diciembre 15, 2009

Pintando el poder y la historia "Artista nigeriana revive una ancestral forma de arte de las mujeres igbos"

Cuando la artista Chinwe Uwatse toma en su mano el pincel, recrea en una forma moderna una antigua tradición de las mujeres nigerianas. Uli es el arte ancestral de pintar cuerpos practicado por las mujeres igbos, un grupo étnico predominantemente cristiano de Nigeria. Las artistas de uli adornaban los cuerpos femeninos con diseños geométricos y orgánicos para ocasiones especiales o ceremonias usando una tinta oscura que tiñe temporalmente la piel. Hoy, el pincel de Uwatse toca el papel, creando aguadas transparentes de acuarela brillante, pero en sus líneas, formas y motivos resuena la ancestral "lógica" uli que hace que el arte igbo sea único.

Históricamente, el arte uli podía encontrarse en todo el sur de Nigeria, donde el pueblo igbo residía principalmente, pero a mediados del siglo XX, la tradición prácticamente se extinguió. En la década del 70, las formas uli empezaron a aparecer en el trabajo de artistas nigerianos contemporáneos. Chinwe Uwatse busca reclamar esta forma de arte femenina y, al hacerlo, elevar a las mujeres igbos del pasado y del presente.

Esta selección de pinturas es de la exhibición de Uwatse, "Cargas que soportamos". Esta muestra usa tanto el arte como la poesía para mostrar los obstáculos que las mujeres enfrentan y los múltiples roles que desempeñan como madres, profesionales y líderes. "Nuestra cultura es nuestra identidad", dice Uwatse. "Vive y evoluciona a través de nosotros. Para todas las mujeres contemporáneas: No esperen un nuevo amanecer, porque nosotras somos el presente y el pasado. Somos parte del futuro. Lo haremos perdurar".

Tradicionalmente, en la sociedad igbo, las mujeres ocupaban altas posiciones de liderazgo. Una omu, o "madre" de la comunidad, era una poderosa supervisora de los asuntos de las mujeres, así como también consejera del obi, o monarca varón. Las tradiciones orales cuentan sobre una omu que condujo un masivo boicot de mujeres que se negaron a cocinar para sus maridos, quienes al final atendieron sus demandas.

Durante la época del colonialismo británico, las mujeres igbos perdieron gran parte de sus posiciones de liderazgo, pero eso no significó que no dieran pelea. En 1929, las mujeres igbos sorprendieron a sus compatriotas y a los británicos cuando lanzaron una muy organizada protesta contra el sistema colonialista. Se conoció como "la guerra de las mujeres".


Todo empezó con una viuda del pueblo y un censista varón. De experiencias pasadas, los igbos sabían que un censo significaba nuevos impuestos. Proliferaban los rumores de que pronto las mujeres tendrían gravámenes así como los hombres, un cambio terrible en la tradición igbo. Entonces, cuando el censista hizo su primera parada en la casa de la viuda y le pidió que contara los miembros de su familia y los animales, ella replicó con un despectivo "¿su madre viuda también fue contada?".



Las mujeres del pueblo pusieron manos a la obra y difundieron la palabra de protesta a través de una forma de comunicación única: enviando hojas de palma, una forma tradicional de invitación. En poco tiempo, las mujeres de toda la provincia se reunieron para "sentarse sobre" el funcionario colonialista, una forma tradicional de protesta que consistía en bailar a cualquier hora de la noche afuera de su casa, seguirlo a donde fuera y cantar canciones ruidosas y mordaces. Exigían el "birrete", o renuncia del funcionario y usaron su arma de la "sentada" hasta que sus exigencias de un juicio fueron satisfechas.

La guerra de las mujeres se extendió por toda la tierra igbo y las mujeres imitaron la estrategia de "sentada" para protestar contra el sistema colonialista. Muchas reclamaban posiciones de liderazgo, y eventualmente obtuvieron escaños en las cortes locales.


Fuente: IMOW

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