que aún no existe.
De este modo, dejamos que resurja con fuerza un discurso neomachista en redes sociales, sin tener estructurado un discurso igualitario propio que aún no tiene ni nombre y mucho menos referentes académicos, más allá de John Stuart Mill. Solamente algunos creadores de contenido intentan contrarrestar este apogeo neomachista.
Es imperativo que los hombres interesados en la igualdad de género comiencen a desarrollar y articular un discurso igualitario propio. Este discurso debe estar fundamentado no solo en la teoría feminista, sino también en un examen crítico de las experiencias masculinas. La creación de un marco académico y teórico sólido, respaldado por investigaciones y estudios, es crucial para ofrecer una alternativa convincente y robusta al neomachismo.
Además, este nuevo discurso igualitario debe ser transversal, abarcando las vivencias de hombres de diferentes orígenes y contextos. Es necesario fomentar el diálogo entre hombres y mujeres para construir una narrativa común, pero también es vital que los hombres encuentren su propia voz y sus propios referentes en la lucha por la igualdad.
La formación de colectivos y organizaciones de hombres que promuevan estos ideales puede ser una estrategia efectiva. Estas entidades pueden trabajar en conjunto con grupos feministas, pero también deben tener la autonomía para desarrollar sus propios programas y proyectos. La sensibilización y educación de los hombres desde una perspectiva de igualdad de género debe ser una prioridad.
Finalmente, es esencial que los hombres se involucren de manera activa y visible en la lucha contra el neomachismo. Esto implica no solo rechazar públicamente las posturas machistas, sino también presentar y defender con firmeza el nuevo discurso igualitario. A través de la reflexión, el diálogo y la acción, los hombres pueden contribuir de manera significativa a la construcción de una sociedad más justa y equitativa para todas las personas.
De esta forma, haciendo un paralelismo con la teoría marxista, conseguiremos llegar a una fase que no se ha conseguido en la implantación del comunismo, la aceptación del nuevo sistema por parte del opresor. Este paso es crucial para que el cambio sea verdaderamente transformador y sostenible. La aceptación y el compromiso activo de aquellos que históricamente han ocupado posiciones de poder son fundamentales para desmantelar las estructuras patriarcales y construir una sociedad basada en la equidad y el respeto mutuos.
Así como el marxismo visualiza una sociedad sin clases mediante la concienciación y la participación de todos los miembros, la lucha por la igualdad de sexo requiere un esfuerzo conjunto y consciente. Los hombres deben reconocer sus propios privilegios y trabajar activamente para erradicarlos, no solo en beneficio de las mujeres, sino también para liberarse de los roles restrictivos e inhumanos que el patriarcado les impone.
Este camino hacia la aceptación y la cooperación no estará exento de desafíos. Habrá resistencias y retrocesos, pero solo a través de un diálogo constante y una reflexión introspectiva podremos avanzar hacia una sociedad más justa. La clave está en la educación continua y en el fomento de espacios donde tanto hombres como mujeres puedan cuestionar y redefinir sus roles y expectativas de manera conjunta.
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Por Víctor Villar Epifanio
Fuente: Infolibre