Infertilidad masculina: el fin del parentesco con los dioses
- ¿Cuáles son las razones de esta negación?
Las razones de esta negación hay que buscarlas en diferentes factores condicionantes, siendo tal vez el cultural el más importante: “La herida narcisista producida por la esterilidad-infertilidad provoca un sufrimiento que posiciona al sujeto en un lugar diferente. Produce una división entre los que pueden tener hijos y los que no, los que disfrutan y los que padecen”, dice Silvia Jadur, que trabaja abordando las distintas problemáticas que surgen a partir de las dificultades en la fertilidad.
Como puede observarse, la ignorancia se combina con el prejuicio, haciendo estragos. La inevitable relación entre la potencia sexual y la infertilidad, es tan común como falsa: “No existe ninguna relación entre ambas cosas- enfatiza Pasqualini-. La impotencia es la imposibilidad de la erección, o sea que el hombre más potente puede ser infértil si no tiene espermatozoides. Por el contrario, un hombre con un daño neurológico puede ser impotente, pero sus espermatozoides son totalmente fértiles”.
- El círculo se cierra
Hay que remontarse a los albores de nuestra sociedad machista para entender el porqué de semejante reacción para con una disfunción que hoy es perfectamente tratable y en la mayoría de los casos, simple. La antropóloga estadounidense Carol Delaney, sostenía que una de las más poderosas razones culturales es la teoría popular de la concepción monogenética, que dominó en Occidente durante milenios, y que implica que el hijo se origina esencialmente en una única fuente.
Dicho en términos más simples: ser padre no sólo es un privilegio del hombre, sino un legado divino. La paternidad, a los varones, los acerca a los dioses.
En ese sentido, es importante recordar que el descubrimiento trascendente en nuestra cultura no ha sido la confirmación de la relación fisiológica existente entre un hombre y su hijo, sino el reconocimiento de la aportación de la mujer a la generación. Recién con el redescubrimiento de la genética de Gregor Mendel en el siglo XX, se pudo conocer que el óvulo incluye la mitad de la dotación genética del futuro hijo y, por lo tanto, tanto el hombre como la mujer participan esencial y creativamente en la reproducción. Sin embargo, esta teoría no fue asimilada en el mundo occidental hasta la mitad del siglo XX, lo que da cuenta de la discrepancia que existe entre el conocimiento científico, las teorías populares y las ideologías dominantes
- Un lento cambio de actitud
- ¿Y por qué cree usted que se produce este cambio?
Hace veinte años atrás concurrían ambos componentes. La ignorancia estaba de la mano con la vergüenza, con el temor a la falta de virilidad - complementa Judith Cosogliad - Ahora, cuando yo escucho tristeza en el hombre me digo “bueno, vamos por buen camino”, porque esto significa la aceptación de que el embarazo no se va a dar de manera espontánea.
Pasqualini dice que en casi todos los casos los hombres aceptan este método. “Por ahí de entrada no, porque es un golpe inesperado, brusco, un shock”, agrega. Su vasta opinión coincide con la de otros especialistas. La psiquiatra Luisa Barón, experta en fertilidad y directora de la Fundación Impsi, agrega sin embargo un elemento nuevo: “Al momento de la toma de decisión, los hombres que debían recibir donación de espermatozoides para fecundar los óvulos de su mujer aceptaron el tratamiento luego de un promedio de 2 semanas, mientras que las mujeres que debían recibir los ovocitos para ser fecundados por los espermatozoides de su esposo lo hicieron después de 5 meses de haber recibido la opción de tratamiento. Pero luego del nacimiento, en el caso de los hombres, hubo que ayudarlos más para integrarse en los vínculos familiares: si bien el varón accede más rápidamente a la donación, no por eso tiene menos conflicto”, precisa.
- Atavismos que perduran
“El conocimiento científico, que demuestra el carácter bi-genético de la procreación, aún no ha sido asumido simbólicamente: los símbolos cambian muy lentamente y, en tanto están marcados por las relaciones de poder y arrastran connotaciones imaginarias, la resistencia se explica porque un cambio en los significados de la paternidad y de la maternidad, representaría un cuestionamiento de la definición de la diferencia entre los sexos que ocasionaría, a su vez, modificaciones en el sistema socio-cultural que los había sostenido y legitimado”, acentúa Carol Delaney. Y como bien sabemos, son muchos y muy importantes los que no quieren este tipo de modificaciones, y aun son escasos los varones dispuestos a aceptar que no tienen parentesco con los dioses.
Fuente: Artemisa Noticias