Sobre las mujeres palestinas en Gaza
Hace unas semanas escuché a Cristina del Valle hablar de su reciente viaje a Palestina junto con una delegación de la plataforma de mujeres artistas para dar dos conciertos en aquellos territorios ocupados y, al mismo tiempo preocuparse de la situación de las mujeres palestinas en general y de las mujeres presas en cárceles de Israel en particular.
La descripción que hizo de lo que allí vivieron fue sencillamente aterradora. Contaba cómo las mujeres recluidas en aquellas cárceles incluso en ocasiones tenían que parir esposadas de pies y manos, de cómo la insalubridad de las condiciones carcelarias y la mala o nula alimentación las llevaba en demasiadas ocasiones incluso a la muerte.
Todo esto lo escuchaba justo unos días antes de que estallara la crisis humanitaria que en estos momentos vive la población de Gaza.
Sin suministros de ningún tipo, sin luz, ni agua, ni medicinas son ya muchas las personas que han perdido la vida como consecuencia de esta situación impuesta por Israel, mientras el resto del mundo miramos a otro lado sin hacer apenas nada.
Mientras escuchaba estas demoledoras noticias, recordaba las palabras de Cristina y pensaba en lo que todavía estaba por llegar. Y efectivamente llegó.
La necesidad llevó a las gentes de Gaza a derribar el muro fronterizo con Egipto para poder buscar víveres y medicinas en este país.
Así las cosas no pude menos que recordar las condiciones de las mujeres palestinas y pensar en su situación en estos momentos.
Si como mujeres ya sufren la situación de doble discriminación, en estos momentos de fuerte crisis humanitaria deben estar francamente mal. Como cuidadoras de la vida deben estar sufriendo lo impensable viendo cómo sus hijas e hijos enfermos mueren en los hospitales por falta de luz, de medicamentos e incluso de alimentos. Al mismo tiempo que ellas sufren, también en sus propias carnes esa misma situación.
El millón y medio de personas que viven esa zona sitiada desde hace demasiado tiempo, en estos momentos viven situaciones extremas y, seguramente, quienes peor parte se estén llevando sean las mujeres. Y yo me pregunto ¿Qué se está haciendo desde la ONU con respecto a este tema? Los intereses de las grandes potencias y el respaldo incondicional de EE.UU. a Israel está permitiendo que en estos momentos haya gente muriendo por falta de los elementos básicos para la supervivencia. Y, ¿no pasa nada ante esta situación?
La crisis humanitaria desatada no creo que traiga consecuencias buenas a ninguna de las partes en conflicto y desatará todavía más el odio de las personas oprimidas por sus opresores.
Esperemos que las luces de la esperanza que quedan encendidas en forma de grupos de mujeres árabes e israelíes que siguen trabajando por la paz no se apaguen. Hoy lo veo como la única esperanza.
Pero también soy consciente de que este tipo de trabajos callados, continuados y perseverantes que realizan estas mujeres de ambos lados de las fronteras no serán del agrado de los todopoderosos “hombres gobernantes” de ambos lados de las fronteras y que seguramente no valorarán nunca en lo que vale este trabajo que se viene realizando desde hace años.
La descripción que hizo de lo que allí vivieron fue sencillamente aterradora. Contaba cómo las mujeres recluidas en aquellas cárceles incluso en ocasiones tenían que parir esposadas de pies y manos, de cómo la insalubridad de las condiciones carcelarias y la mala o nula alimentación las llevaba en demasiadas ocasiones incluso a la muerte.
Todo esto lo escuchaba justo unos días antes de que estallara la crisis humanitaria que en estos momentos vive la población de Gaza.
Sin suministros de ningún tipo, sin luz, ni agua, ni medicinas son ya muchas las personas que han perdido la vida como consecuencia de esta situación impuesta por Israel, mientras el resto del mundo miramos a otro lado sin hacer apenas nada.
Mientras escuchaba estas demoledoras noticias, recordaba las palabras de Cristina y pensaba en lo que todavía estaba por llegar. Y efectivamente llegó.
La necesidad llevó a las gentes de Gaza a derribar el muro fronterizo con Egipto para poder buscar víveres y medicinas en este país.
Así las cosas no pude menos que recordar las condiciones de las mujeres palestinas y pensar en su situación en estos momentos.
Si como mujeres ya sufren la situación de doble discriminación, en estos momentos de fuerte crisis humanitaria deben estar francamente mal. Como cuidadoras de la vida deben estar sufriendo lo impensable viendo cómo sus hijas e hijos enfermos mueren en los hospitales por falta de luz, de medicamentos e incluso de alimentos. Al mismo tiempo que ellas sufren, también en sus propias carnes esa misma situación.
El millón y medio de personas que viven esa zona sitiada desde hace demasiado tiempo, en estos momentos viven situaciones extremas y, seguramente, quienes peor parte se estén llevando sean las mujeres. Y yo me pregunto ¿Qué se está haciendo desde la ONU con respecto a este tema? Los intereses de las grandes potencias y el respaldo incondicional de EE.UU. a Israel está permitiendo que en estos momentos haya gente muriendo por falta de los elementos básicos para la supervivencia. Y, ¿no pasa nada ante esta situación?
La crisis humanitaria desatada no creo que traiga consecuencias buenas a ninguna de las partes en conflicto y desatará todavía más el odio de las personas oprimidas por sus opresores.
Esperemos que las luces de la esperanza que quedan encendidas en forma de grupos de mujeres árabes e israelíes que siguen trabajando por la paz no se apaguen. Hoy lo veo como la única esperanza.
Pero también soy consciente de que este tipo de trabajos callados, continuados y perseverantes que realizan estas mujeres de ambos lados de las fronteras no serán del agrado de los todopoderosos “hombres gobernantes” de ambos lados de las fronteras y que seguramente no valorarán nunca en lo que vale este trabajo que se viene realizando desde hace años.
De nuevo se silenciarán las voces de las mujeres que seguramente aportarán propuestas interesantes para llevar la paz a esa zona tan castigada del planeta, sencillamente por ser eso, voces de mujeres.
Y ellos seguirán con su falta de sensibilidad, con su intereses, y con sus voces de uno y otro lado, gritando que la culpa la tiene siempre en otro, sin ser capaces de buscar puntos de encuentro que eviten el sufrimiento de miles de personas atrapadas en una gran prisión como lo es en estos momentos la franja de Gaza.
Todo menos reconocer los avances que pudieran aportar esas voces de mujeres que pretenden acallar.
Ontinyent, 27 de enero de 2008.
Teresa Mollá Castells
Foto: cartel paz ONGD
“Mujeres en Zona de Conflicto” (MZC)