abril 07, 2025

Infarto, cáncer... El sesgo de género mata, y no es una exageración

Dos libros de reciente publicación ponen el foco en cómo el hecho de que la medicina haya tomado históricamente al hombre como modelo ha perjudicado a las mujeres, a veces hasta el punto de provocarles la muerte


Un día, mientras pasaba consulta, la oncóloga Elizabeth Comen vio algo que no había visto hasta ese día. Una de sus pacientes, de 75 años, se presentó a la revisión poscirugía tras ser intervenida por un cáncer de mama con un pezón adhesivo de color carne pegado sobre la cicatriz de su mastectomía. Cuando la doctora le preguntó por qué lo había hecho, la paciente dijo que lo había comprado por internet. "Es tan desagradable", dijo sobre su cicatriz, "que no quería que te sintieras incómoda".


Como había pasado poco antes por un cáncer cerebral, cuando en 2018 a Elena Martínez Meneu le empezó a doler en el centro del pecho si hacía alguna actividad física su equipo médico pensó que era ansiedad. Le dieron ansiolíticos, pero los síntomas no mejoraban. "El médico insistía en que era ansiedad, y yo me lo creía", dice. Pero casa vez estaba peor, y, cuando no pudo caminar más de diez minutos seguidos, dijo basta. En junio de 2021, convencida de que no podía ser solo eso, fue a su doctora de cabecera y decidió que no aceptaría que le dijera que era ansiedad. Pese a que el electrocardiograma salió bien, como otras veces, la derivaron al Hospital de Bellvitge, y allí le hicieron pruebas que descubrieron una obstrucción importante en varias arterias del corazón. "Si fuera un hombre, no me habrían mantenido con un diagnóstico de ansiedad durante tantos años", afirma.

Histéricas y exageradas

Son dos casos que se recogen en dos libros de reciente aparición, 'No seas exagerada' (Temas de Hoy) y 'Ets una exagerada' (Raig Verd), que ponen de nuevo el foco sobre la concepción androcéntrica de la práctica médica. Históricamente, el hombre, y no la mujer, ha sido considerado referente universal para ensayos, diagnósticos y tratamientos, sostienen ambos trabajos, y esa circunstancia ha perjudicado en muchas ocasiones a las mujeres. Además, no es casualidad que los títulos de ambos libros se parezcan tanto, que los dos incluyan la palabra exagerada.

"Es un término que se utiliza mucho. Que si la paciente es una histérica, que no tiene nada, que somatiza... Hay mucho desconocimiento de lo que es la perspectiva de género, de que no somos iguales. Tenemos muchas cosas diferentes, entre ellas los síntomas, y también de qué manera los expresamos. Y muchas veces, lo que explican las pacientes no cuadra con lo que ha estudiado un médico", afirma en conversación con este diario la doctora Blanca Coll-Vinent, especialista en Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona, donde creó y coordina la Comisión clínica de sexo y género en salud. También es quien ha dirigido, junto a la periodista Isabel Muntané, la publicación de 'Ets una exagerada', que recorre, a través de testimonios de afectadas y de opiniones médicas, 13 de las enfermedades que se diagnostican a partir de un modelo de hombre universal.

También para la doctora Elizabeth Comen, oncóloga médica del Centro Oncológico Perlmutter de NYU Langone Health y autora de 'No seas exagerada' (que en el inglés original se titula con un aún más elocuente 'All in her head'), "la mujer ansiosa, la histérica, ha sido un fantasma que acecha y se ha tejido durante toda la historia de la medicina, es un diagnóstico predeterminado".
Autismo y enfermedades coronarias

En los dos libros se recogen casos concretos de cómo afecta el sesgo de género al diagnóstico erróneo de, por ejemplo, el autismo. O cómo el diseño del IMC, que se utiliza para diagnosticar la obesidad, está pensado en los hombres. O las diferencias que existen en las enfermedades coronarias. Este último es un ámbito que en los últimos años ha sido ampliamente estudiado, entre otros por la doctora Antonia Sambola, que hasta que se jubiló hace un mes era cardióloga de la Unidad de Cuidados Agudos Cardiológicos del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Una de sus investigaciones, del año 2019, en la que se estudiaron datos de 300.000 pacientes, concluyó que la mortalidad de las mujeres que habían sufrido un infarto agudo de miocardio en los años anteriores era "el doble" que en los hombres. Y aunque ahora la situación "ha mejorado", como confirma un nuevo análisis aún no publicado, sigue siendo preocupante.

"Las mujeres acudían más tarde al médico porque muchas veces adoptan el rol de cuidadoras. Aguantan y aguantan, y muchas veces no reconocen sus síntomas. Y otra cosa: muchas veces los profesionales sanitarios no están sensibilizados, y atribuyen el dolor en el pecho en las mujeres a problemas de ansiedad", dice Sambola a EL PERIÓDICO. 

Como se recoge en 'Ets una exagerada', en las mujeres el dolor en el pecho, el síntoma más frecuente de la angina de pecho o el infarto, puede no ser tan característico y presentarse acompañado de otros síntomas: "Por ejemplo, las mujeres refieren más a menudo sensación de falta de respiración, molestias en la zona del estómago, cansancio extremo, debilidad, sudor, dolor en la espalda, mareo o palpitaciones". Las diferencias con los síntomas de los hombres pueden dificultar el diagnóstico y retrasar el tratamiento adecuado.

Infrarrepresentación en los ensayos clínicos

Sambola, que explica que "en los ensayos clínicos hay una infrarrepresentación de las mujeres, que no llegan al 30% sobre el total de personas en todos los fármacos", cree que tan importante es concienciar a las mujeres de la prevención de la enfermedad cardiovascular, "la primera causa de muerte en mujeres de todo el mundo, muy por encima del cáncer de mama", como formar a los estudiantes de Medicina. "En general, es frecuente pensar que la paciente que llega está exagerando sus síntomas. Y también tiene que ver con las diferencias en la comunicación entre hombres y mujeres. Las mujeres dan más detalles, son más emocionales, y existe una formación que acostumbra a tu cerebro para dar un diagnóstico conforme a lo que has estudiado", dice.

La doctora Comen está de acuerdo, y también la doctora Coll-Vinent, que subraya además la importancia de que se invierta y se legisle en torno al sesgo de género y de sexo. "A la larga sale muy a cuenta, porque una medicina no personalizada acaba perdiendo mucho dinero", afirma.

En el final de su libro, Comen recupera la historia de una paciente que, a punto de morir, y cuando le estaba dando un abrazo, le dijo: "Siento mucho pegarte el sudor". Y confía en que, en un futuro, ninguna paciente se preocupe "ni por sudar, ni por llorar, ni por nada, porque no hay nada que lamentar".

Por Daniel G. Sastre
Fuente: El Periódico

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