En verano, a las mujeres, nos siguen matando más
La convivencia más estrecha entre las parejas que se produce en tiempos de vacaciones parece que agrava las tensiones entre los miembros de las familias.
Al menos en eso parece que están de acuerdo los especialistas en materia de violencia machista. Pero el hecho de que estén de acuerdo no evita nuevas muertes de mujeres a manos de sus asesinos.
Este verano, de nuevo, muchas mujeres han perdido la vida a manos de sus asesinos. Algunos de ellos, después de cometer su asesinato, se han suicidado. No soy experta en temas psicológicos, pero a pesar de ello, creo que son unos cobardes. Y lo son porque antes de cometer un crimen salvaje como lo es matar a quien ya han prometido amar y respetar, deberían quitarse ellos de en medio.
Sé que esta no es una opinión compartida por mucha gente, pero seguro que cada una de las muertas, lo hubieran agradecido. Pero algunos sectores de nuestra sociedad burguesa y bienpensante se escandalizan cuando algunas mujeres planteamos abiertamente el tema.
Y ello sin tener en cuenta a lo señores de faldas largas y negras que siguen sin decir esta boca es mía sobre el tema pero que se vuelven de una agresividad casi imperdonable para quienes defendemos la vida de las mujeres en igualdad de condiciones que la de los hombres, cada vez que les recordamos que ellos, los hombres, son quienes nos matan por el simple hecho de ser mujeres en un número apabullante cada año, sobre todo en períodos de vacaciones.
Y es que su discurso, el de los señores de faldas largas y negras, a lo largo de la historia ha sido decisivo para que nos maten. El discurso de paciencia, de resignación, de matrimonio para toda la vida, de aguantar pese a los golpes, entre otros, se han convertido a lo largo de los cientos de años que dura este discurso en algo que muchas, demasiadas mujeres, han interiorizado y que incluso las ha llevado a la muerte. Y yo sigo pensando que no es justo y que además el hecho de que sigan predicando el mismo discurso sin hacer ningún cambio para adecuarse a la realidad del siglo XXI les hace, si cabe, cómplices de esta situación.
Seguramente habrá quien se escandalice por estas palabras, pero a mi me escandalizan mucho más las cifras de mujeres que hemos enterrado en lo que llevamos de año. Y ya son más de cincuenta las que han muerto a manos de sus parejas o exparejas.
Las opiniones no dejan de ser eso, opiniones. Pero la realidad sigue siendo muy tozuda y el número de mujeres muertas sigue siendo demasiado elevado. Y lo seguiría siendo aún cuando sólo hubiera una mujer asesinada por su pareja o expareja y por el simple hecho de ser mujer.
Hay gentes que opinan que la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección contra la Violencia de Genero no es suficiente y no ha alcanzado sus objetivos de acabar con las muertes de las mujeres, pero como dice Emilia Caballero Álvarez, actual Adjunta Primera del Síndic de Greuges de la Comunitat Valenciana, y prestigiosa jurista en temas de mujeres “ni siquiera el Código Civil, que lleva vigente muchos años ha conseguido que dejen de haber delitos, con lo cual la ley que todavía no tiene cuatro años, no puede cambiar la mentalidad de la gente de forma tan inmediata. La ley necesita tiempo.” Qué razón tienes querida y admirada Emilia.
No obstante hay diversos grados de responsabilidad, puesto que los diferentes Gobiernos tanto del Estado, como los Autonómicos, como los de los diferentes Ayuntamientos han de ser conscientes de sus deberes con respecto de la vida de las mujeres y con respecto también de la prevención entre las personas más jóvenes de su población.
Quizás el hecho de incorporar la prevención en la educación de nuestras niñas y niños y el hecho de comenzar a pensar y vivir de una forma realmente igualitaria ayudaría a erradicar esta plaga que ya dura demasiado y que se lleva demasiadas vidas de mujeres cada año.
Teresa Mollá Castells
tmolla@teremolla.net
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La Ciudad de las Diosas