abril 05, 2025

¿Quiénes son las geógrafas feministas y cómo nos ayudan a entender los lugares que ocupamos en el mundo?



Vanessa Quintana es integrante de la plataforma de divulgación GeoFeministas. Ha colaborado en proyectos como El Atlas de Igualdad y Derechos Humanos y el Monitoreo de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. En conversación con Volcánicas explica qué son las geografías feministas y por qué son importantes. 


La científica Vanessa Quintana recupera la relevancia de las geografías feministas. / Portada: Isabella Londoño

“Al visibilizar mi trabajo, me visibilizo a mí como una mujer lesbiana y a las amigas y compañeras feministas que encontré en el camino, en un momento muy bonito”, sostiene Vanessa Quintana sobre la forma en la que la Doctora María Verónica Ibarra García — “una total pionera”, afirma— cambió su manera de percibir, narrar y trazar los espacios que la rodean. “Mi curiosidad fue gracias a ella”, reitera. 

Vanessa es geógrafa feminista. Es decir: se dedica al estudio de cómo se produce el espacio con base al género y a la existencia de las mujeres. En su paso por las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cruzó caminos con la profesora Ibarra García, quien le propuso ser voluntaria en el Encuentro de Geografías Feministas y Sexualidades en CDMX. 

Vanessa cursaba el quinto semestre de la carrera, y empezaba a investigar las luchas de mujeres organizadas en el país, cuando la invitación a este evento académico la acercó a otras referentes de las geografías feministas como Paula Soto, especialista en la resignificación de las urbanidades, y Fernanda Latani Meléndez Bravo, activista zapoteca que ha contribuido significativamente al campo de lasgeografías indígenas y decoloniales. 

Las cercanías y lecciones de quienes Vanessa llama “pioneras de la disciplina en México” mutaron a ideas propias. Mientras la joven investigadora aprendía más del trabajo de colegas brasileñas, argentinas y chilenas, más intímo se volvía su vínculo con la exploración de su sexualidad. “¿Dónde están las mujeres como yo?”fue la pregunta que la llevó a leer y traducir a académicas y activistas que, desde el Norte Global, trabajan las geografías feministas, particularmente las lésbicas. 

“Las geografías feministas se dedican a la producción espacial de las violencias e injusticias con base al género”, explica la también integrante de Geofeministas, canal de difusión y divulgación del trabajo de expertas en esta disciplina, acerca de las premisas que guiaron proyectos como el “Mapeo de agresiones a mujeres lesbianas en México” y el “Mapa de lesbocidios en América Latina”. Para Vanessa, estas entregas fueron una respuesta a la deuda histórica —y no sólo por parte de la geografía— en el combate a las violencias hacia este sector de la población. 

“La geografía es una ciencia que ha tenido al centro al hombre blanco heterosexual”, denuncia. “Por eso no es algo extraño que uno de los primeros obstáculos a los que nos enfrentamos al hacer investigaciones de este tipo son las escasas de bases de datos y los sesgos para recabarlos. [Tampoco es sorpresivo] que no encontremos difusión institucional o apoyos académicos”, ahonda al recordar que ambos mapas fueron gracias a la ayuda que recibió de compañeras en redes sociales. “Estoy muy agradecida con ellas porque son quienes dan a conocer mi trabajo o me invitan a eventos en sus escuelas, como pasó con una compañera que me invitó a presentar los informes de mis mapas a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), sede Iztapalapa”. 

Si bien la denuncia de la violencia ha sido una labor central de las geografías feministas, Vanessa comenta que cada vez el campo de estudio es más amplio y esperanzador. Para ella, la diversificación de rutas y agendas se perfilan entre los mayores aportes de geógrafas indígenas, trans, lesbianas y afrodescendientes. 

“Las geografías feministas son también una herramienta espacial que nos ayuda a entender las existencias de las mujeres a partir de nuestras resistencias, de las formas en las que habitamos el mundo”, dice tras recordar una plática que tuvo con la escritora y activista Francesca Gargalloen septiembre de 2018, durante una celebración del tercer aniversario del restaurante feminista Punto Gozadera

“Varias chicas estábamos hablando de nuestras profesiones. Cuando me preguntaron qué hacía como geógrafa feminista dije que mapas sobre la violencia o los espacios en los que sentimos miedo. Y fue ahí cuando Francesca me dijo: ‘¡No! ¿Por qué seguimos hablando solo de miedo? Claro que es importante hacerlo, pero también es importante saber cómo estamos resistiendo’. Lo sentí como regaño y como una luz que me inspiró a acercarme a compañeras lesbianas para preguntarles sobre la forma en la que se organizan en su vida privada y colectiva para llevar el día a día”. El resultado de esos encuentros fue “Ubiquemos a las lesbianas mexicanas en el mapa”, un proyecto en el que Vanessa ha recopilado información sobre mujeres lesbianas que se dedican a la academia, las Artes, los activismos y distintos tipos de acompañamiento (el psicológico, principalmente). 


“Necesitamos crear redes en las que también sepamos de la chamba de las demás, que es una forma de plantarle cara a la precarización en la que estamos muchas. Consideré importante que todas nos buscáramos y encontráramos en diferentes servicios y, al mismo tiempo, visibilizar colectivas a las que se pueden acercar compañeras fuera de la capital”, explica antes de afirmar que, para ella, las geografías feministas “vinieron a desordenar y quebrar a una ciencia patriarcal que nos quiso negar nuestro derecho a ocupar el mundo y sus espacios”.



Fuente: Volcánicas

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