agosto 30, 2008

Sexo y mercado

Casi toda la actividad pornográfica que se divulga a través de los medios de comunicación y en Internet es simulada. Sin embargo, en la actualidad, hay una necesidad creciente de reemplazar el sexo teatralizado por el real para provocar un placer satánico. En esa línea se ubican las películas con escenas sadomasoquistas que circulan clandestinamente sobre el asesinato de la persona que sirve como objeto sexual mientras se está filmando. En Estados Unidos se calcula que cada año 100 adolescentes mueren de este modo después de ser sometidos a horrorosas torturas.

El tema ya ha sido tratado en “Tesis”, la película de Alejandro Amenábar, donde una estudiante universitaria descubre una cinta en la que una chica es torturada y asesinada. Hasta la imaginación perversa del marqués de Sade se queda corta ante la atrocidad de los “snuff-movie”. Muchas novelas y películas eróticas que narran crímenes sexuales pueden ser muy violentas y arrancarnos una exclamación equívoca, mezcla de revulsión y placer, pero no llegan a estremecernos ni a infundirnos pánico, quizá porque en la ficción no nos proyectamos como la próxima víctima, algo que sí hacemos ante un homicidio real.Internet es el terreno donde todo vale.

La Red abre caminos democráticos a la información, llega a lugares remotos del país, antes culturalmente aislados, pero también sirve a los fines perversos y criminales de piratas, pedófilos y estafadores.
El goce erótico simulado es uno de las atividades más rentables del mercado; es el caso de la línea caliente (hot line). Internet está plagado de muchas voces de parejas haciendo el amor y de los gemidos de mujeres siendo penetradas, con la duración en segundos y el tamaño (kb) que ocupan en el disco duro.

Lo llaman “el audio más caliente de la red, para que disfrutes escuchando parejas y chicas follando”. En la literatura el sexo explícito también está de moda. En la última novela de Vargas Llosa “Travesuras de la niña mala”, las escenas de sexo explícito no tienen nada que envidiarle a las líneas calientes. Recuerden la escena magistral de voyeurismo en Japón.

La niña mala tiene una virtud: sabe lo que desea como mujer clitoriana. Las malas lenguas dicen que Vargas Llosa ha aprendido de las feministas europeas y trasladado sus teorías liberales a su novela. Pero no se puede ser mezquino, Vargas Llosa crea un personaje femenino cuyo deseo de satisfacción propia o de autoerotismo es más importante que el deseo del varón; es decir, esta vez el objeto sexual no es ella sino él. La niña mala tiene esa virtud.

Por Carmen Ollé
Fuente: DEMUS

Sí a la Diversidad Familiar!
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