Franz Chávez entrevista a la experta feminista CARMEN DEERE
En el poder, pero marginadas. Así se resume el presente de las mujeres bolivianas de sectores populares e indígenas que encumbraron al presidente izquierdista Evo Morales en la Presidencia, en enero de 2006.
Esa es la conclusión del análisis que realizó la directora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Florida, en Estados Unidos, Carmen Deere, quien citó como ejemplo el caso Leonilda Zurita, la principal dirigente de las campesinas de Bolivia y cultivadora de coca.
La conquista de las mujeres bolivianas de reconocimiento, derechos e igualdad a través de la inclusión de 26 artículos a su favor en la Constitución vigente desde febrero representa apenas el primer paso en un largo camino por obtener una presencia influyente en el poder o, ¿por qué no?, el poder mismo.
Deere, investigadora y autora de unos 20 libros sobre la mujer latinoamericana, su empoderamiento y participación en la producción a través del acceso a la tierra, desde un pensamiento feminista, dialogó con IPS durante una visita a La Paz, sobre la situación de este país sudamericano y el mundo en torno a la equidad de género.
Las integrantes de la combativa Confederación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia Bartolina Sisa, conocidas como "las bartolinas", y su lideresa Zurita respaldaron a Morales desde su emergencia como dirigente sindical y apoyan a su gobierno con frecuentes movilizaciones de calle. Pero Zurita, pese a su influencia en el gobernante partido Movimiento al Socialismo (MAS), sólo es actualmente senadora suplente y no fue incluida en las listas de candidaturas al Poder Legislativo para el próximo año. La nueva Constitución fija que la mitad de lugares en las listas a cargos colegiados sean para mujeres, pero esa meta se cumplió parcialmente. De lo que queda para la igualdad de roles entre hombres y mujeres, del miedo de las campesinas a reclamar su derecho a la tierra y de las inequidades de género dentro del poder habló Deere con IPS.
IPS: ¿En un momento de cambios históricos en Bolivia, cómo evalúa la participación de mujeres en la política?
CARMEN DEERE: Grupos como los cocaleros del trópico de Cochabamba fueron cruciales en la formación del MAS y las bases de Evo Morales. Seguí a través de los años el trabajo de Leonilda Zurita, ella escribió un trabajo para un libro que edité sobre los "Movimientos Sociales Rurales en América Latina", y allí plantea exactamente eso: ellas fueron las bases, pero ella misma se siente marginada en este gobierno que construyó. A las mujeres todavía no se les otorga su espacio.
En términos de liderazgo hay fuertes barreras para que puedan ejercer su rol en las decisiones. Si es difícil para mujeres con ese nivel de experiencia e inteligencia, se comprende las dificultades de las mujeres de las comunidades para participar y ejercer sus derechos.
IPS: ¿Cuál es la relación de poder y la posesión de bienes como la tierra?
CD: Mi tesis es que la propiedad de activos (tierra) es un elemento que facilita la participación de la mujer, por esa misma relación entre la posesión de activos y el poder. En las sociedades clasistas hemos visto que quienes controlan los medios de producción tienen el poder político. Pero lo interesante es que esa figura se da en las relaciones de género y dentro de las comunidades y el hogar. Entonces, siempre me preguntan si en el análisis de género no estoy olvidando a las clases sociales, y replico: de ninguna manera. Estamos viviendo en sociedades de clase, y la cosa es más complicada.
Nosotros estamos trabajando en un marco de una economía política, damos por entendido que estamos analizando sociedades de clase, pero dentro de eso hay tremendas desigualdades entre hombres y mujeres. Por eso tratamos de perfilar, de ver a nivel del hogar, cómo se pueden plantear las bases de igualdad.
IPS: ¿Cuáles son las principales barreras para las demandas de tierra de las mujeres bolivianas?
DC: Desde comienzos de los años 80 el tema tierra está presente entre "las bartolinas", pero no lo trataban directamente. Les daba miedo porque estaba siempre presente el tema de usos y costumbres, que ha sido la barrera más difícil para el movimiento de mujeres rurales de Bolivia. Los usos y costumbres se han construido juntos con el colonialismo y el capitalismo, y han tejido la subordinación de la mujer. Cuando comenzó la discusión de la Ley del Instituto Nacional de Reforma Agraria en 1996, fue cuando las asociaciones de mujeres rurales empezaron a cuestionarse de quién iba a ser la tierra.
IPS: ¿Cuál es el origen de la demanda femenina por tierra?
DC: Para la Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en 1995 en Beijing, se hizo una ronda preparatoria en América Latina, liderada por organizaciones no gubernamentales, y Bolivia fue muy activa. Resultó que donde más se hablaba del tema era en las zonas de migración, donde las mujeres (en ausencia del esposo) se quedaban al frente de la finca, de las tierras, y sufrían los problemas derivados de no poder actuar en la comunidad y no tener la titularidad de la tierra. Ese fue el momento clave para el desarrollo de esta demanda, y lo interesante es que la demanda surgía de las bases. Pero finalmente Bolivia en su presentación en Beijing no incluyó el tema de la tierra. Las bases estaban más avanzadas que las líderes. Tomó un poco más de tiempo para que ingresara entre las leyes.
IPS: ¿Cuánto tiempo transcurrirá para que una mujer pase de vehículo para encumbrar líderes a ser ella quien ejerza el poder?
CD: Me hago la misma pregunta en Estados Unidos. ¿Cuándo será posible tener una mujer presidenta? En muchos países de América Latina han tenido líderes mujeres exitosas y es difícil predecir.
IPS:¿Estamos hablando de un proceso cultural?
CD: Sí, del mundo entero. Muchas mujeres que han llegado al poder son muy masculinas. Pienso en Margaret Thatcher, de Gran Bretaña, que es conservadora, muy determinada en sus principios. Muy pocas han sido feministas, y llegan al poder porque actúan como hombres y no toman en cuenta su género.
Las otras son familiares, las viudas, las hijas de líderes que llegan al poder por otras razones y no por esfuerzo y característica propia. Ahora (la presidenta) Michelle Bachelet, en Chile, es una líder que surgió por sus méritos y llegó con una visión feminista y ha tratado de ser consecuente. Termina su mandato con la popularidad más alta.
IPS: ¿Qué puede aportar una mujer en la administración de un Estado cuando las finanzas son privilegiadas sobre el desarrollo humano?
CD: Difícil pregunta. Es fácil caer en sesgos de género en el sentido de que el rol de la mujer ha sido la reproducción, y que como líder tomaría eso en cuenta para gobernar. Creo que depende mucho de su conciencia política, y si tiene o no una conciencia política feminista. Cuando digo feminista es que la agenda política de una mujer es la igualdad, y serán todas las formas de distribución para que, como seres humanos, podamos desarrollarnos equitativamente. Entonces, una líder mujer feminista o un hombre feminista tendrían diferentes prioridades que un presidente neoliberal, y colocarían el desarrollo humano como prioridad.
IPS: ¿Hacia dónde apunta la corriente del feminismo y cuál es su interpretación?
CD: En mi trabajo por América Latina, el feminismo ha estado muy ligado al análisis de la economía política y no se podía tratar el tema de género al margen de las diferencias de clase. Pero lo fundamental es la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, y ese ha sido siempre mi "modus operandi", la definición clave de lo que hago. En algunos países es difícil entender el feminismo, la gente inmediatamente piensa en cosas negativas, pero pienso que es una forma de liberación tanto para la mujer como para el hombre, con roles sociales más justos.
Fuente: IPS