Documental Las niñas de Morelia: Amparo Batanero, la voz y la palabra del exilio español
La mirada de Amparo Batanero viaja en el tiempo y recuerda su niñez dividida entre México y España. Es una de las voces más representativas del exilio español en México.Tenía cinco años de edad cuando llegó al país acompañada de sus cinco hermanos.
En entrevista con AmecoPress, Doña Amparo dice sentirse orgullosa de ser española, pero también se reconoce "muy mexicana".
"Morelia, Michoacán es mi tierra. Me siento orgullosa de ser española, pero ya no regresé nunca. Tengo dos hijos enterrados en México, toda mi vida está aquí, mis amistades, mi mundo, y soy muy feliz de vivir en México".
Madrileña de corazón, Amparo, pertenece a los 456 niños españoles que llegaron a México en 1937 con la anuencia del entonces presidente Lázaro Cárdenas. Fueron recibidos como héroes por el pueblo mexicano, y un año más tarde, en 1938, un decreto oficial los nombró "hijos adoptivos de México".
"Todos mis recuerdos de mi llegada a México son buenos. La gente nos regalaba dulces, juguetes, nos quería. Nosotros fuimos muy traviesos. Yo era muy pequeña cuando llegué a Morelia, y con el tiempo espabilé y aprendí sola las cosas de la vida. Si tenía frío, si tenía miedo, sola tuve que encontrar consuelo, desde pequeña me arrancaron de mi patria, de mi familia, pero cuando una es niña aprende rápido y pese a todo fui feliz".
La voz y la palabra, 70 años del exilio republicano español
Esta semana el segundo encuentro nacional de la voz y la palabra está dedicado a la memoria y la presencia del exilio republicano español en su 70 aniversario. Desde el lunes el teatro de la ciudad, en la capital mexicana, ha acogido conferencias magistrales, mesas redondas, talleres, y espectáculos escénicos, en memoria de los "hijos de la guerra".
En el marco de estas actividades, fue presentado el documental, "los niños de Morelia", del cineasta Juan Pablo Villaseñor, que reúne el testimonio de las niñas y niños que fueron enviados a México cuando la guerra asolaba España.
Amparo Batanero guarda en su memoria aquellos días, y vive agradecida al General Cárdenas. "todo lo que tengo se lo debo al general cárdenas. Nos dio cariño, nos dio un país en calma. Somos sus hijos y siempre estaré agradecida con la familia Cárdenas".
Batanero echa de menos Madrid. Recuerda el barrio de Lavapiés donde vivió gran parte de su infancia y donde todavía le sobrevive una hermana. Sus ojos llenos de recuerdos atesoran una imagen en la estación de Valencia.
"Recuerdo cuando el tren estaba a punto de partir y mis hermanos se asomaban a la ventanilla. Mi madre me subió para darles un beso. Mi hermano mayor me cogió en brazos y ya no me dejó bajar. Me quedé llorando, y ya no volví a España. Si voy me siento como una turista, quiero España, me siento muy orgullosa y tengo las dos nacionalidades, la española y la mexicana, pero mi tierra es Morelia, a donde llegué refugiada de la guerra civil".
Aquellos niños esperaban regresar
Aquellos niños que salieron un día de España, esperaban regresar. Muchos de ellos no volvieron a ver a sus familiares, la guerra civil se alargó hasta que los golpistas se impusieron y acabaron con el gobierno de la república.
Ahora, éstas niñas y niños, pioneros del exilio republicano español, conocidos como "los niños de Morelia", con su voz, rescatan los lazos de dos países que en 1937 se unieron y que hasta ahora gracias al recuerdo de éstos menores la memoria histórica perdura y continua tejiendo una generación que pese a estar marcada por la guerra, también conforman parte de la historia de México y España.
Amparo batanero es prueba de ello. "Gracias a nosotros, a los primeros exiliados españoles llegados a México, nosotros, los niños de Morelia, hoy damos voz a la historia. Con nuestro recuerdo quedará grabada por siempre la lucha de muchos de nuestros padres que eran republicanos.
Queda viva la lucha y resistencia de esa época, nuestra voz y memoria, así lo registrará por siempre", concluye batanero con una intensa sonrisa, con su acento madrileño y mexicano que se mezcla con sus grandes ojos y la nostalgia del recuerdo.
Fotos y texto Argelia Villegas.
Fuente: Amecopress