enero 17, 2009

La conciencia del Imperio

Susan Sontag nació en Nueva York en 1933. Desde muy pequeña sintió una verdadera devoción por los libros. Escribió novelas, relatos, piezas de teatro y fue directora de cine. Defendió el aborto, como una opción individual, ligada a los demás derechos de la mujer, así como abogó por los principios de una verdadera democracia. A pocos años de su muerte, ''La conciencia del Imperio'' de Paola Piacenza* (Colección El Sexo Fuerte, Capital Intelectual) es tan merecido como necesario.

PRÓLOGO

Susan Sontag (Nueva York, 1933-2004) se la ha reconocido como un ícono de la década del sesenta; no sólo porque es la época en que entra triunfalmente en la escena pública, sino porque su vida y su obra están señaladas por la libertad y la utopía asociadas a ese tiempo histórico. Pero mientras muchos de los principios de la revolución cultural de los sesenta se perdieron por la voracidad del consumo o de la ineficacia –como la propia autora lo señalara–, en el caso de Sontag permanecieron firmes y sólo sufrieron las transformaciones que trae la madurez: los principios son los mismos pero distintos. Una exigencia ética de la inteligencia.

El propósito de Sontag era hacerse ''la vida difícil'' porque sólo así, explicó, podía: ''seguir creciendo, quiero desarrollarme, quiero volverme más sabia [...] Creo que es demasiado fácil instalarse en una serie de ideas después de una cierta edad, y pasarse el resto de la vida con las mismas ideas. No quiero hacer eso.''
El repaso de la vida de esta mujer singular, demuestra, desde la misma infancia, que cumplió con su cometido. Sontag fue autora de cuatro novelas y una colección de relatos; tres piezas de teatro; dos filmes y dos documentales; seis libros de ensayo; dos estudios sobre fotografía periodística; observadora invitada en Vietnam; directora teatral en Kosovo durante la guerra; premiada en España, Alemania, Colombia, Israel, Francia, Estados Unidos. Personaje de filmes de Andy Warhol y Woody Allen y de cuentos de los argentinos Julio Cortázar y Elvio Gandolfo, fue introductora en los Estados Unidos del pensamiento de Roland Barthes y Walter Benjamin; defensora del derecho al aborto, de escritores perseguidos, de la democracia, de los derechos de la mujer. Fue también quien premió a Buñuel y prologó a Rulfo; quien luchó dos veces contra el cáncer y escribió sobre esa batalla; quien se declaraba una incómoda ciudadana y fue amenazada de muerte cuando se negó a llamar ''cobardes'' a los atentados a las Torres Gemelas en 2001. En esa oportunidad dijo además que había que llamar ''tortura'' a los actos infames contra los prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib. Y, casi al final de sus días, declaró que había dedicado gran parte de su vida a desmitificar los ''modos de pensamiento que polarizan y generan opuestos'', y así reclamó la altura de la abstracción del pensamiento pero en un ''contexto humano''.

No optó entre el pensamiento y la pasión o entre el amor por los hombres o las mujeres. Estudió la alta cultura y comprendió la cultura de masas. La vehemencia de su denuncia era temida, pero siempre, en un punto, encontraba lo que llamaba el ''matiz'', la mesura que la literatura le había enseñado. Supo defender el estilo como nombre de lo literario pero también dijo que la literatura es libertad y que de ella aprendió los valores del compromiso y la compasión: ''la literatura puede enseñar el mundo''. Cultivó la discreción en su vida privada, pero se aproximó a la pornografía como obra de arte. Admiró y practicó por igual el cine y la fotografía. Defendió, por igual, a judíos y palestinos. Su imagen emblemática se recorta en los bordes de un mechón blanco sobre una melena morena.

A los catorce años tomó el té, un domingo, con Thomas Mann. A los veintitantos, Sartre dijo de ella que era la mujer más inteligente que hubiera conocido en su vida. Victoria Ocampo la definió, unos años más tarde, como a una hija que continuaba sus luchas por la dignidad femenina. Elena Poniatowska afirmó que con la muerte de Sontag desaparecía la ''conciencia crítica de los Estados Unidos''.

*Paola Piacenza - Argentina, nació en 1969. Obtuvo la Licenciatura en Letras en 1995 y realizó el Doctorado en Humanidades y Artes (orientación Literatura) en 2001, en la Universidad Nacional de Rosario. Fue Miembro de la Asociación Internacional de Semiótica (IASS-AIS. Viena, Austria), 1997 – 2000; de la (MLA. New York, U.S.A.), 1998 – 2001; y de la Asociación Internacional de Lectura (I.R.A. Newark, Delaware, U.S.A), desde 1997 a la fecha. Recibió becas de estudio y perfeccionamiento, como la del CONICET (2005-2006). Obtuvo premios como el de la Academia Argentina de Letras en 1994, para graduados en Literatura. Es traductora del inglés. Ejerce la docencia secundaria y universitaria. Ha publicado trabajos sobre temas literarios en Argentina, México y España.

Fuente: Artemisa Noticias

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