agosto 31, 2009

Atletismo femenino: el género es algo más que los cromosomas XX

¿Qué define a una mujer? ¿El look que lleva? ¿Su manera de vestir? El tratamiento a la atleta sudafricana Caster Semenya en el último par de semanas sugiere que hacer las cosas demasiado bien en su especialidad puede levantar falsos rumores. Si a esto añadimos pelo corto, una constitución fuerte y musculosa, ya podemos concluir que no se trata de una mujer.

La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), emitió un comunicado pocas horas antes de la final de los campeonatos del mundo en Berlín, diciendo que la sudafricana se debía someter a una verificación de género. Pero a pesar de esto, ella fue a ganar la carrera (lo cuál tampoco es muy femenino...). Una mujer de verdad hubiera reaccionado llorando, no yendo a ganar; eso es lo que piensan muchos.

La IAAF se ha comportado de la manera más vergonzosa. Se trata de la misma organización que cuando una atleta es sospechosa de fraude (o toma drogas para mejorar su rendimiento, por ejemplo) espera hasta que se tengan todos los detalles antes de emitir un comunicado público. Sin embargo, horas antes de que la final comenzara, y semanas antes de que los resultados de la verificación se sepan, la IAAF realiza unas declaraciones a la prensa sobre Semenya, de18 años, que dan la vuelta al mundo. La decisión de la IAAF de publicar el caso de Semenya es incomprensible, particularmente por los devastadores efectos que han tenido casos similares sobre otras atletas.

La corredora de media distancia Santhi Soudajara se suicido después de verse despojada de la medalla de plata en los campeonatos de Asia debido a que la prueba de verificación de género dio negativa. Que quede claro, a Semenya no se le acusada de ser un hombre vestido de mujer, aunque es la impresión que transmiten la mayoría de los medios de comunicación.

Reglas

Si fuera el caso las reglas estarían claras. Los y las deportistas que han sido sometidas a cirugía de reasignación de género son legalmente reconocidos como miembros del sexo elegido, y también los que hayan estado 2 años bajo terapia hormonal pueden competir en competiciones deportivas internacionales.

Las pruebas de verificación de género incluyen un ginecólogo, un endocrino, un psicólogo y un especialista en medicina interna. Y de hecho estas pruebas no tiene mucha reputación; el Journal of the American Medical Association, publicación estadounidense de medicina, lo describía en el año 2000 como “dificultoso, caro y potencialmente erróneo”. Por otro lado los test de ADN pueden confirmar si una mujer tiene los cromosomas XX como es habitual. El mismo que puede demostrar que Semenya tiene un cromosoma Y extraviado. Pero, ¿acaso importa eso? Los hombres puedes tener los cromosomas XX al igual que las mujeres pueden tener los cromosomas XY.

Aparte de nuestros órganos genitales las diferencias entre los sexos no son tan notables. Puede que existan ciertos “patrones” en cuanto a la forma del cuerpo, altura o crecimiento del pelo, pero si miras a tu alrededor, están lejos de ser absolutos. Aquí no dispongo del espacio, ni dispongo del nivel de biología, para entrar en detalles. Pero sé que la diferencia absoluta en la que la sociedad divide a los sexos masculino y femenino, no tiene un reflejo absoluto en los genes. Al fin y al cabo formamos parte de una misma especie que ha evolucionado a partir de un ancestro común. Además el género no es algo que esté fijado, es una construcción social que puede cambiar dependiendo de la cultura, de la sociedad o de los factores históricos.

La verdad es que las mujeres son juzgadas por poca feminidad si hacen algo demasiado bien o si tienen demasiado poder. Me desespera pensar el número de veces que he escuchado a gente a la que considero sensata decir que Margaret Thatcher no era realmente una mujer. Pero ella no era un hombre, era una mujer muy conservadora, adjetivo este último que me parece realmente más insultante que dudar de su género.

Si nosotras aceptamos la idea de las diferencias absolutas entre los sexos, aceptaremos que los sexos no merecen, ni quieren las mismas cosas. Claro que existen diferencias entre hombre y mujeres, pero hay muchas más cosas que compartimos. Y una cosa que hemos sentido por igual hombres y mujeres es la indignación ante el trato vejatorio al que ha sido sometida esta joven atleta sudafricana.


Por Kelly Hilditch

Artículo publicado en Socialist Worker, periódico del Socialist Workers Party, organización hermana de En lucha/En lluita en Gran Bretaña.
Traducción de Santi Amador

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in