Mujeres indígenas caminan desde Calama a La Moneda
Sin importar el calor del mediodía y el frío de la noche, sin preocuparse de los peligros de la carretera ni de conductores imprudentes, Sonia Ramos Chockobar, likanantay de 58 años, y Amelia Mamani Charcas, quechua de 55 años, emprendieron una caminata de 1574 kilómetros por la defensa de los géiseres del Tatio y el inminente ecocidio tras la explotación geotérmica.
Portando banderas blancas con mensajes “Tatio=Vida” y “Vida en la Segunda Región TATIO” la mañana del 14 de octubre, Sonia (presidenta de la Asociación de Cultores de la Medicina Ancestral Lickanantay) y Amelia (presidenta de la Agrupación Sumac-Llajta, de Calama) partieron con la determinación de llegar a La Moneda y exponer ante la Presidenta Michelle Bachelet Jeria su preocupación por el daño que los géiseres han sido víctimas.
“Estas son las únicas formas que encontramos para que la Presidenta de Chile Michelle Bachelet, en su calidad de madre, de abuela, de mujer, nos escuche”, declararon a la prensa de la Región de Atacama, tras caminar más de 40 horas y pasar por Caldera, Copiapó, y continuar a Vallenar, La Serena y Ovalle para llegar a Santiago a mediados de esta semana.
Las dirigentas, cuya cruzada ha sido denominada como “la marcha de las abuelas a Santiago” en alusión a Tata Iu, nombre en lengua likanantay del Tatio que significa el abuelo que llora, llevan treinta mil firmas que demandan acabar con la intervención geotérmica en el sector de los géiseres milenarios.
“Las personas que representamos son gente pobre y de clase media baja, son treinta mil firmas que nos avalan de la Segunda Región”, señaló Sonia Ramos, sobre el apoyo que cuentan y que sienten la responsabilidad de mostrarle a la mandataria para visibilizar la disconformidad de la ciudadanía en el manejo del Estado en relación a la explotación energética en el norte del Chile.
Más aún cuando a principios de septiembre se verificó una fuga de agua hirviendo y de vapor de agua formando una columna de más de 60 metros de altura, afectando gravemente el reservorio geotermal donde la empresa Geotérmica del Norte –con capitales estatales nacionales e internacionales-realiza sus trabajos, situación cuyas consecuencias en el ecosistema todavía son desconocidos por el alto impacto de la inusual fumarola y temblores que afectó en la zona, explicó Amelia Mamani.
Sonia Ramos reconoció que los propios likanantay no dimensionaron el daño que significaría la llegada de la empresa, ya que muchos de sus hermanos –propietarios legales del sector- aceptaron la intervención por promesas de que no afectaría al medioambiente, económicas y de trabajos en la geotérmica. “ellos no tomaron en cuenta que es una cuenca hídrica, cuyas aguas subterráneas dan vida ya que permite en riego para otros pueblos. Además es un derecho consuetudinario de pueblos ancestrales nutridos por su agua pura y que les ha permitido su sobrevivencia en este desierto”, agregó.
Fue enfática en señalar que “tampoco se informa que Codelco “el sueldo de Chile” es el que nos ha arrebatado el agua, secado ríos y agua subterránea, y fue el que concibió esta instancia de geotérmica en el Tatio vendiéndole acciones a Enel que es una empresa del Estado de Italia para generar energía geotérmica de 40 MW, sólo para la minería y no para el uso de los habitantes de la Segunda Región”, recalcó.
Cabe destacar que desde el año 2006, tanto organizaciones indígenas, de turismo, agricultores y de la sociedad civil preocupadas de la vulneración de los derechos humanos, han denunciado la amenaza latente de la explotación de la geotermia en un sector sagrado por los indígenas, de belleza insuperable para las y los turistas, de un ecosistema rico y único para las y los medioambientalistas y científicos.
A pesar que tras la tragedia de septiembre recién pasado, La Comisión Regional del Medio Ambiente de Antofagasta haya paralizado indefinidamente las obras del proyecto “Perforación Geotérmica Profunda El Tatio Fase I de la Geotermia del Norte, aún no precisan si los trabajos se retomarán o cesarán perentoriamente, incertidumbre que preocupa a las mujeres que hace tres años son parte de las personas que defienden al Tata Iu.
“Si nos ven caminado por la carretera, somos dos abuelas que pese a tantas dificultades, deseamos unirnos para generar un rotundo NO al sistema medioambiental que hoy nos gobierna, y que no escatima esfuerzos por poder preservar el agua para las siguientes generaciones. Si nos ven, por favor comuníquense con nosotros que deseamos conocerlos y comunicarnos con ustedes”, invitan las representantes indígenas a ciudadanía.
Acotaron que “ojalá podamos reunirnos para fortalecer nuestra lucha, objetivo común sólo que en diferentes lugares, necesitamos de ustedes para nutrir nuestro espíritu. Apoyen esta iniciativa seamos generadores de un verdadero cambio por el equilibrio de nuestro hábitat”.
Sonia y Amelia, como lo hiciera Bartolina o Micaela -entre otras tantas mujeres indígenas que dan su vida por la defensa de nuestros territorios, libre determinación y resistencia de un pueblo vivo-, paso a paso van dejando huellas de la lucha histórica de ayer y hoy que los pueblos indígenas continúan lidiando en un país que se niega escucharlos.
Por Leyla Noriega Zegarra
Fuente: El Ciudadano
Foto TATIO.ORG