enero 20, 2010

Un refugio ofrece esperanza a las mujeres maltratadas al oeste del Afganistán

Nafiza Popal, de 45 años, gestiona el único refugio para mujeres de Herat, donde acoger a mujeres en peligro, la gran mayoría de las cuales han huido de sus maridos después de sufrir violencia física.

Cuando una mujer llega al refugio se entrevista con un consultor psicosocial y una enfermera. Si su problema es de naturaleza jurídica, puede consultar con un abogado. La ubicación del refugio se mantiene secreta incluso para los miembros de la familia.

"El mes pasado nos ocupamos de Haidary, una niña a quien le cortaron las orejas y la nariz", dijo Popal. "Descubrió que su marido la estaba engañando con otra mujer y trató de discutir con él. Él respondió con su cuchillo. Hoy, el marido está en la cárcel y la mujer ha regresado con su familia".

El refugio fue establecido por la organización Afghan Voices of Women y UNIFEM en 2003. UNICEF le apoyo desde 2008 mediante la capacitación de trabajadores sociales y el suministro de materiales.

"La mitad del cuerpo quemado"

Fariba solamente tiene 10 años, pero ya está casada. Su hermano arregló su matrimonio con un hombre de 45 años a cambio de 5.000 dólares.

Fariba vino aquí hace algunos días", dice Popal. "La mitad de su cuerpo estaba quemado. Cuando trataba de preparar la comida para su marido, le cayó agua encima ya que la olla de cocina era demasiado pesada para ella".

"El matrimonio se celebró bajo la condición de que el marido no tocaría a la niña antes de que cumpliera 14 años", añadió Popal. "¡Fue una promesa hueca!"

Hoy, gracias al apoyo del refugio para mujeres, el marido de Fariba está en la cárcel.

Clases para fomentar la independencia

Todos los meses, alrededor de 50 mujeres acuden como promedio al refugio. Por lo general están entre seis meses y cuatro años, y asisten a clase para aprender a coser, a leer y a tejer alfombras.

"Tal vez nunca pueda llegar a ser independiente, pero por lo menos sé cómo ganar dinero por mi cuenta si tengo la posibilidad", dice Arzo, de 25 años, que huyó al refugio con su hija después de que su marido la golpeara.

Popal y sus compañeras buscan pequeños trabajos para aquellas mujeres que están más tiempo en el refugio. En función de su nivel educativo, las mujeres obtienen empleo como limpiadoras, cocineras o secretarias. Cuando un hombre está interesado en establecer una relación con una de ellas, su oferta pasa por el Ministerio de Asuntos de la Mujer.

El refugio ofrece un rayo de esperanza para mujeres como Haidary, Fariba y Arzo, aunque ellas solamente representan una fracción de las mujeres que hace frente a la violencia doméstica en la región. En respuesta, UNICEF y sus aliados están trabajando para ofrecer la esperanza a todas las mujeres de Afganistán que sufren malos tratos, mediante la ampliación de programas para establecer refugios y campañas generalizadas de educación.


Por Cornelia Walther
Fuente: Unicef

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